Bottleneck es la típica ciudad del “Oeste” corrompida y dominada por un cacique, Kent (Brian Donlevy), un individuo sin escrúpulos que controla todos los negocios, acapara las tierras de los alrededores e incluso quita y pone sheriffs a su antojo. De ese modo, y creyendo que será una marioneta en sus manos, le entrega la estrella al borracho del pueblo, Washington Dimsdale (Charles Winninger), pero este va a sorprender a todo el mundo trayendo como ayudante al joven Destry (James Stewart), hijo de un antiguo y célebre guardián del orden y que se toma muy en serio su trabajo, aunque emplea métodos poco ortodoxos. Sin portar armas de fuego, e investigando concienzudamente lo que ocurre en el pueblo, Destry va ganándose poco a poco la admiración de sus habitantes más decentes, e incluso la de la propia chica del malvado Kent, una pícara cabaretera llamada Frenchy (Marlene Dietrich).
Aunque los títulos de crédito indican que el guión está basado en la novela Destry Rides Again, de Max Brand, al parecer, la película es totalmente diferente al libro. Hay un par de adaptaciones más del libro, una de 1932 y otra de 1954, e incluso se llegó a adaptar para el teatro en forma de musical.
El film es una mezcla de humor, romance, suspense y acción, bien combinados. De cualquier modo su principal aliciente es la presencia de Stewart y Dietrich, ésta incluso canta un par de canciones, el resto es una película divertida, con un argumento a veces un poco tontorrón. Algunos ven en ella un film pacifista (ya estamos viendo cosas de ayer con ojos de hoy), pero en realidad, aunque Destry evita el uso de armas y está en contra de ellas, al final echa mano de los revólveres que heredó de su padre para matar al villano, vamos, eso tan americano de justificar la posesión de armas para usarlas en legítima defensa, que los norteamericanos llevan en los genes, precisamente desde estos duros tiempos de las nuevas ciudades donde imperaba la ley del más fuerte.
En el film también podemos contemplar una sátira de algunos estereotipos del western: la mencionada de que el protagonista no lleva armas, pero además, bebe leche y rehuye las peleas, de las cuales hay unas cuantas a lo largo de la película; también nos ofrece un ejemplo de inversión de roles, cuando las mujeres toman el protagonismo en algunas de las secuencias.
Una producción modesta, con buenos intérpretes, con algunos llamativos diálogos y un envoltorio de humor en todo el film, a veces logrado y otras no tanto.
Por lo visto, se trata de un clásico. Trataré de verlo.
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Acabo de dejar un comentario en tu entrada anterior
Absolutamente clásico.
EliminarBuena película con un joven Stewart en uno de sus primeros western. Eso sí, algo lejos de los que haría con Anthony Mann, que son palabras mayores.
ResponderEliminarPor supuesto, nada que ver.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarLa vi hace poco. Una película de ese mágico 39. Me sigue pareciendo estupenda.
Saludos!
Con el encanto del cine clásico.
EliminarA priori, nadie diría que James Stewart y Marlene Dietrich tengan mucho en común. Y, sin embargo, ahí están los dos poniendo de manifiesto una química extraordinaria.
ResponderEliminarGrandes intérpretes, sin duda.
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