Miniserie de tres capítulos que cuenta la historia dramatizada del único triunfo en solitario de España en el festival de Eurovisión. Puede que alguien se quede con la parte musical del asunto, sobre todo porque cuenta con una evocadora banda sonora, pero yo pienso que lo que de verdad da valor al trabajo creativo de Pepe Coira y Fran Araújo, sus creadores, es su aspecto histórico, porque sabe manejar muy bien los tiempos entre música, los pequeños y grandes detalles de la intrahistoria de cómo se creó todo aquello y el entorno social y político del momento.
Hay quien piensa que podrían haber profundizado un poco más en este último aspecto, yo creo que hay suficientes productos audiovisuales que han contado, incluso diseccionado, cómo era la España del momento, aún con la alargada sombra del dictador y sus secuaces planeando sobre el día a día de la ciudadanía, pero también con las ganas de vivir de ésta, empujada por una modernidad que no tenía vuelta atrás y que se había visto alimentada con la llegada del turismo y la influencia de los países de nuestro entorno.
Así que la serie, sin eludir ese contexto, que queda patente con secuencias que muestran esa otra realidad de falta de libertades, se centra sobre todo en los entresijos de la historia que pretende contar y lo hace echando mano de un sentido del humor inteligente y muy conseguido que ridiculiza sin excesos, pero con tremenda certeza, a algunos de los personajes y nos relata las luchas intestinas que se vivieron alrededor del proyecto en el que se involucra Esteban Guerra (Patrick Criado), un joven ejecutivo de TVE que consigue ponerse al frente de algo que parece imposible: ganar el festival de Eurovisión. Una petición directa del dictador Francisco Franco (Luis G. Gámez). Sin experiencia musical, pero ansioso por ascender, Esteban toma las riendas del proyecto y convence de unirse a la aventura al peculiar Artur Kaps (Alex Brendemühl), responsable de los grandes espectáculos televisivos de la época. Juntos emprenden la "Operación Eurovisión", un plan para encontrar la canción y el intérprete ideales que proyecten en Europa la imagen de un país moderno y abierto, tal como desea el gobierno. El pegadizo tema "La La La" interpretado por Massiel (Carolina Yuste) y compuesto por Ramón Arcusa (Joan Sentís) y Manuel de la Calva (Eduardo Ferrés), los dos integrantes del Dúo Dinámico, triunfa con una actuación icónica para la que el elegido, en principio, era Joan Manuel Serrat (Marcel Borràs).
Interpretaciones más que correctas de los principales protagonistas, de las que ya otros han destacado la labor de Carolina Yuste, Patrick Criado, Laia Manzanares o Xosé A. Touriñán, algunos de ellos consiguiendo dejar de lado el histrionismo al que se prestaban sus personajes. Pero me van a permitir que me quede con el gran trabajo de Alex Brendemühl, interpretando al gran Artur Kaps, el alma de aquella compañía, Los Vieneses, que impulsaron los programas de entretenimiento de aquella televisión en blanco y negro que acaba de nacer, con los inolvidables Franz Joham, Gustavo Re y Herta Frankel. Brendemühl protagoniza algunos de los momentos más divertidos, con sus sarcasmos que retratan el difícil y a veces cruel mundo del show business y todo lo que se mueve alrededor de él.
Un producto bien hecho, cargado de añoranza y emotividad que a algunos les traerá viejos recuerdos y a otros quizá les ayude a comprender un poco mejor cómo eran las cosas en aquellos años cruciales.