Clemencia es una huérfana que se ha criado en un convento y que ahora, cuando apenas ha salido de la pubertad, es acogida por su tía (la Marquesa) en su casa sevillana, junto a sus dos primas, Constancia y Alegría.
Clemencia es una mujer fuerte, alegre y guapa y, por iniciativa de su tía, se casará con un tipo que la trae a mal traer, aunque, eso sí, es lo que se entiende un buen partido.
El marido (para bien de Clemencia), acaba muriendo y ella, tras un breve paso, de nuevo, por la casa de su tía, acabará viviendo con los padres de su difunto esposo, don Martín Ladrón de Guevara y señora, en el pueblo de Villa-María, donde él tiene un mayorazgo y es el más acaudalado de los vecinos de la zona.
Allí, en aquel ambiente sano y rústico encontrará Clemencia la paz, el cariño y la alegría de vivir, siendo para sus nuevos padres, la hija que nunca tuvieron.
Fernán Caballero contrapone este ambiente rural, con la agitada vida de la urbe, pero quizá lo más llamativo del libro es el uso que hace en algunos de sus pasajes del lenguaje popular andaluz. Al principio de la novela, Cecilia Böhl de Faber, acude a la autoridad, nada menos, de sir Walter Scott: Tiene diálogos enteros en dialecto escocés, (dice Fernán Caballero) lo que nadie, que sepamos, ha motejado al ilustre novelista.
Durante la impresión de esta misma novela, a cuyo cargo estuvo Juan Eugenio Hartzenbusch (amigo y protector de la autora), insiste en que cada palabra subrayada deberá imprimirse en letra bastardilla. No deberán omitirse las faltas de pronunciación que llevan algunas palabras, porque están escritas expresamente y con intención.
En la segunda parte de la novela (está divida en tres partes y un epílogo) es donde mejor se aprecian los pasajes dialectales que nos aporta y se ponen muy de manifiesto en los diálogos de don Martín Ladrón de Guevara con la Tía Latrana, que componen algunos de los párrafos más divertidos de la novela.
No la he leído.
ResponderEliminarPero el prólogo ya me ha gustado "Carta a mi lector de las Batuecas"
Un saludo.
No te hagas ilusiones, Paloma, es un nombre genérico. Pero sí que tiene su enjundia el prólogo que citas.
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