viernes, 13 de diciembre de 2013

EL IMPERIO DEL SOL

Jim Graham (Christian Bale) es un niño inglés que vive con sus padres en Shanghai aislado de la realidad del resto de la ciudad, en su elegante barrio, con construcciones a imitación de cualquier zona residencial de clase alta de Inglaterra. Jim es un niño mimado, caprichoso y desconsiderado con el personal de servicio de la mansión.
Ajenos a todo el conflicto que se está viviendo en Europa y a los evidentes síntomas de tensión en la propia China, cuando el ejército japonés toma las calles de la populosa ciudad, se produce una desbandada en la que todo los extranjeros quieren salir de cualquier de manera. En la riada humana que llena las calles, Jim se ve aislado de sus padres y, tras diversas peripecias, acaba en el campo de concentración de Soo Chow, situado junto a un aerodromo militar.
De la vida privilegiada y el ambiente elitista, el niño pasa a un ambiente de miseria y dolor que le obligará a madurar precipitadamente. Sin embargo, su pasión por los aviones sigue viva y le ayudará a abstraerse de la triste realidad en la que se desarrolla su vida.


El guionista Tom Stoppard, adapta la emotiva novela autobiográfica de J.G. Ballard, sintetizándola muy bien y sin traicionar el mensaje de la narración.
Buen trabajo fotográfico y una banda sonora de John Williams muy bonita que incluye algunos pasajes de inspiración oriental y el emotivo momento de la ceremonia de despedida a los kamikazes, cuando Jim canta la canción gaélica Suo Gon.


La película narra, desde la óptica subjetiva de un niño, el sufrimiento de la población civil durante un conflicto bélico, en este caso la II Gran Guerra y concretamente la invasión de China por los japoneses.
El protagonista se ve atrapado en la vorágine de descontrol y pánico que envuelve estas situaciones hasta ir a parar al campo de concentración.
Spielberg retrata muy bien la "nueva vida" del joven, el paso de un entorno en el que su vida está solucionada y es tratado como un pequeño príncipe, a la dureza cotidiana de su "nueva casa", donde se ve obligado a madurar a marchar forzadas.
Vamos viendo, narrado con eficaz lenguaje visual, la evolución del crío, desde el reparo, incluso la repulsión por las situaciones que se le presentan, hasta aprender a convivir, casi con naturalidad, con la miseria, el dolor, la injusticia y la muerte.
El realizador adopta con la cámara, por encima del afán de realismo, que no traiciona, un lenguaje casi lírico que se pone de manifiesto, sobre todo, en la fascinación del niño por los aviones y un extraño fervor por los pilotos japoneses, con algunas escenas realmente poéticas, como la mencionada de la ceremonia de despedida a los kamikaces, o el saludo militar a los pilotos, que estos le devuelven, cuando descubre maravillado que el campo de concetración está junto a un aerodromo.


No toma partido, sino que trata de contar el sufrimiento de los débiles, de los desprotegidos y si alguien sale malparado es el personaje de Basie (John Malkovich), uno de esos espabilados supervivientes que sacan partido hasta del dolor ajeno, al que Jim admira como el padre del que se ha visto separado y hasta el final del film, su mente infantil no logra desvelar cómo es en realidad esta persona.


Magníficas interpretaciones tanto de Malkovich como de Bale, que ya deja ver el gran actor que llegará a ser.
Rodada con sobriedad, ni siquiera en la escena final del reencuentro, que se prestaba a ello, Spielberg se deja llevar por el efectismo, Jim no habla, no llora, y cuando abraza a su madre, lo hace sin efusividad.
Magnífica la manera de cerrar el círculo narrativo en imágenes, la peli se abre con unos ataúdes flotando en el agua, y acaba con la maleta de madera de Jim, flotando en el Yang Tsé, el reflejo de una infancia aniquilada.
Por cierto, las escenas de exteriores del campo de concentración están rodadas en Trebujena (Cádiz). Mientras se estaban buscando localizaciones en Kenia e Israel, no se sabe cómo, un vídeo sobre aceites rodado por el productor cinematográfico Antonio Pérez en las marismas de Trebujena fue visto por el genio de Cincinnati. Spielberg buscaba un atardecer maravilloso, quería algo especial y en la finca "Alvantus", sobre las marismas a orillas del Guadalquivir, el realizador norteamericano encontró el atardecer que le cautivó.




4 comentarios:

  1. Buena es poco... el transfondo de la película, la pérdida de la inocencia, la capacidad de supervivencia... Una película excelente... de lo mejor de Spielberg.

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  2. Me alegra tu reseña porque la película es mucho mejor de lo que siempre se ha dicho de ella, que si era irregular, que si es una de las peores de Spielberg, etcétera. Creo que el director fue valiente al retratar la admiración de un chaval, prisionero de un campo de concentración, por los aviones que estaban matando a sus compatriotas. Porque se puso en la piel del niño que siempre es el propio Spielberg.
    Saludos.

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    1. Yo también he leído esas críticas de las que hablas, en fin... Una película cuyo lenguaje cinematográfico es excepcional, muy bien narrada en imágenes, algo que por lo que se ve, muchos no aprecian o no entienden quedándose tan sólo en lo evidente.
      A mí no sólo no me parece una de las peores de Spielber, sino que considero que es de sus obras mejor acabadas.

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