miércoles, 3 de octubre de 2018

¡QUÉ VERDE ERA MI VALLE!

Huw Morgan (Roddy McDowall) está a punto de marcharse del pueblo en el que ha vivido en toda su vida, una localidad del sur de Gales dedicada a la minería del carbón. Recuerda su infancia, cuando el polvo de las minas, que entonces estaban comenzando su actividad en la zona, aún no había oscurecido el exuberante valle verde. Su padre y sus cinco hermanos adultos trabajaron en las minas, algo de lo que están orgullosos, pero que terminará siendo fuente de conflicto, no solo entre la gerencia y los trabajadores, sino también entre la familia Morgan, pues sus miembros tenían diferentes puntos de vista sobre su papel en la mina, y mientras los hijos están convencidos de que la unión sindical de todos los trabajadores es la única solución para hacer frente a los patronos, el cabeza de familia, en cambio, no quiere ni siquiera oír hablar de sindicatos ni de socialismo.
A pesar de su tierna edad, Huw, desde la primera vez que la vio, se enamoró de Bronwyn (Anna Lee), quien llegó a la aldea para casarse con su hermano mayor, Ivor (Patric Knowles). Su única hermana Angharad (Maureen O'Hara) se enamoró del nuevo predicador, el Sr. Gruffydd (Walter Pidgeon), un hombre de espíritu liberal que aspira a insuflar un aire nuevo en los corazones de estas gentes sencillas, sin conseguirlo, igual que fracasará Angharad en su matrimonio, pues se casa con un hombre al que no ama, ante la negativa del pastor a hacerla su esposa, ya que cree que esto sería atarla a una vida de privaciones. Huw sería el único de sus hermanos en obtener una educación, podría haber sido doctor, pero prefirió quedarse en el valle y bajar a las minas y aprenderá tanto de la vida misma, como lo hizo en los libros. Su primera experiencia laboral después de la escuela, una decisión que sorprendió a su familia, tendría como consecuencia la pérdida de su inocencia juvenil.


El guión se basa en una novela de Richard Llewellyn.
Algunos de los que entienden de esto, afirman que "Ciudadano Kane", la película de Orson Welles, significó un punto de inflexión en el cine. Pues esa película se quedó sin el Oscar, porque tuvo la mala suerte de encontrarse en su camino con esta que hoy comentamos.
Un film concebido para ganar premios y para ser un gran éxito, claro que eso es muy fácil de decir y bastante más difícil de llevar a la práctica. ¡Cuántas películas han sido cuidadosamente planificadas, rodadas y promocionadas, para llegar a la fama y se han quedado en puro fiasco!
En principio Darryl F. Zanuck, productor del film, quería una gran superproducción en plan épico, que durara cuatro horas y que rivalizara con Lo que el viento se llevó. Para ello se pensó en alargar la historia aprovechando que Richard Llewellyn había escrito la continuación de ¡Qué verde era mi valle! en otros libros, pero al final, yo creo que afortunadamente, la película quedó tal cual la conocemos y pienso que está bien como está. De hecho, como digo, Llewellyn escribió al menos tres libros más en los que asistimos a la continuación de la vida de Huw Morgan , pero ninguno ha sido llevado a la pantalla (que yo sepa) y, desde luego, ¡Qué verde era mi valle! sigue siendo la novela más popular de la serie.


Película comercial, lacrimógena, manipuladora de sentimientos... estas son críticas que algunos sectores han vertido sobre el film, evidentemente algo que solo puede decirse cuando se aborda la película con una visión convencional.
Yo he visto un film en el que se nos muestra un mundo cambiante desde la mirada fascinada de un niño que está en pleno proceso de maduración y cuyo cambio ante la vida seguirá un camino paralelo al del valle en el que vive, que de un lugar bucólico, pasará a ser, como la vida de los Morgan, una sucesión de humillaciones, tragedias y fracasos.


Realmente la película tiene muchos momentos para la reflexión y muchos aspectos para comentar, algo que conduciría a un empezar y no acabar que no tiene cabida en este lugar. Me voy a quedar con dos momentos puntuales de los muchos sobre los que podría opinar, porque hay muchos más que han llamado mi atención.
El primero, el momento en que Huw, postrado en su cama en lo que va a suponer un largo periodo de recuperación, tras haber pasado mucho rato en las aguas heladas del río tratando de socorrer a su madre, que cayó en él, recibe la visita del pastor. Huw, tiene las piernas paralizadas y el Sr. Gruffydd, le conforta asegurándole que volverá a caminar, pese a lo que digan los médicos y le lleva un ejemplar de "La isla del tesoro", al tiempo que le dice que se cambiaría por él, aunque tuviera que estar encadenado a la cama, solo por volver a sentir el placer de leer por primera vez aquel libro. Es todo un homenaje a esa literatura que ha despertado el amor por la lectura de tantos y tantos jóvenes que, cuando hemos dejado de serlo, no podemos olvidar aquellos momentos de descubrimiento que hemos seguido añorando toda nuestra vida.
El segundo es un instante, apenas unos pocos fotogramas, cuando Maureen O'Hara sale de la iglesia tras haberse casado. El velo, mecido por el aire, forma un perfecto círculo alrededor de su cabeza. Algunos creyeron que esto fue un golpe de suerte de Ford, el viento había jugado a su favor, lo que no todos sabían es que el realizador había ordenado poner unos ventiladores para lograr el efecto deseado. Es uno de esos planos que convierten a un buen director en un artista, un fugaz instante que a los gourmets del cine les hará exclamar un ¡Ohhhhh!, sin que ni siquiera sean conscientes de haberlo hecho. Yo cuando veo esta imagen de Angharad con su velo al aire siempre me pregunto, cómo es posible que un hombre pueda dedicar tiempo (supongo que mucho), a planificar y preparar un instante, una ínfima parte de su trabajo en una obra de arte, para perfeccionar un detalle tan pequeño, que apenas es una parte infinitesimal en el conjunto global del mismo. Sin duda es amor a la profesión y respeto por el espectador, y no simple afán de perfeccionismo.




4 comentarios:

  1. Solo puedo decir dos palabras: obra maestra. Una más...

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  2. Que tal Trecce!
    Estupenda reseña. Una de mis favoritas del maestro Ford. Ethan lo ha resumido muy bien.
    Saludos!

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