viernes, 15 de enero de 2016

LA ISLA DEL DOCTOR MOREAU

Andrew Braddock (Michael York), oficial de máquinas de un barco que ha naufragado, navega en un bote junto a otro compañero superviviente. Cuando están a punto de desfallecer avistan tierra y logran alcanzar las playas de una isla desconocida. Mientras Braddock busca agua, su compañero es atacado y muerto por un animal y Braddock socorrido en última instancia por un personaje que habita en la isla y que dice llamarse Doctor Paul Moreau (Burt Lancaster).
Braddock despierta en una cama a la que le han trasladado mientras se repone y allí conoce a Montgomery (Nigel Davenport), ayudante del doctor y a una bella mujer, María (Barbara Carrera), que según le informa Montgomery, fue rescatada de una vida de miseria y abusos cuando era apenas una niña, por el doctor Moreau, que desde entonces la tiene a su lado.
Hay una serie de cosas que empiezan a llamar la atención de Braddock, como los sirvientes de la casa, que parecen seres deformes y los extraños gritos que provienen del pabellón donde el doctor tiene su laboratorio. Más adelante se entera de que el doctor fue expulsado de la comunidad científica por sus métodos.
Braddock descubre entre sorprendido y horrorizado, que Moreau lleva a cabo experimentos con animales a los que pretende transformar en humanos.



Basada en la novela homónima de Herbert George Wells, publicada en 1896, el guión presenta algunos cambios sobre la misma, en especial la introducción del personaje de Barbara Carrera, aunque hay que señalar que el fondo y bastante de la forma del original literario, se mantiene.
Con unas buenas interpretaciones, hay que señalar el despliegue de especialistas y su buena labor, sobre todo en los enfrentamientos con los animales.


Wells, junto a Julio Verne, es considerado como el precursor de la novela de ciencia ficción, muchos de sus relatos han pasado a la posteridad y han sido editados y adaptados en multitud de ocasiones. Hay que recordar que en la época en que escribió su relato, había un gran debate, sobre todo en el mundo científico británico sobre la experimentación con animales vivos y en ese entorno es donde Wells escribe esta novela que va más allá de un simple relato de ficción, porque plantea un problema que entronca con la moralidad. En el film, hay una secuencia que resume bastante bien el espíritu de lo que Wells escribió y Don Taylor traslada a la pantalla:

- ¿Qué es lo que empuja a una célula a unirse a un organismo de por vida? -le pregunta Moreau de forma retórica a su invitado-
- ¿Podríamos alterar esta situación? -añade-
Y Braddock le replica: - ¿Deberíamos intentarlo?

Esa es la cuestión de fondo, los límites de la experimentación, empezando por si esta debe tenerlos y si así fuere, ¿donde poner la línea?
Estas cuestiones, no sólo siguen pendientes de resolver, sino que están de plena actualidad.
El film refleja bastante bien este asunto y esa especie de parábola que hace Wells comparando a Moreau con el Creador.
La película resulta entretenida, manteniendo un punto de misterio durante buena parte de la misma, aunque es cierto que a partir de cierto momento, pasado el ecuador de la misma, decae un tanto.
El final pudo haber sido más perturbador si se hubieran atrevido a mostrar una transformación completa de María, que sólo dejan atisbar.




2 comentarios:

  1. Creo que la he visto, pero la recuerdo muy vagamente.

    Saludos Trecce, y buen fin de semana.

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