miércoles, 8 de octubre de 2014

TEXAS KILLING FIELDS (TIERRA DE ASESINATOS)

1971, Texas City, la policía recibe un aviso tras haber sido hallado el cadáver de una joven. Dos policías se encargarán del caso, uno de ellos, Brian Heigh (Jeffrey Dean Morgan), ha trabajado toda su vida en Nueva York y lleva poco tiempo en la ciudad; el otro, Mike Souder (Sam Worthington), es texano.
La relación entre ambos, es peculiar, en parte debido a las diferentes maneras de ser de ambos y a su situación personal. Heigh está felizmente casado, vive con su esposa e hijos, con firmes convicciones religiosas, aparentemente sereno y sosegado en su forma de desenvolverse y con la conciencia de que es un servidor público que debe ir más allá del cumplimiento estricto de los protocolos y pensar en las consecuencias que sus actuaciones pueden tener en aquellos a quienes trata de proteger. Souder es más joven, está saliendo de un proceso de divorcio al que no se resigna, vive solo y de manera solitaria. Impulsivo, con un carácter que raya en la violencia en determinados momentos y desarrolla su trabajo sin pensar en las consecuencias que puede tener sobre otras personas, preocupado únicamente por la resolución de los casos y la captura de los delincuentes, sin preocuparse demasiado por los métodos empleados o sus posibles secuelas.


Debut en la pantalla grande de la realizadora nacionalizada estadounidense Ami Canaan Mann, hija del consagrado Michael Mann. En la producción del film figuran varios miembros de la familia Mann, con papá Michael a la cabeza.
La película se basa muy libremente en hechos reales, sobre una serie de cuerpos encontrados en una zona pantanosa en los alrededores de la ciudad de Texas; casos muchos de ellos sin resolver y de los que ni siquiera se ha podido pasar de la sospecha de que exista alguna relación entre todos los crímenes o, al menos, entre algunos de ellos.


Con un reparto que, sin grandes figuras, sí que podemos considerar de gran nivel, al menos por nombre y carrera, lo cierto es que los actores no nos ofrecen grandes interpretaciones (quizá destaca algo la ahora popular Chloë Grace Moretz), como participando del tono general del film, en el que, tras una conseguida ambientación, el planteamiento acaba llevando a la confusión o, más bien, a la perplejidad del espectador, que no sabe muy bien cual es el mensaje de fondo que nos está tratando de enviar el film y digo mensaje de fondo, porque uno sospecha que debe haberlo, ya que el mensaje explícito, ese sí que es totalmente confuso, con una historia principal, centrada en las desapariciones y otras paralelas que no sabemos a cuento de qué vienen y de las que siempre estamos esperando que conduzcan a algún golpe de efecto al final, algo que jamás se produce y que nos deja, más que turbados, profundamente decepcionados.


Este es uno de esos films en los que uno no acaba de saber muy bien si es que eres tonto y no captas el mensaje o es que realmente la película hace aguas por los cuatro costados.
El interés se mantiene porque en un thriller de este tipo, estás atrapado por la historia y por ver cual será el desenlace, pensando que todo aquello que te están narrando va a tener un punto de encuentro al final. Pero en este caso es como si hubieran rodado unas cuantas historias, les hubieran llevado los negativos a la sala de montaje y allí hubieran ido empalmando los metros de cinta para ver qué salía.





2 comentarios:

  1. Según cuentas más floja que el pellejo de las brevas.

    Saludos Trecce.

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    1. El caso es que está entretenida, pero es por el misterio del qué pasará, porque te deja un tanto perplejo su desarrollo y no digamos su conclusión.

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