Testimonio de primera mano, por haber participado en el enfrentamiento, de triste memoria, entre la escuadra española y la norteamericana en el combate naval de Santiago de Cuba, en el que resultó herido de gravedad, el entonces capitán de navío Víctor María Concas y Palau, a la sazón comandante del crucero acorazado Infanta María Teresa y Jefe del Estado Mayor de la flota, nos ofrece un pormenorizado relato de aquella acción de tan infausto recuerdo en este libro que le costó un consejo de guerra por sus airadas críticas a los políticos de la época.
Y es que, además de esos pormenores relativos, sobre todo, a datos técnicos de los barcos de ambas escuadra, en los que queda de manifiesto la desigualdad de fuerzas (diferencia tan colosal que un oficial, al que Concas y Palau tilda de muy competente, estimó, desde el punto de vista exclusivamente científico de uno a cuarenta desfavorable a las fuerzas españolas), así como la disposición de los barcos en la batalla, las desesperadas maniobras ordenadas por los mandos españoles o las carencias en el aprovisionamiento. Si algo caracteriza este libro es la explícita crítica de su autor a las disposiciones políticas para seguir adelante con un enfrentamiento que nunca debió producirse pues estaba abocado al fracaso más absoluto, como así quedó demostrado y que, por añadidura, supuso la aniquilación de la escuadra españolada que quedó privada, en adelante, para desempeñar cualquier papel importante en el contexto marítimo internacional. Para el autor, ordenar el ataque, fue como lanzarlos a una muerte segura para ofrecer un argumento al pueblo español que justificase la necesidad de pedir la paz. El alto mando de la escuadra, hizo cuanto humanamente cabía hacer para evitar la catástrofe, pero al amanecer del 2 de julio de 1898, el almirante Cervera, reunió a los capitanes para darles conocimiento del telegrama recibido, que decía de forma escueta: Salga V.E. inmediatamente. Para añadir que había acabado la hora de discutir y había llegado la de obedecer.
Concas y Palau relata la despedida antes de irse cada cual a su buque:...nos estrechamos las manos con efusión, como soldados que sabíamos íbamos a la muerte y a la destrucción, de que no esperaba ninguno poder salvar: hubo frases duras y merecidas para muchos hombres políticos, que siguen tan tranquilos como si nada debieran ni a Dios ni a la Patria, y juramos que si alguno sobrevivía defendería la memoria de los que cayeran en la refriega.
El resto del libro, es el relato, como queda dicho, pormenorizado, de aquella infausta jornada en que los buques españoles eran cazados literalmente, cuando salían de la bahía de Santiago por aquellas naves infinitamente superiores y mejor equipadas. Como en una ratonera, todos fueron cayendo, uno tras otro, para acabar la infausta jornada con las tripulaciones del Oquendo y el María Teresa en los linderos del bosque que llega hasta las playas de Santiago de Cuba y la del Vizcaya abandonada en medio de un arrecife. Hombres medio desnudos, llenos de sangre o exhalando el último suspiro mirando al mar con el más imponente silencio, como quien busca el camino de España y pregunta ¿esto por qué ha sucedido? Dice Concas: Si aquellos a quienes iba dirigida la pregunta, y quizás se atrevan a disertar sobre ello delante de cualquier asamblea, acostumbrados a que la retórica sea para ellos el agua del Jordán, hubieran estado allí, ¡yo aseguro que no habrían contestado!
He quedado con la boca abierta de asombro....Dios mío
ResponderEliminarLe acabo de pasar esteenlace a uncolega escritor que le interesan mucho estos temas
ResponderEliminarUn episodio triste, porque pudieron evitarse muchas muertes.
EliminarCuba, Marruecos... La mala gestión de aquellos conflictos marcaría el fin de toda una época, aparte de constatar nuestra decadencia.
ResponderEliminarEl final de un Imperio mal gestionado, como demostraron los hechos.
EliminarLleva a pensar que cuando el político es militar, tal vez actúa de otra manera.
ResponderEliminarNo lo se, pero tenemos experiencia de militares metidos a políticos y son bastante peligrosos.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarMuy interesante esta parte de nuestra historia de la que poco se suele hablar.
Saludos!
Pero, sin embargo, ahí está.
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