El explorador McIntosh (Burt Lancaster), junto al guía apache Ke-Ni-Tay (Jorge Lucas), ayudan a la caballería de los Estados Unidos a perseguir y tratar de capturar a Ulzana (Joaquín Martínez), pues se ha recibido un informe en el que se indica que este líder apache ha abandonado la reserva con un grupo de seguidores. Cuando el teniente DeBuin (Bruce Davison), el joven y compasivo oficial que manda el destacamento, va encontrando los restos de las víctimas de Ulzana, se ve obligado a enfrentarse a su propia ingenuidad y prejuicios ocultos y aprender de McIntosh que la única forma de combatir a los violentos apaches es usar una fuerza superior.
DeBuin es joven e ingenuo, recién salido de la academia de oficiales, está desempeñando su primer destino e, influído por las piadosas creencias de su padre, un pastor de almas, está convencido de que buena parte de la forma violenta de comportarse de algunos indios, viene propiciada por la manera en que son tratados por los blancos y de la falta de una segunda oportunidad para que se rediman.
La partida de castigo contra Ulzana, se convertirá en una especie de viaje iniciático para el joven teniente, en compañía de McIntosh, un tipo curtido, de vuelta de muchas cosas en la vida y del también joven Ke-Ni-Tay, un explorador apache que le abrirá los ojos sobre el porqué de la manera de comportarse de Ulzana y los suyos. Ante las crueldades que presencia, la forma de comportarse de DeBuin irá cambiando, pasando de la comprensión a la ira y el odio, para acabar asentándose en la realidad.
De otro lado, la persecución es como un juego de ajedrez, cada cual mueve sus piezas tratando de no equivocarse y de adelantarse a los movimientos del rival, saben que el primero que se equivoque habrá de cavar unas cuantas tumbas.
Robert Aldrich nos presenta un western sin buenos ni malos, cada cual sabe lo que se espera de él y lo hace, de manera que la violencia va tomando carta de naturaleza hasta meterse en una espiral cuya única salida es la muerte, sin lugar para la piedad o la compasión. Unos personajes muy bien definidos y una fotografía que encuentra la belleza en los cielos limpios y el paisaje reseco y rocoso de Arizona.
Los indios no son aquí meros personajes de atrezzo, sino que tienen un papel muy importante y se nos presentan como crueles y sanguinarios, por un lado, pero también con sus propios principios y creencias, solo matan para sacar energía de sus enemigos, lo hacen de forma salvaje, es cierto, pero por un motivo que los blancos no entienden y, por otro lado, son inteligentes y hábiles en la lucha y en la planificación de los enfrentamientos armados.
Película con toques originales dentro del género, si se quiere rebuscar, con un cierto mensaje pacifista y antirracista en el fondo de tanta violencia y un soberbio sentido del ritmo y de la acción que se apoya en un magnífico guión. Muchas y bellas imágenes, parco en diálogos, solo para decir lo que hay que decir y con gran profundidad en sus mensajes.