lunes, 30 de noviembre de 2020

THE TRIP

 


El prestigioso periódico británico The Observer, ha contratado a un actor llamado Steven (Steve Coogan) para hacer una ruta gastronómica por el norte de Inglaterra. Pero no todo sale bien: su novia – que le iba a acompañar en la aventura – le deja antes de partir, y no tiene más remedio que pedir a su estrafalario amigo Rob  (Rob Brydon) que le acompañe.


Hay quien se aburrió miserablemente con este film del que encontraréis por ahí críticas (de aficionados, no me refiero a las de los especialistas) que la arrastran por los suelos. No es mi caso, me ha divertido y me ha llamado la atención el planteamiento. 
En principio fue concebida como una serie producida por la BBC; a continuación, de los seis capítulos programados, pasó a tener sólo tres y, al final, se convirtió en una película. 
El planteamiento es sencillo, dos amigos (pero no muy amigos), actores conocidos (pero no grandes estrellas) en su país, inician un viaje cuyo objeto principal es visitar restaurantes para escribir sobre sus experiencias gastronómicas en un periódico de gran tirada. Es la excusa, en el film apenas se habla de comida y un poco de los paisajes que atraviesan, para convertirse básicamente en una historia sobre los anhelos, ambiciones y frustraciones de dos personas en cierto modo antagónicas: Rob es bastante feliz en su vida, con su esposa, su bebé y la modesta casa en que vive; Steve, aparentemente con más caché (eso es lo que se desprende de la lectura entre líneas, pues tampoco se dice claramente), con éxito entre las mujeres (cada día del viaje se liga a una chica y se la lleva a la cama) y ofertas de trabajo bastante interesantes, incluso a largo plazo, con un hermoso apartamento en la ciudad, que tiene espléndidas vistas y está decorado con gusto y lujo, sin embargo se ve frustrado y solo, sin nadie que acompañe su vida de persona vacía ahogada en su propia vanidad. 
La película son, en gran medida, los diálogos entre estos dos personajes, con momentos brillantes y divertidos (no de risas o carcajadas) y un trasfondo colateral de cierta parodia a los restaurantes y las comidas de diseño.


Es cierto que, vista en España y por un español, el film pierde algo de su encanto, pues hay una parte importante en que los actores imitan las voces de personajes y actores (Roger Moore, Michael Caine...) y claro, si aquí estamos acostumbrados a ver estas pelis dobladas, no apreciamos esas imitaciones, a no ser que estés dispuesto a tragarte de una tacada los films de estos y otros actores a los que se parodia, en versión original, y son unos cuantos además de los citados (Woody Allen, Connery, Pacino y unos cuantos más). 
Por otro lado y, además de esto, las referencias cinematográficas son constantes (incluso hay un cameo de Ben Stiller) y también las que se hacen a dos pilares de la literatura romántica inglesa, Wordsworth y Coleridge, de los que declaman pasajes enteros. Un guiño que se entiende más desde la cultura británica que desde la nuestra, pues ambos cantaron a la región que nuestros protagonistas atraviesan en su viaje. 
La película es divertida, pero quizá difícil de sacarle su chispa sin conocer con cierta profundidad la cultura británica. Es un humor cotidiano, que aprovecha situaciones cercanas y con el que, si logras conectar, pasas un rato muy divertido. Una propuesta diferente, incluso arriesgada de Michael Winterbottom, de la que opino sale airoso.




viernes, 27 de noviembre de 2020

WITHNAIL Y YO

 


Londres, 1969. Dos actores en paro, Withnail (Richard E. Grant) y Marwood (Paul McGann), hartos de la humedad, el frío, montones de platos sin fregar, traficantes de drogas pirados e irlandeses psicóticos, deciden dejar su sórdido piso de Camden Town para pasar unas vacaciones idílicas en una casa de campo, por cortesía de Monty (Richard Griffiths), el tío de Withnail. Pero cuando llegan allí, llueve sin parar, no hay comida y sus habilidades básicas de supervivencia resultan algo limitadas. Las cosas no mejoran con la llegada del tío Monty, que muestra un incómodo interés hacia Marwood.


