El 18 de agosto de 1918 (en plena I Guerra Mundial), parte del puerto de Yorktown, con destino desconocido y una misión que se mantiene en secreto para la tripulación, un navío camuflado al mando del capitán Robert 'Bob' Kingsley (George O'Brian), es una goleta de tres mástiles que actúa como señuelo para los navíos alemanes, cuando en realidad oculta en su interior un cañón capaz de hundir una nave y está tripulado por artilleros del barco de la marina "Missouri" y marineros perteneciente a la unidad naval de reserva. A su zaga lleva un submarino de la marina estadounidense. Su objetivo es atacar y tratar de neutralizar a un submarino alemán temido por su capacidad para hundir navíos de la flota aliada.
El barco tiene que hacer escala en un puerto neutral con el fin de abastecerse y cargar combustible.
En este lugar, O'Brien conocerá a una hermosa joven, Anna Marie Von Steuben (Marion Lessing), en apariencia una turista, a la que corteja y de la que se enamora, desconociendo que ella también oculta un secreto, en realidad es una espía, hermana del comandante del U-Boat alemán, que también ha recalado en ese mismo puerto.
Anna será rescatada por Bob tras el hundimiento del pesquero en que viajaba y trasladada al barco americano, pero no tiene tiempo de alertar al U-172, que resulta hundido. Ella, su hermano y su prometido, resultan detenidos e ingresan en prisión, ante la esperanza de Bob de que volverá a reunirse con ella cuando llegue el final de la guerra.
El guión se basa en un relato de James Parker Jr., un militar norteamericano retirado.
En teoría, la acción se desarrolla en las Islas Canarias, lugar al que arriba el barco de la armada estadounidense, aunque en realidad, los exteriores se rodaron en la isla de Santa Catalina, una de las islas del Archipiélago del Norte o Islas del Canal, cercanas a la costa californiana.
Haremos una escapada por la tangente para no hacer comentarios sobre la ambientación cañí de la taberna y el puerto supuestamente canarios, con vestidos de faralaes, sombreros cordobeses, guitarras, fajas a la cintura y otros aditamentos que adornan la agitanada ambientación del puerto español.
Supongo que Ford, enamorado del mar y de la navegación, se lo pasaría bien haciendo esta película en la que no tiene empacho alguno en ofrecernos largas escenas de vistas marinas, como en la que presenciamos el hundimiento del submarino alemán con sus oficiales gallardamente en el puente mientras la nave desaparece bajo sus pies engullida por las aguas, o la batalla, rodada prácticamente en tiempo real, con una manifiesta carencia de acción, pero en la que el realizador se va acercando a la tensión que se vive en el submarino, los rostros de los tripulantes o el capitán mirando por el periscopio.
Tiene también algunas secuencias novedosas, en las que el realizador norteamericano sitúa la cámara a nivel de la cubierta del submarino, para que el espectador tenga la sensación de apreciar en detalle cuando la nave emerge a la superficie, o cuando realiza la maniobra contraria. Otra curiosidad es que en la versión original, se hablan tres idiomas: Inglés, alemán y español (de este último, unas pocas frases).
La historia en sí, y el romance de fondo entre Anna y Bob, no tienen demasiada enjundia y las interpretaciones, tampoco es que resulten nada brillantes, con unas cuantas tomas que tienen un aire de documental. Es como si Ford hubiera pretendido hacer un film en el que predomine un tono de realismo, pero no acaba de funcionar en casi ningún aspecto, salvo quizá en la fotografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario