martes, 19 de febrero de 2013

GERMINAL

Etienne Lantier es un joven que trabajaba como maquinista en los ferrocarriles y que ha sido despedido por enfrentarse a un superior. En su deambular en busca de trabajo, llega a la zona minera de la frontera franco-belga, casi sin fuerzas, por el hambre que está pasando y sin un lugar donde guarecerse. Consigue trabajo en la mina La Voreux, cerca de Montsou y acaba estableciendo una relación de amistad con la familia Maheu, cuyos miembros (incluídas las mujeres), trabajan para la compañía minera desde siempre, malviviendo por un salario de hambre, como la mayoría de los mineros de la zona.
Decimotercera entrega de la saga de Les Rougon-Macquart, escrita en el mismo estilo naturalista que casi toda la obra de Zola que, por medio del tono sombrío de la misma, nos acerca al duro ambiente del trabajo en la mina y de la vida que se desarrolla en torno a ella. Para algunos es la obra cumbre del autor que, para documentarse, viajó a la zona minera del norte de Francia, visitando algunos poblados mineros y bajando a los pozos. A pesar de ese tono sombrío que mencionamos, la novela tiene una particular belleza en su prosa, lírica y violenta a la vez. Y es que la mina es así, trae la vida y la muerte al mismo tiempo, la mina devora y da de comer y esta dicotomía está presente en el discurrir de la novela. Los conflictos que se originan al aflorar la conciencia social de los obreros, casi esclavos a cambio de un salario que apenas llega para sobrevivir y cuya alternativa es la muerte por hambre o el viaje a América en busca de nuevos horizontes.
La lucha de clases se entrecruza con las historias personales para conseguir un relato duro, realista y conmovedor en el que los sentimientos cobran mayor importancia que las pasiones de los personajes y donde quedan muy bien reflejadas la desesperación, la tragedia y la injusticia, pero también el amor y la solidaridad que envuelven su dura vida. 
Muy interesantes algunos aspectos de la novela referidos a la situación de la clase obrera en la segunda mitad del XIX; las diferentes posturas ante la huelga que se plantea por parte de los mineros, sus familias, los esquiroles, la burguesía e incluso las corrientes de pensamiento obrero existente a finales del siglo XIX: el socialismo y el anarquismo.
También lo referido a la propia mina, Zola nos explica aspectos relativos a la maquinaria, las relaciones laborales, la propiedad de las explotaciones, las categorías profesionales o las condiciones de trabajo.
A pesar de estar ambientada en la Francia del Segundo Imperio, la obra no ha perdido actualidad y, por desgracia, en algunos lugares del mundo podríamos encontrar situaciones similares.
La novela ha sido llevada al cine en más de una ocasión, Yves Allegret lo hizo en 1962, pero quizá la versión más conocida sea la de 1993, dirigida por Claude Berri y protagonizada por Renaud Séchand, Gerard Depardieu y Miou Miou.



4 comentarios:

  1. Buena crítica. Tristemente muy actual, la lucha de los derechos de la clase obrera sea del sector que sea.
    La película no la he visto.

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  2. Estas criticas y esta en particular es muy buena, aunque me parece a mí que eso de la lucha de clases y de defender al obrero, a la derecha como que no le hace mucha gracia. Ya sabes que como uno proteste dicen que se quieren cargar al gobierno, y que son zarrapastrosos antisistema.

    Saludos.

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    1. A alguno le gustaría que volviera la esclavitud, Rafa y, aun así, seguirían preguntándose, como en la novela de Zola, de qué se quejan los trabajadores con lo felices que son.

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