lunes, 3 de noviembre de 2014

EL MOLINO Y LA CRUZ

En 1564, el pintor flamenco Pieter Brueghel (conocido como El Viejo), alumbra uno de sus cuadros más conocidos, "Camino del Calvario".
Cuando Brueghel (Rutger Hauer) concibe el cuadro, quiere que sea un lienzo grande, pues como sucede en algunas otras de sus pinturas, quiere reflejar muchas cosas, con miriadas de pequeños personajes pululando por su superficie.
Bajo la aparente impresión de caos, se advierte en el cuadro una sutil configuración en zig zag, con la virgen en primer término a la derecha, Jesús caído en el centro del lienzo y al fondo, de nuevo a la derecha, el círculo negro, imagen del infierno, que forman decenas de personas que se arremolinan alrededor del lugar donde van a ser izadas las cruces. Por encima de todo, los cuervos revolotean y preside todo el cuadro la imagen del molino, levantado en un escarpado imposible, como rigiendo el tiempo al compás de sus aspas. Un cielo nublado y tenebroso da una luz especial al conjunto.
Brueghel vive dentro y fuera del cuadro que se nos representa en el film, recorriendo los escenarios de lo que será su obra junto a su amigo y mecenas Nicolaes Jonghelinck (Michael York). La cámara se acerca a determinados personajes de la composición y nos va narrando las historias de aquellas figuras que, si en el lienzo permanecen congeladas en el tiempo, poseen una vida tras de sí.


Cuando el realizador polaco-estadounidense Lech Majewsky, viajaba a Venecia donde residía su tío, siempre hacía escala en Viena para ver ese cuadro, se las ingeniaba para bajarse del tren, colarse en el Museo Kunsthistorisches de la capital austriaca y plantarse frente a El camino del calvario.
La obsesión de Majewsky por el arte y, en concreto, por ese cuadro que evoca la pasión de Cristo durante la cruenta ocupación española de Flandes en 1564, le llevó directamente a meterse dentro. A convivir con sus 500 personajes, con sus misterios y sus crueldades cotidianas, y a recrearlo hasta la extenuación. Cinco años tardó en dar vida a esa pintura, llegando al extremo de montar una fábrica para tintar las telas de los vestidos con tintes naturales que no existían para lograr los colores del cuadro; o irse hasta Nueva Zelanda solo para rodar el color del cielo.


El guión se basa de manera libre en el texto del historiador de arte Michael Francis Gibson sobre Brueghel. Gibson participa también el guión, junto al propio realizador que además es codirector de fotografía y colabora en la confección de la banda sonora.
Gibson quería reflejar el proceso de creación del cuadro, pero Majewsky va mucho más allá y, como he dicho, imagina lo que se esconde detrás de algunas de las figuras del lienzo, esto le sirve para mostrarnos aspectos de la vida cotidiana de la época. Son entrañables las imágenes dedicadas a la extensa prole del pintor, como niños que son, ajenos a la tragedia que se desarrolla en el cuadro, ellos siguen con sus juegos y bromas.
De cualquier manera, es una película sin protagonistas, algunos diálogos entre el pintor y su mecenas, rompen el discurrir sin palabras de un film que es, sobre todo, imágenes, en el que los personajes deambulan por la escena dedicados a sus quehaceres o son retratados en actitudes contemplativas.


La película responde al concepto que se ha extendido sobre el llamado art movie o películas de arte, hecha con un concepto experimental y no pensando en el gran público. El ritmo es pausado, lento si se quiere, como lo es la realización de un cuadro, como lo debió ser la de este y más que un discurso narrativo, lo que hace es recorrer el cuadro deteniéndose aquí o allá. Los hombres de rojo son tropas mercenarias españolas y los que sufren su represión los protestantes de Flandes; el paisaje y muchas de las escenas son una mezcla de simbolismo y realidad.
Un film de gran belleza plástica, distinto, arriesgado, que hace uso de las últimas técnicas 3D para diseccionar los siete planos distintos que Gibson y Majewsky distinguen en el cuadro, procurando mantener la fidelidad a la ambiciosa pintura de El Viejo.




4 comentarios:

  1. Las imágenes desde luego son bellísimas.

    Saludos Trecce.

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    1. La plástica del film es peculiar y visualmente muy atractiva, como estar contemplando un cuadro tras otro en movimiento.

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  2. Imaginemos que esta experiencia visual se hubiese producido desde cualquier cuadro de Hieronymus Bosch; alucinante. Estos experimentos visuales han sido esenciales en la historia del cine, aunque los resultados comerciales fuesen desastres.

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    1. Ufff, Manuel, daría para hablar largo y tendido, sobre este tipo de films que no son exactamente cine experimental, pues pueden agradar, incluso emocionar, a espectadores para quienes el cine experimental es un tostón.
      De cualquier manera, no creo que Majewsky estuviera pensando en el resultado de público, sino en un nicho muy concreto de espectadores, al igual que no imagino a Dreyer, por ejemplo, pensando en un éxito de taquilla con su "Pasión de Juana de Arco", sabemos que buscan otra cosa.

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