Curiosa película fuera de cualquiera de los cánones habituales, convertida en film de culto en el Reino Unido, prácticamente desde su estreno. 
Una pareja de decadentes actores en paro centran el discurso del film en el que los momentos cómicos vienen casi siempre de la mano de los secundarios, pero también de esta pareja de bohemios que lo poco de que disponen se lo gastan en vicios, sobre todo, drogas y alcohol a mansalva, huyendo del estereotipo que se nos presenta normalmente de gente marginal y, en cierto modo, despreciable, esta parejita parecen salidos de la clase media cultivada, pero se muestran totalmente ineptos para todo lo que no sea deambular por ese mundo del arte y la cultura, en el que, por lo que se ve, tampoco encuentran salida a sus propósitos. 
Dice su director y guionista, Bruce Robinson, que muchas de las cosas que se cuentan forman parte de su propia experiencia en la época en que aspiraba a ser actor y, de hecho, algunas de las frases que se oyen al tío Monty, reproducen las que le dirigía a él mismo el director italiano Franco Zeffirelli durante el rodaje de Romeo y Julieta en el que no paró de insinuarse (y algo más), como hace Monty con Marwood.


No vayan esperando carcajadas, quizá ni siquiera sonrisas, pues su humor es muy particular y nada estridente, hasta el extremo de que mucha gente queda decepcionada cuando la ve, esperando que sea una comedia al uso, cuando es más una historia de decadencia y redención. 
Una anécdota: La proyección de prueba con público, pareció ser un desastre total, el público se sentó en la sala con cara seria y no sonrieron ni una sola vez. Cuando concluyó la proyección, el director y guionista Bruce Robinson, estaba totalmente angustiado, hasta que descubrió que la audiencia estaba compuesta en su totalidad por turistas alemanes, que se alojaban en un hotel cercano y que no hablaban inglés.




jueves, 26 de noviembre de 2020

LA ÚLTIMA SEDUCCIÓN

 


La seductora directora de telemarketing Bridget Gregory (Linda Fiorentino) está casada con el Dr. Clay Gregory (Bill Pullman), que acaba de vender cocaína destinada a uso médico a unos traficantes de droga. Clay consigue 700.000$ que ella le roba, huyendo a la pequeña localidad de Beston, en Buffalo. Allí tiene una aventura nocturna con uno de sus habitantes, Mike Swale (Peter Berg). A la mañana siguiente solicita un puesto de gerente en una compañía de seguros utilizando el nombre supuesto de Wendy Kroy y descubre que Mike trabaja en la misma compañía. El ingenuo Mike acaba de dejar a su esposa Trish (Serena), por razones que desconocemos y se enamora perdidamente de la manipuladora Wendy, que ve en el hombre el instrumento adecuado para deshacerse definitivamente de Clay, para lo que trama un sofisticado plan.


Aclamado Film noir que gira alrededor de esta femme fatale, una mujer elegante, hermosa y peligrosa, una maestra de la manipulación emocional y sexual. La pasión, la codicia y la venganza forjan un triángulo desesperado mientras Bridget controla eventos que solo pueden tener un resultado trágico.


Con un magnífico guión de Steve Barancik, este thriller erótico y elegante, se convierte en un relato atemporal, en el que la mujer cobra un papel de protagonismo absoluto. Inteligente, manipuladora y toda una bomba sexual que sabe aprovechar al extremo sus armas de mujer para cumplir sus objetivos sin importarle las víctimas que queden en el camino. Un personaje amoral alrededor del cual los hombres giran como títeres en sus manos.
Linda Fiorentino desempeña con solvencia el papel de su vida, por el que estuvo nominada a un montón de premios, de los que consiguió unos cuantos y aunque fue promocionada para ser incluída entre las candidatas al Oscar, ni ella, ni la película pudieron ser nominadas al haber sido estrenada en la televisión por cable.




miércoles, 25 de noviembre de 2020

ARIZONA BABY


Edwina "Ed" Hucket (Holly Hunter), es una mujer policía que se enamora del delincuente habitual H.I. McDunnough (Nicolas Cage), con el que acaba casándose, para descubrir que no pueden tener hijos, algo que anhela fervientemente. Tras ser rechazados por todas las agencias de adopción a que recurren, deciden secuestrar a uno de los bebés quintillizos del magnate de los muebles Nathan Arizona (Trey Wilson). El matrimonio intenta mantener en secreto su delito, pero amigos, antiguos compañeros de celda y un salvaje cazarrecompensas, buscan a Nathan Jr. para obtener sus propios beneficios.


