CASA DE MUÑECAS

 

Representada por primera vez en 1879, esta obra de teatro provocó gran controversia al plantear la negativa de una esposa a seguir siendo para su marido la dócil mujercita sin autonomía alguna a que la sociedad la tiene acostumbrada.

La protagonista, Nora, aparenta ser feliz en su matrimonio. Sin embargo, un episodio sombrío se proyecta sobre su alegría: Años atrás se vio forzada a recurrir a falsificar la firma de su padre para obtener un préstamo con el que costear el tratamiento médico de su marido. A medida que la tensión del conflicto aumenta, la monotonía burguesa de la protagonista se convierte en un nudo corredizo que la va dejando sin aire y Nora observa impotente la imposición de todo un mundo de valores contradictorios que amenazan su ideal de felicidad.

En palabras del autor "existen dos códigos de moral, dos conciencias diferentes, una del hombre y otra de la mujer. Y a la mujer se la juzga según el código de los hombres. [...] Una mujer no puede ser auténticamente ella en la sociedad actual, una sociedad exclusivamente masculina, con leyes exclusivamente masculinas, con jueces y fiscales que la juzgan desde el punto de vista masculino."

La obra generó una enorme polémica y diversos sectores la consideraron un ataque a los fundamentos de la familia, hasta el punto de que el autor se vio obligado a cambiar su sorpresivo final para su estreno en Alemania.

Desde su estreno en Copenhague el 4 de diciembre de 1879, ha sido representada en innumerables ocasiones en todo en mundo y en los más variados idiomas. A Nora la han dado vida las que entonces estaban entre las mejores actrices del planeta, entre ellas la española Catalina Bárcena, considerada junto a Margarita Xirgu y María Guerrero, una de las tres grandes actrices españolas de la época. La interpretó en 1917, en el Teatro Eslava de Madrid, en versión de Gregorio Martínez Sierra.

No solo ha suscitado las reseñas de críticos teatrales en prensa, sino también estudios en los libros consagrados a Henrik Ibsen.