lunes, 18 de junio de 2018

PURO VICIO

Larry "Doc" Sportello (Joaquin Phoenix) es un detective privado de Los Ángeles, fumador de hierba y habitante de la playa, como el último destello de brillo de una raza aturdida de soñadores americanos frente a las fuerzas de la codicia, el miedo y la desintegración justo antes de que la Era de Acuario se convirtiera en un mito. Vive en Gordita Beach, un lugar imaginario recurrente en los relatos de Thomas Pynchon y acaba de establecer su propia oficina en un lugar muy sui generis que comparte con otros profesionales a modo de pequeño negocio de integración vertical. Su aspecto obstinadamente desaliñado es el foco de burla y desprecio de los cuerpos de seguridad con los que trata en el proceso de resolución de sus casos.
Tras mucho tiempo sin saber de ella, recibe la inesperada visita de su ex novia Shasta (Katherine Waterston) de la que todavía está enamorado. Se presenta transformada en una femme fatale para solicitar ayuda debido a la desaparición de su actual amante, un magnate inmobiliario que pretendía devolverle a la sociedad todo lo que había expoliado. A partir de este momento se inicia un camino laberíntico que sumirá a Sportello en una nube de confusión acuciada por los vapores de los porros y otras drogas gaseosas que le llevarán al encuentro de diversos personajes de extravagancia inusitada, eslabones de un rompecabezas difícil de discernir. Parte de esta fauna está compuesta por un miembro de la Black Guerrilla Family; moteros de una Hermandad Aria; una prostituta asiática experta en servicios de estimulación bucal, inmiscuida en turbios negocios; un dentista drogadicto con tendencias sexuales de dudosa moral y un chivato infiltrado, ex toxicómano, que desea recuperar a su familia.


El guión se basa en la novela de Thomas Pynchon "Vicio propio", que Paul Thomas Anderson adapta al lenguaje cinematográfico.
Nunca antes nadie había trasladado a la gran pantalla ninguno de sus textos, considerados como inadaptables por la complejidad del sustrato narrativo, condensado laberíntico de un mundo atiborrado de personajes ensimismados en los retruécanos imposibles que Pynchon imprime.


Dice el escritor Jonathan Lethem en "The New York Times": "Nadie sabe lo que significa leer a Pynchon". "Descubrir lo que significa leer a Pynchon es como leer a Pynchon, uno nunca acaba".
¿Cómo, no entienden nada? Pues aunque parezca un contrasentido, ese puede ser el punto de partida para empezar a entender algo.
A este film se le acusa de caótico, de que no sabes lo que te está contando y de que los personajes aparecen y desaparecen, para volver a aparecer más tarde, sin que te enteres muy bien de qué es lo que hacen, lo que buscan o lo que persiguen con sus actos. Pero es que es una adaptación de una novela y en el original literario ocurre ya algo de eso, no es que la peli sea una mala adaptación es que adapta lo que para muchos es inadaptable, precisamente por las peculiaridades de la narrativa de Pynchon, ese misterioso escritor norteamericano, discípulo díscolo de Nabokov y eterno candidato al Nobel de Literatura.
La película parte de una estructura típica de los grandes clásicos del género detectivesco, con un tipo que nos recuerda a los antihéroes de Raymond Chandler o Dashiell Hammett, un peculiar detective tan diferente a lo que debe ser esta actividad en la vida real. Pero en el fondo y aunque el film sigue durante todo el metraje como si fuera una novela negra, el asunto del detective y su trabajo, no es más que una disculpa, un Macguffin al estilo hitchkodiano, porque el verdadero interés está en los personajes. De hecho, al final, de la historia, apenas sacamos conclusiones, ni hay asesino, ni se sabe exactamente quién está detrás de los negocios turbios, ni qué delitos ha cometido cada cual.
Tengo que señalar, antes de seguir, que no todo el mundo acaba satisfecho al final de verla, para algunos (quizá muchos), será un auténtico tostonazo y acabarán con la sensación de que no se han enterado de nada y de que la película no tiene pies ni cabeza.
Entre otras cosas, esa sensación viene propiciada porque van buscando una historia lineal y como digo, aquí no la hay, es más, si me apuran, ni siquiera hay historia, se nos hace creer que la hay, pero es una mera argucia argumental.
Entonces, ¿qué es lo que llama tanto la atención a los espectadores a quienes cautiva? Pues una mezcla de colorido, vistosos decorados, golpes de efecto humorístico, llamativos personajes (empezando por el fabuloso protagonista), un vestuario muy cuidado y sugerente, de Mark Bridges, diálogos delirantes y provocadores y una historia que te deja extenuado, sin que sepas cómo ha conseguido irte llevando de una escena a otra. ¡Ah! y un Joaquin Phoenix que se apropia de la película en una de sus interpretaciones más brillantes.


El cóctel servido conserva una base sólida y formal de género negro con suficientes ingredientes añadidos que desvirtúan deliberadamente su esencia a través de juegos retóricos, rarezas surrealistas y humor negro con matices lisérgicos.
¿Que a veces no te enteras de por qué ocurre lo que te están contando?, es cierto, pero es que en la vida también sucede a veces algo parecido, nunca sabes a donde te va a llevar el siguiente paso y puede que más de una vez hayas renunciado a preguntarte cómo has llegado hasta donde estás, porque sabes que la explicación no tiene mucha lógica.




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