Colorida y poco convencional comedia plagada de payasadas, con situaciones disparatadas y cómicas alrededor de un bebé tan indefenso como adorable.


Joel y Ethan Coen se adentran en el mundo de la comedia disparatada con esta película que en sus excesos contiene su virtud. Diálogos cargados de humor y una puesta en escena muy llamativa. Con muchos momentos de acción que la dotan de un ritmo vivo y siempre disparatada y caricaturesca, consigue un producto digno dentro de lo excesivo de su planteamiento con unas críticas subyacentes, que pueden quedar obviadas por su envoltorio. Muy entretenida si no eres demasiado exigente y te adaptas a sus planteamientos.


Una anécdota: Los quintillizos Arizona, fueron interpretados hasta por quince bebés, uno de los cuales fue "despedido" durante la producción cuando aprendió a caminar. La madre de este niño llegó a ponerle los zapatos al revés para evitar que caminara.
Y una recomendación: Si son de los que prefieren ver las películas dobladas, al menos tómense un momento para ver en versión original las primeras secuencias, de verdad que no es lo mismo oír la voz de Holly Hunter ordenando a Nicolas Cage que se vuelva a la izquierda que hacerlo en la voz de quien la dobla, pierde gran parte de la comicidad.


 

martes, 24 de noviembre de 2020

EL CARÁCTER DE JOHN FORD

El hombre que dirigió casi 150 películas, muchas de ellas obras maestras, por lo que es considerado por muchos el mejor director de cine de la historia y que abarcó con ellas todo tipo de temas, comedias, dramas, de guerra, históricas, sociales, y por supuesto, westerns con personajes inolvidables, pasó a la Historia por todo ello, pero también por su peculiar carácter. Vamos a referir aquí una anécdota que nos acerca algo a la singular forma de ser de este tipo que una vez, dijo aquello de: “Me llamo John Ford y hago películas del oeste.”
Un día, durante el periodo de la Depresión, un viejo y decrépito sureño, que había trabajado como actor en la época de Ford en la Universal, se acercó al director en los aledaños de su despacho. Aquel hombre era digno de lástima. Su mujer necesitaba desesperadamente someterse a una operación, pero el hospital no la admitía sin un depósito de 200 dólares y el matrimonio no tenía un centavo. A medida que el anciano, presa de los nervios, desgranaba su historia, la abarrotada sala en que se desarrollaba la escena, fue quedando en silencio. Ford, que lo observaba con ojos de terror, iba retrocediendo. Entonces, de repente, se abalanzó sobre el actor y le dio un golpe que lo envió a la otra punta de la estancia y le hizo caer al suelo. "¿Cómo te atreves a presentarte aquí de esa manera?", gritó. "¿Quién crees que eres para hablarme de esta forma?", y, acto seguido, se dirigió a grandes zancadas hacia su oficina.
La sala hervía de indignación; el anciano se arrastraba, tembloroso, detrás de sus pies. El actor Frank Baker, que había asistido a esta desagradable escena, abandonó la estancia hecho una furia. Sin embargo, afuera, se ocultó detrás de un arbusto cuando vio a Fred Totman, el mager de Ford, salir por la puerta, darle al actor un cheque de 1.000 dólares e indicarle al chófer de Ford que lo llevara a su casa. Allí aguardaba una ambulancia. Se trajo a un especialista de San Francisco para llevar a cabo la operación. Algún tiempo después, Ford compró una casa para la pareja y les pasó una pensión durante el resto de su vida.
"He tratado de comprender a Jack (John Ford hacía comenzado su carrera artística con el nombre de Jack Ford y así le seguían llamando algunos de los más cercanos) desde el día en que nació, pero nunca he podido", exclamó su hermano Francis Ford cuando oyó la anécdota de Baker. "La clave está en que, si aquel actor hubiera seguido hablando, la gente se hubiera dado cuenta de que Jack es un blandengue. No hubiera soportado escuchar toda la historia sin venirse abajo. Ha creado toda esa leyenda sobre su dureza para ocultar su ternura."



lunes, 23 de noviembre de 2020

ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO

 


