A la postre sería la despedida del gran Wilder.
Es cierto que podía haber habido mejores trabajos para despedirse, pero ya hubiera sido rizar el rizo que se hubiera marchado con un peliculón de esos que marcan época, hubiera resultado un poco abusón.
Así que nos dejó, emulando a Trabucco (el personaje interpretado por Matthau), después de hacer su último trabajo, para vivir la placidez del retiro bien ganado y lo hizo de una manera más que corrrecta, por más que la crítica de su país poco menos que menospreciara el film.
Ya he dicho otras veces que no entiendo mucho de cine, pero a mí me parece que tampoco es para tanto, tirar esta peli por los suelos me suena a pecado, porque aparte de la buena factura técnica, en la que cada cosa está en su lugar, reune algunas de las mejores esencias de las comedias wilderianas.
Es cierto que podía haber habido mejores trabajos para despedirse, pero ya hubiera sido rizar el rizo que se hubiera marchado con un peliculón de esos que marcan época, hubiera resultado un poco abusón.
Así que nos dejó, emulando a Trabucco (el personaje interpretado por Matthau), después de hacer su último trabajo, para vivir la placidez del retiro bien ganado y lo hizo de una manera más que corrrecta, por más que la crítica de su país poco menos que menospreciara el film.
Ya he dicho otras veces que no entiendo mucho de cine, pero a mí me parece que tampoco es para tanto, tirar esta peli por los suelos me suena a pecado, porque aparte de la buena factura técnica, en la que cada cosa está en su lugar, reune algunas de las mejores esencias de las comedias wilderianas.
Algunos diálogos sensacionales, de los de troncharte por lo bien concebidos y por la inteligencia de sus chistes y mensajes.
Recursos visuales y gags que sólo están a la altura de los mejores, ese continuo montar y desmontar el arma con la que va a hacer su "trabajo" Trabucco, es sensacional, un hallazgo para hacer compañía al ir y venir de una habitación a otra, o del hotel al hospital, que contribuyen a darle ese ritmo rapidísimo heredado del cine mudo y que hace más graciosa la trama, pero que ya está más visto.
Y la parejita esta: Lemmon y Matthau, Matthau y Lemmon. Si ellos están, la comedia ha de funcionar a poco que el guión se lo permita, sospecho que incluso sin nada, serían capaces de arrancarnos alguna sonrisa.
Y aquí no se preocupen, que les van a entretener seguro. Maravillosos como siempre.
Hasta Klaus Kinski queda bien, porque para el papel que le asignan, queda muy conveniente esa pinta y esos ademanes de alucinado que tiene.
Una comedia de las de siempre, de las clásicas, de las de hacernos reír y con sus buenas dosis de crítica a algunos estamentos sociales.
Gracias Sr. Wilder, fue un placer.
No es una película redonda, pero si una digna despedida a uno de los más grandes directores y genios que ha habido en el cine.
ResponderEliminarDesde luego si la comparas con una de esas comedias de adolescentes soeces que triunfaban hasta hace bien poco, es una obra de arte.
ResponderEliminarA mí este Matthau de siempre me ha caído bien por la cara que tiene de avinagrado y antipático. Saludos.
ResponderEliminarWilder ha dejado una impronta imborrable en la historia cinematográfica. Tiene obras muy benas, otras no tan buenas, pero por termino medio, ha dejado el pabellón muy alto.
ResponderEliminarSaudos cordiales
Hace muy bien ese papel de socarrón que está de vuelta de todo, pero entrañable y sentencioso, Rafa.
ResponderEliminarWilder es, definitivamente, un grande, José Luis.
ResponderEliminarTampoco la tiraría por el suelo. De hecho está en la estantería, y la he visto un par de veces, y lo que es mejor: me he reído bastante con ella.
ResponderEliminarSaludos!
No es que sea para tirar cohetes, pero ya lo hemos comentado otras veces, Ethan, ¡cuántos quisieran!
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