Elli (Lena Watson) es una androide y vive con un hombre al que llama padre. Es capaz de rememorar vacaciones y cualquier otra cosa que él programe para que ella recuerde. Durante el día se dejan llevar por el verano y por la noche él la lleva a la cama. Diseñada para asemejarse a uno de sus recuerdos, realmente parece estar viva, a veces incluso parece soñar, y sin embargo no deja de ser un robot, un contenedor para unos recuerdos que lo son todo para su dueño, pero nada para ella.
Lena Watson, en realidad es un seudónimo para proteger la verdadera identidad de la protagonista, que usa una máscara de silicona para parecerse al fantasma de la hija del hombre y para darle más apariencia de androide, pero también para proteger dicha identidad.
¿Por qué todas estas prevenciones?, pues porque la realizadora, la austriaca Sandra Wollner, coautora también del guión, ya sabía que iba a provocar controversia, como así ha sido, con problemas para su estreno en algunos países y parte del público abandonando la sala escandalizado en el Festival de Berlín 2020, en el que recibió el Premio Especial del Jurado en la sección Encuentros. Al parecer, hay quien ve una invitación a la pederastia en algunas de sus escenas.
Leo en algunas críticas especializadas que el argumento es una especie de puesta al día del Pinocho de Collodi o del Frankenstein de Mary Shelley. No estoy muy de acuerdo, aunque es cierto que, si retorcemos el asunto, se pueden encontrar inspiraciones no solo en estos relatos, sino en otros muchos, porque casi todo está escrito y filmado y las inspiraciones sobre las que el arte da vueltas y vueltas en las últimas décadas son sobre asuntos que ya estaban ahí, en muchos casos, desde los clásicos griegos.
Yo pienso que la película de Sandra Wollner, discurre por otros caminos. En la primera de las dos historias que narra, un padre ha programado al androide con los recuerdos del último verano que pasó con su hija, que, al parecer, desapareció. El segundo de los relatos, comienza cuando Elli, repitiendo la historia de la niña a quien encarna, se vuelve a escapar y la encuentra un hombre que la reprograma para que haga compañía a una anciana (¿su madre?) que perdió a su hermano hace sesenta años, cuando éste fue atropellado por un tren tras haber huído de casa después de una pelea con ella en la que la chica resultó herida.
Así que pienso que las reflexiones del film van sobre la pérdida, la soledad e incluso un cierto sentimiento de culpa. Elli no es el típico androide que hemos visto en otros films que sabe hacer tareas que alivian el trabajo de sus dueños o que tiene una inteligencia privilegiada, en realidad no hace nada, no tiene especiales capacidades, sirve, en todo caso, para llenar un vacío, es una especie de ilusión hecha realidad, la de resucitar a un ser que hemos perdido, pero los resultados no son los esperados, porque el androide, llevado por sus recuerdos, toma decisiones que harán revivir a sus acompañantes no solo los buenos momentos (para eso lo querían), sino también los malos y el dolor y la tragedia volverán a reproducirse.
¡Hola!
ResponderEliminarNo tenía ni idea de la existencia de esta película, y menos de la polémica. Me ha llamado mucho la atención, y aunque ahora no quiero ver historias de pérdidas queda anotada para le futuro.
Gracias por la reseña y feliz día.
Muchas gracias a ti. Un saludo.
Eliminar¡Hola!
ResponderEliminarHabía oído hablar de esta peli, pero aún no la he visto y bueno, espero hacerlo pronto.
Buen día.
No creo que acabe de conseguir lo que la realizadora pretende, de cualquier modo, me parece interesante.
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