Louis Winthorpe (Dan Aykroyd) es un profesional que trabaja para la firma de corretaje de materias primas Duke & Duke, propiedad de los hermanos Mortimer (Don Ameche) y Randolph Duke (Tom Degidon). Ambos hermanos discuten sobre los asuntos más triviales, entre ellos si es el entorno o la herencia de una persona lo que determina lo bien o mal que les irá en la vida. Para uno es cuestión de genética, para el otro es cuestión de educación. Para corroborar sus teorías hacen una apuesta para lo cual deciden cambiar los destinos de dos personas socialmente antagónicas. La ocasión se les presenta cuando Winthorpe tropieza en la calle con Billy Ray Valentine (Eddie Murphy), un estafador callejero, y se empeña en que ha tratado de robarle el maletín, haciendo que sea arrestado. Al ver cuán diferentes son los dos hombres, los hermanos deciden llevar a la práctica su prueba y ver lo que sucedería si Winthorpe pierde su trabajo, su hogar y es rechazado por todos los que conoce y si Valentine recibe el trabajo de Winthorpe. Entonces hacen arrestar a Winthorpe bajo la falsa acusación de robo y colocarlo en una posición comprometedora frente a su novia, además de desprestigiarlo en el trabajo y entre sus amigos. Así que se ve obligado a confiar en Ophelia (Jamie Lee Curtis) la prostituta que fue contratada para arruinarle la vida.


Comedia dirigida por John Landis, cuyo relato se inspira en la novela de Mark Twain El Príncipe y el mendigo, ambientada en esta ocasión en los ambientes financieros y de los altos negocios bursátiles. 
El film se abre con unas escenas que acompañan a los títulos de crédito, mucho más pensadas y elaboradas de lo que aparentemente pudiera pensarse. Son tomas de la Filadelfia de principios de los 80 en que se mezclan imágenes de estatuas y edificios emblemáticos de la ciudad, con otras en las que aparece la gente corriente: mendigos, trabajadores, pequeños comerciantes, así como algunas del metro, la salida de autobuses de la estación e incluso de una oficina de empleo. Todo ello a los exuberantes acordes de la Obertura de Las bodas de Fígaro, de Mozart. ¿Por qué Mozart? Resulta que no es una elección ociosa, Las Bodas de Fígaro, tiene que ver con la lucha de clases entre amos y sirvientes.


La película tiene tramos muy buenos, no solo entretenidos y divertidos, que lo son, sino también con diálogos y escenas de excelente calidad, junto a algún otro, sobre todo al final, que decae algo. Buenas actuaciones, en general, sobresaliendo los veteranos Don Ameche y Tom Degidon y la comicidad de un casi novel Eddie Murphy en uno de sus mejores papeles.
Una película muy divertida con una crítica al llamado capitalismo salvaje y algo que quizá llama menos la atención, pero contiene una explicación muy sencilla, para ser entendida por quienes no saben nada del asunto, de cómo funcionan los mercados financieros de futuros.


viernes, 20 de noviembre de 2020

GREGORY'S GIRL

 


Gregory (John Gordon Sinclair) y sus compañeros de escuela, están en esa edad en que empiezan a descubrir a las chicas. Los anhelos afectivos de Gregory se dirigen a Dorothy (Dee Hepburn), una chica que juega en el equipo masculino de fútbol, talentosa delantera, cuya entrada en el equipo ha relegado a Gregory al puesto de portero. El muchacho intenta insinuarse lo más posible, pero sin atreverse siquiera a decirle que le gusta. La única persona de su confianza que le ofrece consejos constructivos, es su hermana menor Madeline (Allison Forster). 
Cuando finalmente se atreve a invitar a Dorothy, el resultado de la cita no es exactamente el que esperaba.


Rodada con escaso presupuesto, la mayoría de sus actores (excepto la protagonista femenina), eran aficionados y la verdad es que lo hacen bastante bien.


