Jean Tournier (Jean Moreau), casada desde hace 8 años con el propietario de un diario de provincias, frío, distante y desatento con su esposa y madre de su pequeña hija. Para divertirse viaja a París con frecuencia, donde se hospeda en casa de su amiga Maggy (Judith Magre) y se entretiene con un playboy español, jugador de polo, Raúl (José Luis de Vilallonga). Un día, volviendo desde París a su casa de campo, se le estropea el coche, pero consigue llegar a casa gracias a la ayuda de un joven. Este breve encuentro la hará recapacitar y plantearse la posibilidad de comenzar una nueva vida.
El guion se inspira en el cuento erótico Point de lendemain (también titulado Ningún mañana o Sin Mañana) del escritor, dibujante y diplomático francés Dominique Vivant Denon, publicado de forma anónima en 1777. En el fondo, la película de Louis Malle, no deja de ser una sátira, incluso una burla, sobre la clase acomodada, esos que se levantan al mediodía y dedican el resto de la jornada a pasear, ir de compras o jugar al polo, mientras esperan el inevitable evento social que se celebrará esa noche y al que, como siempre, acudirán con grandes expectativas, para acaba regresando a casa con la misma decepción y el mismo vacío existencial que de costumbre. Así viven, instalados en la vida ociosa y buscando algo que ni ellos mismos saben qué es.
En medio de esa búsqueda, la protagonista, lo que encuentra es el frenesí físico, pero sobre todo mental, un estado en el que no valen las apariencias, sino los sentimientos.
El maestro francés se quejaba de que la película estaba triunfando por aquellas cosas que él no buscaba, tras las dificultades para su estreno en Francia y las complicaciones en EE.UU., donde el exhibidor acabó en los tribunales (ganó el caso, por cierto), pues el film fue considerado escandaloso por algunos sectores. Y, claro, con el escándalo llega el interés morboso del público y el éxito en taquilla y más cuando los distribuidores, que van a lo que van, utilizan frases promocionales del estilo de "La más atrevida historia de amor jamás contada". Hay que ponerse en el momento (1958), hoy seguramente, puede considerarse como pudorosa la escena de cama y la larga secuencia de la noche romántica en que los dos amantes se descubren uno al otro, como pura poesía cinematográfica. Pero en aquel entonces, que una mujer casada y madre sea capaz de abandonarlo todo por el placer y un futuro incierto, supongo que sería todo un desafío contra las convenciones y algo bastante escandaloso. En España, por supuesto, estuvo prohibida.
Por cierto, que pasó a la historia el argumento del magistrado Potter Stewart cuando se juzgó en EE.UU. si el film era pornográfico o no, dijo algo así como que tal vez nunca fuera capaz de definir de forma inteligible lo que es pornografía, "...pero lo reconozco cuando lo veo y la película involucrada en este caso no lo es”.
El elegante erotismo que destila, su brillante sensualidad y la seductora narrativa, continúan resultando atractivas, sin olvidar la especial interpretación de Moreau.
Al menos, al español lo hizo jugador de polo y no el típico torero.
ResponderEliminarUn papel que le iba muy bien al playboy de Vilallonga.
EliminarLa sociedad de aquel entonces era excesivamente mojigata como para comprender en su justa medida una obra maestra de tales proporciones.
ResponderEliminarProbablemente.
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