Los acaudalados hermanos Phil (Benedict Cumberbatch) y George Burbank (Jesse Plemons) son las dos caras de la misma moneda. Phil es genial y cruel, mientras George es impasible, quisquilloso y amable. Juntos son copropietarios de un enorme rancho en Montana. Es un lugar donde la rápida modernización del siglo XX se mantiene un tanto al margen, aunque ya hay algunos signos de ella y en el que la figura de Bronco Henry, el mejor cowboy que Phil ha conocido jamás, es venerada. Cuando George se casa en secreto con Rose (Kirsten Dunst), una viuda de mediana edad propietaria de un restaurante, Phil, sorprendido y furioso, lleva a cabo una guerra sádica e implacable para destruirla por completo usando a su delicado e impresionable hijo, Peter (Kodi Smit-McPhee), como instrumento de sus despiadados planes.
El guión de Jane Campion, realizadora también del film, adapta la novela del mismo título, publicada en 1967, escrita por el norteamericano Thomas Savage.
Con una fotografía espléndida y una conseguida banda sonora, Jane Campión nos acerca un western sin disparos y sin peleas, muy bien ambientado en una época en la que aquel mundo de vaqueros, tal como nos lo han mostrado las películas, estaba en buena parte desaparecido.
La directora y guionista neozelandesa, con esa particular mirada femenina que imprime a sus trabajos, plantea una historia que se desarrolla en un ambiente dominado por el machismo y la homofobia, pero en el que pronto afloran las dobleces de alguno de sus personajes que esconden, tras esa fachada, secretos que nada tienen que ver con la cara que presentan a los demás.
Con ritmo cadencioso, incluso lento en algunos pasajes en los que invita al espectador a que pierda su mirada en las bellas imágenes y en los paisajes duros, secos y salvajes, van aflorando los conflictos de familias cuyas relaciones se ven perturbadas por la llegada de terceros, en las que unos se sienten traicionados y otros deciden luchar por solucionar, a su manera, los conflictos.
Un film en el que el aparente conquistador se torna en conquistado, el derrotado en vencedor y la víctima en verdugo.
Benedict Cumberbatch se luce en su interpretación de uno de los villanos más ambiguos que nos ha dado el cine.
ResponderEliminarSaludos.
En efecto, una gran interpretación.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarMe interesaba saber que te había parecido, has hecho un análisis estupendo. Pocas veces la presencia de un personaje logra infundir esa sensación de miedo e incomodidad, incluso cuando no esta en pantalla Phil anda uno medio nervioso.
Saludos!
Es verdad lo que comentas de Phil y saber transmitir eso al espectador es mérito del actor y del realizador.
EliminarVaya: debo de ser de los pocos que todavía no han visto esta película...
ResponderEliminarYo casi me vi obligado a verla, también.
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