Lo mejor del film es cómo retrata la torpeza del desgarbado Gregory, que resulta tremendamente simpático y natural. Tiene más cosas curiosas, como el retrato que hace de los avances sociales en cuanto a la paulatina desaparición del tradicional reparto de roles por géneros, así vemos a uno de los amigos de Gregory que es el rey de la cocina, tanto en las clases de esta materia (las chicas van a preguntarle cómo se preparan los platos), como en sus constantes ensayos de repostería con los que hace pequeños negocios; por contra, Dorothy es, con holgura, la más desenvuelta del equipo de fútbol, mucho más dotada, tanto en el aspecto físico, como técnico, que el resto de sus compañeros; otro detalle es el de la chica con la que está el protagonista tras su frustrado encuentro con Dorothy, que es ella la que le acompaña a su casa al final de la cita y no él a ella.
Las chicas hablan entre ellas de los asuntos románticos, igual que Gregory lo hace con sus amigos, elaborando cada grupo sus respectivas estrategias, pero se ve que las muchachas, son bastante más espabiladas.


En su sencillez y naturalidad, encuentra el film el caldo perfecto para el desarrollo de las divertidas escenas que van salpicando la película: Las conversaciones de Gregory con su hermana de 10 años y cómo esta le ayuda y aconseja en su empeño de conquista (hay algunos momentos y frases, realmente geniales); la escena en que Dorothy marca un gol y todos los chicos, adversarios incluidos, van a felicitarla, besándola y achuchándola... 
Esta visto que la escasez de medios y la ausencia de grandes figuras, no son obstáculo para conseguir trabajos de mérito y además, el film resulta muy divertido.




jueves, 19 de noviembre de 2020

FUEGO EN EL CUERPO

 


En medio de una abrasadora ola de calor en Florida, el joven abogado Ned Racine (William Hurt), conoce a una arrebatadora mujer, Matty Walker (Kathleen Turner). Ambos comenzarán una apasionada aventura en la que alguien se interpone entre ellos: un rico hombre con negocios algo turbios, llamado Edmund Walker (Richard Crenna), el marido de Matty. Será precisamente ella quien convenza a Edmund de la necesidad de librarse de su esposo, para lo que el abogado traza un minucioso plan. Sin embargo, las cosas no saldrán tal cómo las había planeado.


Poco que comentar de esta película y no precisamente porque no haya nada que decir, sino porque creo que está de sobra tratada y comentada en distintos ámbitos. Su agobiante atmósfera, fruto de la ola de calor que sufre Florida, en la que se ambienta el film, siempre me ha recordado a Sed de mal, precisamente la considerada como última película del noir clásico hollywoodiense.


Y es que este trabajo, que suponía el debut en la dirección del prestigioso guionista Lawrence Kasdan, es para muchos, una especie de puesta al día de aquel noir que ya había quedado tan atrás. Rodada en un estilo que recuerda a lo mejor del género, con todos sus aditamentos (mujer fatal; protagonista masculino que se cree listo, pero que es bastante panoli; buenos giros argumentales...), a los que se añaden las correctas interpretaciones de sus protagonistas, con el arrollador debut de Kathleen Turner y la contención en los trucos de guión que, al menos, no resultan tan llamativos como en algunos films de este tipo. 
Una película que ya ha devenido en clásica y que es una inmejorable elección para disfrutar de un buen rato de entretenimiento de gran nivel.




miércoles, 18 de noviembre de 2020

SILLAS DE MONTAR CALIENTES

 


El avaricioso ayudante del gobernador Lepetomane (Mel Brooks), Hedley Lamarr (Harvey Korman), quiere que los habitantes de Rock Ridge abandonen la ciudad, para vender los terrenos a la compañía que está tendiendo el ferrocarril. Para facilitar sus maquiavélicos planes, nombra sheriff a Bart (Cleavon Little), un negro condenado a la horca, en la esperanza que su llegada al pueblo, fomente el desorden y la anarquía entre sus racistas vecinos.


Mel Brooks, el rey de la parodia hasta la llegada de Leslie Nielsen, plantea aquí un par de ellas. La primera sobre las películas del oeste, que no debe tener consecuencias, más allá de su mayor o menor calidad, a no ser que te encuentres con John Wayne, que, por cierto, Brooks se lo topó en los estudios de la Warner Brothers y, no sin antes pensárselo, le enseñó el guión y le ofreció un papel, algo que El Duque declinó, aunque le prometió que estaría en primera fila para ver la película. 
La otra parodia es un poco más delicada, se refiere al asunto del racismo y aquí sí que se metía en arenas movedizas (en ellas caerán el protagonista y un acompañante en una escena tan divertida como cargada de ácida crítica, al principio del film) al enfocarla desde un punto de vista humorístico.


