Andrew Newman (Miles Teller) es un estudiante de primer año de música en el Conservatorio Sheffer, la mejor escuela para explotar sus habilidades con la batería. Su mundo cambia al conocer al temible maestro y director de orquesta Terence Fletcher (J.K Simmons), un hombre que no conoce límite alguno para llevar a sus alumnos a la cúspide de la perfección, sin importar lo poco ortodoxos que parezcan sus métodos.
Una vez que Newman entabla contacto con Fletcher, ese sueño de convertirse en un músico excepcional se convierte en una auténtica pesadilla que lleva al protagonista a un descenso a los miedos y temores más profundos del ser humano centrados en la preocupación por perder el rumbo frente a aquello que se ama y se siente con el corazón.
Fletcher, con su extrema violencia y maltrato psicológico, lleva a Newman al límite de su cordura, donde todo es válido, incluso el sometimiento físico, para llegar a la cima de sus habilidades, donde lo demás no importa en absoluto… ni siquiera la salud mental.
El señor Fletcher piensa que la falta de exigencia ha hecho que la calidad del jazz se esté perdiendo y él lleva años deseando encontrar a un mirlo blanco, un nuevo Louis Armstrong o Charlie Parker.
Pues sí, antes de La la land, ya existía Damien Chazelle que, con esta película que hoy comentamos, se consagró como realizador, tres Oscar de Hollywood lo avalan.
El argumento no deja de ser controvertido, no todos han visto lo mismo en el film. A algunos les encanta este planteamiento, que no es nuevo, recordemos sin ir más lejos, películas como Fama y su secuela televisiva, en la que cada episodio comenzaba con unas palabras de Lydia, la profesora de baile (interpretada por Debbie Allen) "Buscáis la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar. Con sudor". Es cierto que aquí, eso se lleva al extremo con este profesor convertido en un sádico que machaca psicológicamente a sus alumnos.
Pero, por contra, a otros les repelen este tipo de lecciones magistrales sobre la cultura del esfuerzo llevada al límite y la descarada competencia que sirve como base para exprimir el talento individual a base de que el que gana se lo lleva todo y los demás se van al vertedero de los fracasados.
Por otro lado, el retrato que hace del mundo del jazz es un tanto peculiar. He leído muchas críticas que dicen que esta película les encantará a los amantes de ese tipo de música, pero yo no sería tan tajante, pues los planteamientos cambian algunas cosas que quienes aman el jazz y lo conocen, encontrarán que chirrían. Esa orquesta tocando según las partituras, la ausencia total de improvisación... ya digo, como mínimo peculiar.
Por otra parte está la película como tal y aquí hay que reconocer que es una auténtica maravilla, que te atrapa desde el comienzo y se te pasa en un santiamén. Desde las imágenes del principio, una vez superado el primer encuentro entre profesor y alumno, cuando este sale a las calles de Nueva York y la música va acompañando su deambular, sincronizada con cada detalle: esquina, semáforo, asfalto... y así es en toda la película, porque Chazelle tiene especial cuidado en sincronizar música e imágenes en un sensacional montaje que le valió uno de los Oscar que se llevó.
Y las interpretaciones, pues a la altura, con dos actores que sacan lo mejor de sí mismo y saben explotar todo lo que sus papeles les ofrecen.
Una perfecta conjunción entre música, actuaciones e imágenes, con una potente banda sonora y un final bien construído y que, además, deja contento al espectador.
Es evidente que, si quieres destacar en algo, tienes que sacrificarte al máximo, tienes que sufrir hasta lo que no está escrito. De lo contrario, serás una simple medianía. Y Fletcher lo refleja bien en esta película, que, dicho sea de paso, es una buenapelícula
ResponderEliminarSi no eres nadie, está claro que así debe ser, pero si tienes buenos padrinos, eso ya no está tan claro.
EliminarDe cualquier modo, aquí esto está llevado al extremo, a renunciar hasta al amor, creo que hay personas que llegadas a determinadas disyuntivas, prefieren poder tomarse una caña y una tapa con lo amigos de vez en cuando, aunque la fama se les vaya alejando. Cuestión de prioridades.
Sí, tal como lo dice tú mismo es "cuestión de prioridades". Parece, por lo que cuentas, una gran pelicula y enseña lo duro que es llegar a ser figura mínima en el ARTE.
ResponderEliminarCualquier disciplina artística, escultura, pintura, ballet, música, interprete de la misma, etc. imagino que requieren años y años de dura disciplina y repetición machacona de de los mismos ensayos.
Ni te cuento si lo que pretendes, como cuenta la película, es alcanzar la perfección.
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