viernes, 28 de noviembre de 2014

GANGS OF WASSEYPUR. PARTES 1 Y 2

Wasseypur es una pequeña ciudad de la India situada en el distrito de Dhanbad, estado de Jharkhand, aunque una vez perteneció a Bengala. Esta ciudad es conocida como la capital del carbón y de allí ya extraían grandes cantidades de mineral los ingleses cuando la India era parte del territorio británico.
Cuando estos se marcharon, la situación empeoró bastante, las minas fueron dejadas en manos de personajes influyentes que se encontraron con que no tenían ni los conocimientos, ni la red comercial de los ingleses, la cantidad de carbón a extraer hubo de aumentarse para buscar la misma rentabilidad de antes, para lo cual, subieron las jornadas laborales de los mineros, pero bajaron los salarios y las compensaciones en especie, y las viviendas que les proporcionaba la empresa, desaparecieron.
En 1941, todavía bajo dominio británico Shahid Khan (Jaideep Ahlawat), capitanea un banda que se dedica a asaltar trenes para robar grano, como quiera que lo venden a precios irrisorios, revientan el mercado y todo los compradores se dirigen a ellos, con lo que crean una especie de monopolio que hace surgir el malestar entre sus vecinos, pues todo el mundo sabe quienes son los saqueadores de los convoyes.
Cuando la banda de Shahid es aniquilada, este se ve obligado a trabajar en la mina que, una vez conseguida la independencia del país, es propiedad de Ramadhir Singh (Tigmanshu Dhulia), un antiguo capataz que, a su vez, convierte a Shahid Khan en su mano derecha para que controle a los obreros y les haga cumplir las duras jornadas de trabajo.
Un día, Ramadir sorprende una conversación en la que Shahid expresa sus intenciones de acabar con su jefe y hacerse con el control de la explotación, por lo que decide golpear primero y ordena matar a Shahid Khan y a su hijo, pero este consigue escapar gracias a un sirviente. Para Sardar Khan (Manoj Bajpai), el hijo de Shahid, sólo habrá un objetivo en la vida, acabar con la de Ramadir, pero quiere hacerlo poco a poco, saboreando la venganza.
El enfrentamiento entre ellos, pasará a las generaciones posteriores.


La película está pensada como un todo, en total casi cinco horas y media, algo que en el cine hindú no resulta tan desatinado como pudiéramos pensar. Allí la gente va al cine a pasar la tarde (o más que la tarde) y, desde luego, amortiza bien el precio de la entrada en lo que a duración se refiere. A la hora de su exhibición en las pantallas occidentales, esto resulta un problema y la película se dividió en dos partes. La primera hace un recorrido temporal desde 1941 hasta los años 90; la segunda, arranca a partir de esos años, hasta llegar a nuestros días, pues acaba en 2009.


La propaganda, presenta a la película como "El Padrino en versión hindú con el estilo de Tarantino", así, tal cual. ¿Exagerado?, seguramente, son cosas de la promoción, ya saben.
Pero lo que resulta cierto es que Anurag Kashyap, su realizador y coguionista, es un admirador de Coppola y de Tarantino, y no tiene empacho alguno en hacer eso que se llama un homenaje a tal cual peli, pero que en realidad son copias de escenas de films anteriores, con un toque personal, pero copias al fin y al cabo.
El realizador recrea escenas enteras, sobre todo de El Padrino, perfectamente reconocibles, y lo hace desde la admiración, como un fan adolescente al que han puesto una cámara en la mano y se explaya sin rubor en revivir lo que sus admirados ídolos hicieron antes que él.


Gangs of Wasseypur está lleno de esos homenajes: El asesinato de Sony en el peaje de la autopista; Don Corleone tiroteado cuando compra fruta en el mercado... y así podríamos seguir citando secuencias que se copian y que el aficionado al cine de este tipo, reconoce enseguida, incluso sonríe al darse cuenta de que está viendo algo que se ha convertido ya en icónico.
Pero Anurag Kashyap, no se queda sólo en esos remedos de El Padrino o en las escenas en las que vemos a la víctima, pero el tirador nos queda fuera de plano, sorprendiendo al espectador, al estilo de Tarantino, sino que bebe en las fuentes de Pekinpah o de Scorsese, por citar los más conocidos, dando rienda suelta a una violencia inusitada y gratuita, pero, por desgracia, real como la vida misma y, como esta, carente de lógica y de cualquier atisbo de piedad. Todo ello, acompañado de sus particulares gotas de humor (negro, por supuesto) que, sin llegar a la altura de los grandes maestros, pone un toque de cierta inteligencia en el guión.


El conjunto de la película (las dos partes), es un tanto desigual, a mí me ha gustado más la segunda mitad.
En la primera, el desarrollo se hace lento en algunas fases, la música está menos integrada, parece un poco metida con calzador, como para contentar al público hindú, tan amante de los interludios musicales, sin embargo en la segunda mitad, a pesar de que las canciones son más, la impresión es de que están totalmente imbricadas en el desarrollo de la historia y, además la acción se vuelve trepidante, todo discurre de manera mucho más fluida y se hace más corta y mucho más entretenida que la primera mitad del film.


Magnífica película, con unos personajes con los que llegas a empatizar, muy bien definidos que se ven realzados por las buenas interpretaciones de quienes les dan vida.
Una película muy entretenida, de buen nivel técnico y que da cien vueltas a muchos de los films recientes que se ha hecho en Hollywood sobre gansters, para conectar, salvando las distancias, con los clásicos modernos que hemos mencionado a lo largo de la entrada.





2 comentarios:

  1. Pues como dices si en otros sitios dividieron la película en dos partes me parece muy bien, porque aguantar casi seis horas, ya le tiene que gustar mucho a uno la película y el cine en general.

    Saludos Trecce y que pases buen fin de semana.

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    1. La cultura cinematográfica en la India, no tiene nada que ver con la de aquí, allí la gente va al cine, en ocasiones, a pasar la tarde o la tarde-noche, hay intermedios en los que salen de la sala, se come en ellas... ¿Que es raro?, bueno aquí en occidente también ocurre con otro tipo de espectáculos, que se lo digan a los americanos con los partidos de fútbol americano o baloncesto, o aquí mismo con las carreras de coches o motos.

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