miércoles, 28 de febrero de 2024

EL CABO ATRAPADO

 


El 22 de junio de 1940, Francia y Alemania firmaron el cese de hostilidades, a pesar de ello y con la excusa de que la guerra contra Gran Bretaña continuaba, miles de soldados franceses fueron hechos prisioneros y conducidos a campos situados en Alemania. Un cabo que se halla en tales circunstancias, se niega a aceptar su nueva condición y no dudará en intentar escapar una y otra vez a pesar de sus continuos fracasos y los castigos a que se ve sometido.


El guion adapta la novela Le Caporal Épinglé, del francés Jacques Perret, publicada en 1947, en la que narra la historia de su cautiverio en Alemania y sus intentos de fuga.


La película presenta personajes y situaciones bastante realistas, apenas comportamientos heroicos. Los prisioneros franceses se muestran resignados, procurando obtener buenos destinos que les permitan ir pasando los días sin demasiadas privaciones y obteniendo pequeños privilegios a la espera de que aquello acabe y se produzca el momento de su liberación. Apenas tres de ellos (el cabo, un agricultor y un empleado de una compañía de gas), muestran cierta temeridad y decisión de rebelarse y escapar y aún el último de ellos, después de haber recibido una reprimenda del cabo que le reprocha su cobardía y mostrarse acomodaticio con la situación. 
Los alemanes, aunque es cierto que castigan a los que consideran indisciplinados, tampoco son representados con especial saña, incluso a algunos de ellos, los vemos como personas bastante normales, incluso comprensivas. Así que, en el fondo, Jean Renoir reviste al film de cierto espíritu de reconciliación, al menos de olvidar tiempos pasados y con un deseo de restañar viejas heridas, representado sobre todo en el hecho de que sea precisamente una joven alemana la que ayude en la huída a los prisioneros en su postrer intento por liberarse del cautiverio. También hay una crítica al sinsentido de la guerra y al hecho de que sean los poderosos quienes decidan y los de siempre los que sufran las consecuencias. 
Decía Renoir que pretendía hacer reír al espectador, pero quizá es el aspecto de comedia el menos conseguido del film y eso que hay alguna escena con cierta gracia (magnífico el diálogo entre el oficial alemán y el suboficial francés, cargado de fino humor), pero quizá no es un campo de prisionero el escenario más propicio para arrancar sonrisas al espectador.




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