David (Vladimir Cruz) es un comunista convencido que estudia en la Universidad de La Habana. Diego (Jorge Perugorría) es un artista homosexual acosado por la homofobia del régimen castrista. A pesar de las abismales diferencias que los separan, entre ellos surge una profunda amistad.
Junto a comentarios elogiosos, he leído alguna crítica acerada contra esta película porque ataca al socialismo, a la revolución y al régimen castrista. Supongo que será de algún acérrimo a estas ideologías que no acepta muy bien las críticas.
Por si alguno no lo sabe, Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío, realizadores del film y Senel Paz, guionista del mismo, en uno de cuyos relatos se apoya la historia, son cubanos y hablan de lo que saben, de lo cercano, de su país, que es lo que mejor conocen y la mejor manera de que su trabajo salga bien, porque cuando hablas de lo lejano y desconocido, tienes más papeletas para hacer un mal producto.
Así que igual que Brokeback Mountain, por ejemplo, aborda el asunto de la homosexualidad en EE.UU. y habla de las obstáculos, incluso las desgracias, que han de soportar los homosexuales en ese país porque sus autores son norteamericanos; este film lo centra en Cuba, porque sus autores son cubanos, ni más, ni menos. Ver más allá es querer rizar el rizo y eso de que en otros sitios del planeta ocurría lo mismo en los años setenta, siendo cierto a medias, pues en ningún país occidental estaban los gays para tirar cohetes en los años 70, no quita para que en Cuba las cosas fueran, más o menos, como las cuenta la película.
En la parte positiva, hay que señalar que, habiendo aportaciones económicas de España y México, la película está producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).
La película navega entre algún momento dramático, duro incluso y un cierto tono de comedia y, sin renunciar a su mensaje reivindicativo, es un grito que clama libertad, pero, sobre todo, comprensión. Hasta que no conoces al otro, debes abstenerte de criticarlo y, desde luego, mucho menos en plan fanático y sectario. Cuando David conoce a Diego de verdad, descubre a la persona y ello le lleva, en primer lugar, al respeto y en algunas cosas, incluso a la admiración.
Me recuerda a cómo Durruti, adalid anarquista, durante la guerra civil, se llevó unos cuantos homosexuales por delante solo por el hecho de serlo.
ResponderEliminarHay muchos más casos, incluso de auténticos iconos de la izquierda, que persiguieron a los homosexuales o mostraron su clara animadversión hacia ellos.
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