lunes, 8 de marzo de 2021

MARÍA DE LAS NIEVES DE BRAGANZA

Maria das Neves Isabel Carlota Eulália Adelaide Micaela Gabriela Rafaela Gonzaga de Paula de Assis Inès Sofía Romana de Braganza, infanta de Portugal, fue la mayor de los hijos del exiliado rey Miguel I de Portugal y de su esposa, la princesa Adelaida de Löwenstein-Wertheim-Rosenberg. María fue una infanta de Portugal y miembro de la Casa de Braganza por nacimiento. Hasta el nacimiento de su hermano Miguel, duque de Braganza, María fue titulaba princesa real de Portugal, un título que tenía algo de ficticio, dado que su padre había sido depuesto en 1834.
El 26 de abril de 1871, María de las Nieves, contrajo matrimonio con Alfonso Carlos de Borbón, duque de San Jaime, hermano pequeño del pretendiente carlista al trono de España, Carlos VII y con sólo veinte años, decidió acompañar a su esposo durante la Tercera Guerra Carlista, cuando Alfonso Carlos fue nombrado por su hermano, general en jefe de las fuerzas carlistas en Cataluña.
En el contexto de una rígida sociedad, marcadamente masculina y machista, fue una auténtica proeza de la época que una joven de la alta nobleza europea participara en una campaña militar tan dura. Dura porque el ejército carlista de Cataluña estaba formado a base de varias partidas guerrilleras, todas con su líder. Por lo tanto, la guerra en Cataluña, que se desarrolló sobre todo en el centro de la región, tuvo pocas batallas a campo abierto. Abundaron en cambio, emboscadas, golpes de mano y asaltos a poblaciones.
“Doña Blanca”, como la llamaba la tropa, se desplazaba a caballo con todo el ejército, protegida por la guardia de los zuavos carlistas. Junto a Alfonso Carlos, desarrolló muchas tareas de organización de la intendencia y los correos y despachos de los oficiales carlistas hacia las partidas guerrilleras. También atendía a varios corresponsales de guerra que enviaban diferentes diarios europeos. En sus memorias (“Mis memorias sobre Nuestra campaña en Cataluña y en el Centro (1872-1874)”) María de las Nieves acusa al general carlista Francisco Savalls, por quien sentía una franca animadversión, de hacer fracasar las operaciones en Cataluña en su propio beneficio. El hecho es que Alfonso Carlos dimitió por desavenencias con sus oficiales sobre el tipo de guerra que realizaban. Después de una breve campaña por el centro de la Península Ibérica, la pareja dejó el ejército y residió en varios estados europeos.
Precisamente a su presencia en el Ejército del Centro, se refiere Benito Pérez Galdós en su novela De Cartago a Sagunto, penúltima de las que componen los "Episodios Nacionales". Este es retrato que hace de ella:

Era de corta estatura, flaca, rubia, de ojos azules: su belleza, completamente apócrifa, consistía tan sólo en la marcialidad de su apostura y en su destreza hípica, cualidades de marimacho, no de mujer. En su rostro vi un mirar ceñudo y una rígida contracción de la boca que indicaba la sequedad del corazón confundida con la brutal soberbia.
Llevaba boina roja con borlón de oro, traje negro de montar, altas botas de charol, en la mano un latiguillo que le servía de bastón de mando, y en el cinto un revolver.

Debe tenerse en cuenta al juzgar este retrato las convicciones liberales de D. Benito que tenía a los defensores del legitimismo carlista por retrógrados defensores de valores trasnochados que llevarían a España a un retroceso en las libertades.
Más adelante, en el mismo libro y hablando del cerco y toma posterior de la ciudad de Cuenca, dice lo siguiente:

Permitidme ahora, lectores muy católicos y muy amantes de nuestra patria, que os dé una opinión sincera y humana de la nefasta María de las Nieves, opinión que, sin excluir las execraciones que merece al mostrarse por primera vez en la candente arena de aquel torneo político y militar, contendrá las alabanzas que le corresponden como el modelo más extraordinario de fuerza y energía dentro del tipo femenino.
Al ponerse con su esposo al frente del Ejército Real del Centro, doña Nieves fue el alma de la facción; se impuso a todos los cabezas y cabecillas; erigiose en Generalísima incuestionable; llegó a ser muy pronto la primera estratega, la primera autoridad táctica de sus cuadrillas, a las que disciplinó y gobernó dándoles apariencias de hueste organizada.
Compartía con sus soldados las inclemencias del cielo y las fatigas de las penosas jornadas; compartía también con ellos los piojos, la bazofia, los mendrugos de pan, la dureza de los lechos de piedra en las sierras ásperas, la humedad y desamparo en las desoladas llanuras.
De este modo les llevó a la conquista de Teruel, tan difícil y cruenta que hubo de levantar el asedio y salir en busca de otras arriesgadas aventuras.
Con su infatigable tropa, ella, que no conocía tampoco el cansancio, compartió la rabia de no haber podido ganar a Teruel, y en terrible avalancha cayeron sobre la pobre Cuenca, donde alcanzaron la gloria (que gloria fue para ellos) de plantar por primera vez en la capital de una provincia española el pendón del Carlismo.
Cuando se tuvo en Cuenca conocimiento de la entrevista de doña Blanca con el señor Obispo, antes referida, dijeron algunos: esa mujer es una hiena. Pues yo os digo que será todo lo hiena que se quiera en determinada ocasión; pero me permito enmendar la frase de este modo: esa mujer... es un hombre, el primer hombre del absolutismo, desde los tiempos de don Carlos María Isidro hasta la edad presente.
Chispazos del genio de Atila y del Tamerlán iluminaban el cerebro de aquella hembra temeraria y cruel, negación de su sexo. Desde el momento en que Cuenca cayó en poder de las honradas masas, la doña Nieves les permitió todas las brutalidades, crímenes, atropellos y vandálicas libertades que se han descrito, porque sabía que de este modo se captaba para siempre la voluntad y sumisión de aquellos forajidos. Consintiéndoles la saciedad de sus apetitos, les adiestraba para continuar peleando por ella y allanando los caminos por donde corría desenfrenada la feroz ambición del marimacho más genial que ha tenido España.





4 comentarios:

  1. Saludo la actitud patriótica de las mujeres, incluida María de las Nieves.
    Gracias por la historia de este héroe de España que puede contribuir a mi percepción.

    Saludos.

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    1. Bueno, el verdadero motivo de hablar de ella es que hoy es el día la mujer y, ésta, como tantas otras, han sido silenciadas por la Historia.
      Respecto a su actitud, eso queda a juicio de cada cual.

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  2. Hola.
    Qué buena entrada has elegido para el 8 de marzo. Como siempre, ha pasado sin pena ni gloria para las generaciones actuales. Mil gracias por traerla y feliz ocho de marzo con retraso.

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