miércoles, 13 de enero de 2016

EL PRÍNCIPE Y EL MENDIGO

Transcurren los años centrales del siglo XVI, en Inglaterra reina Enrique VIII (Charlton Heston) ya en plena decadencia física y con todas las esperanzas puestas en su hijo y sucesor, el príncipe Eduardo (Mark Lester).
Un día en que Eduardo está preparándose para un baile de disfraces, tras rechazar todos los que le han presentado sus sirvientes, cae por el hueco de la chimenea de su habitación, un pillastre que huía de la guardia de palacio, se trata de Tom Canty (Mark Lester) y ambos quedan maravillados del gran parecido que tienen.
Al príncipe se le ocurre disfrazarse de mendigo para el baile y le pide a Tom que intercambie sus ropas con él. El problema es que al salir a los pasillos de palacio, el Duque de Norfolk (Rex Harrison), cuando le ve, tomándole por Tom, ordena a los guardias que le echen a la calle para evitar que se entere el Rey de su presencia allí, librándole del posterior y más que seguro castigo.
Eduardo se verá abandonado por las calles de Londres, a merced de unos otros que le toman por loco cuando proclama que es el verdadero Príncipe de Gales. En su defensa saldrá un soldado de fortuna llamado Miles Hendon (Oliver Reed), que le sacará de más de un apuro y con quien llega a tener una relación de auténtico camarada.
Mientras tanto, Tom también está pasando malos momentos en palacio, ya que también creen que ha perdido el juicio cuando dice que todo aquello es un error y que él es un simple ratero.
Cuando el rey fallece, comienzan los preparativos para la coronación de nuevo monarca.


Adaptación de la novela del mismo nombre del norteamericano Mark Twain.
El film cuenta con un reparto de grandes figuras y otros que, sin serlo, eran muy conocidos (Oliver Reed, Charlton Heston, Mark Lester, Raquel Welch, George C. Scott, Rex Harrison, David Hemmings, Ernest Borgnine...) y una banda sonora del no menos famoso Maurice Jarre.
Pero a pesar de esta apuesta y de contar con los últimos avances técnicos, la película resultó un auténtico fracaso, del que la crítica culpabilizó en buena parte a la pobre actuación de Mark Lester en su doble papel. Fuera o no así, lo cierto es que Lester abandonó su carrera de actor.


La historia de Twain es magnífica, con muchas connotaciones que van más allá del simple cambio de roles entre un rey y un desheredado de la fortuna, pues en ella se lanza una mordaz y acertada crítica contra las desigualdades sociales.
Esta adaptación, aunque es interesante y está muy bien ambientada, con ese elenco de actores tan llamativo, sin embargo carece de fuerza y le falta dinamismo y, aunque resulta entretenida, el espectador acaba un tanto decepcionado ante lo que pudo haber sido y se queda en un mero intento.




2 comentarios:

  1. Menudo chorro de actores Trecce, aunque creo que la película no la he visto. Ahora que un actor abandone su carrera, por que lo critiquen, me parece muy fuerte no.

    Salud.

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  2. Creo que no vi esta versión, pero era un título bastante habitual en otros tiempos en las pantallas (aunque nunca tanto como El Conde de Montecristo)

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