Un pedófilo anda suelto. El principal sospechoso se llama Dror (Rotem Keinan), un profesor de religión. Miki (Lior Ashkenazi), un policía que actúa en los límites de la ley, fuerza a Dror mediante una fuerte paliza, a que haga una confesión, pero alguien lo graba y lo cuelga en las redes, debido a ello, el presunto pedófilo queda libre y Miki pierde su trabajo. Miki decide entonces hacerle confesar por su cuenta, pero se entromete en su camino Gidi (Tzahi Grad), el padre de la última niña asesinada. Gidi está sediento de venganza y secuestrará al profesor para torturarlo hasta hacerle confesar en qué lugar ha enterrado la cabeza de su hija.
Un planteamiento que no es nuevo en el cine, el dilema moral de quienes encuentran que los medios policiales no son capaces de resolver un crimen que, al parecer, para ellos está claro, pero en el que no resulta fácil aportar pruebas contra el presunto delincuente. ¿Son lícitas ciertas actuaciones, en este caso las torturas, para arrancar una confesión?
Es evidente que desde el punto de vista legal, no lo son, desde el de cada cual, pues depende de los principios morales que uno tenga, lo que está claro es que el criminal siempre juega con esa ventaja de que la ley, en cierto modo, le protege para evitar abusos y, en ocasiones, parece que las víctimas quedan desamparadas.
Nunca se nos dice en la película por qué la policía está tan segura de que el sospechoso es el autor de los atroces crímenes, suponemos que algo les ha debido llevar a esa conclusión. La película juega con la angustia del espectador ante escenas explícitas de tortura que algunos no podrán soportar y con la permanente duda de si realmente Dror es culpable o no. El film tiene algunos altibajos en su desarrollo, con secuencias muy bien conseguidas, incluso brillantes y otras en que decae bastante y utiliza recursos un tanto decepcionantes, como lo son, en ocasiones, alguno de los giros que propone, para llevarnos a un final que guarda cierta sorpresa.
A quienes les gusten este tipo de películas, pienso que les resultará entretenida a pesar de que recurre a algunos tópicos, pero sabe dejar su propia impronta de originalidad.
Pues yo debo de ser de esos a los que les gustan este tipo de películas, ya que me entusiasmó cuando la vi en el cine, de estreno, y de nuevo años después, hace un par o tres de veranos, durante la pandemia.
ResponderEliminarA mí también me gustó.
EliminarLo malo es que a veces cabe la posibilidad de que el torturado no sea culpable, confiese para evitar el dolor y encima se coma el marrón de la condena.
ResponderEliminarTal vez habría que cambiar la legislación para que no beneficie el que no aparezca el cuerpo de la víctima.
Sabemos que bajo tortura, el sospechoso puede acabar confesando hasta lo que no ha hecho. Sin embargo, eso que apuntas es cierto, porque el dolor y la rabia de las familias que buscan el cuerpo que no aparece por el empecinamiento del sospechoso en no confesar, debe ser horrible.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarMe interesa mucho este tipo de historias, gracias por traerla, tomo muy buena nota. A pesar de ser una trama que ha sido vista en pantalla en otras ocasiones (me estaba acordando de "Prisoners" (2013) creo que funcionan muy bien, tienen al espectador agarrado hasta el final.
Saludos!
Tiene algunos momentos en que, a mi parecer, decae bastante, pero, en general, ya digo que consigue dejar su sello de cierta originalidad.
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