La película es una de esas gamberrada tan típicas de su director que no tiene empacho alguno en no dejar títere con cabeza y en arriesgar frente a las críticas que puedan caerle encima. 
Con su peculiar estilo, el film tiene muchos guiños que el cinéfilo reconoce a primera vista, desde las lógicas referencias al western, con escenas que son calcadas de alguno de ellos, hasta la parodia de Marlene Dietrich con el personaje interpretado por Madeline Kahn, Lili Von Shtupp que, en la versión original, hasta tiene un deje alemán en su inglés. Aparentemente el film resulta desordenado, incoherente y con personajes absolutamente increíbles, pero es precisamente ese planteamiento caótico el que nos acerca a las principales reflexiones que sugiere el film, tanto sobre el racismo (tan presente aún, y a los hechos remito), como a la construcción misma de los EE.UU. como país, a la actuación de muchos de sus dirigentes, o incluso sobre el propio western que no deja de ser una representación épica con la que se ha creado un artificial relato mitológico sobre cómo surgió la nación. 
Cierto que la película resulta una sucesión de gags y chistes que seguramente a algunos no les digan mucho, pero a muchos otros les resultará divertido contemplar el espectáculo y, si ven un poco más allá de lo aparente, sacar sus consecuencias.




martes, 17 de noviembre de 2020

EL CÁTARO IMPERFECTO

La novela surge de un anécdota que Víctor Amela, su autor, vivió en Forcall, la población de su padre, donde, en el transcurso de unas obras en la casa familiar, los albañiles, al demoler una pared, encontraron un sillar muy labrado, con dos figuras esculpidas, dos palomas besándose, y un puñal de filo curvo con la inscripción en la hoja: "Soch com cal, cuan pincho fai mal" (Soy como debe ser, cuando pincho hago daño, en catalán antiguo). 
La narración se sitúa a comienzos del siglo XIV, en un momento de repoblación del Reino de Valencia, años después de la conquista por parte de Jaume I, cuando está documentado que allí llega Guillem Belibasta, un Perfecto cátaro, que consigue escapar de la prisión de Carcasonne, donde había sido encarcelado por matar al pastor que había delatado a su familia. 
Bien documentada, el relato resulta atractivo para el lector y, según su autor, está basada en hechos y personajes históricos, recorriendo paisajes reconocibles, sobre todo del Alt Maestrat, el sur de Cataluña y Morella, ciudad a la que llega y en la que se asienta el fugitivo desde Occitania.
Reconstruye la vida cotidiana, sueños y creencias de un puñado de herejes albigenses en esos albores del siglo XIV. Tesoros y rebaños, moriscos y adivinos, rituales e inquisidores, judíos y templarios, canteros y burdeles se entrecruzan en los paisajes de la novela, cuyos protagonistas, los últimos cátaros ocultos en villas catalanas, aragonesas y valencianas, junto a un inquisidor que ambiciona ser Papa; un codicioso y astuto espía; una mujer que vive en concubinato con el Perfecto (que no "prefecto", pues así denominaban los cátaros a esta especie de sacerdotes)y, sobre todo, Pere Mauri, un pastor de ovejas trashumante que, aunque sabe de las imperfecciones de Belibasta, es fiel a su Perfecto, son algunos de los personajes que pueblan esta interesante novela.



lunes, 16 de noviembre de 2020

THE HEARTBREAK KID

 


Lenny Cantrow (Charles Grodin) y Lila Kolodny (Jeannie Berlin), una pareja de judíos neoyorkinos que acaban de casarse, pasan su luna de miel en Miami Beach. Sus relaciones previas al matrimonio no incluían el sexo y, a medida que pasan los días, Lenny comienza a sentirse molesto por cada pequeño detalle de Lila, lo que le lleva a preguntarse si no habrá cometido un error casándose con ella. Opinión que se refuerza cuando conoce a la joven estudiante universitaria Kelly Corcoran (Cybill Shepherd), que pasa allí sus vacaciones junto a sus padres, en la que cree haber encontrado a la mujer de su vida. Lenny hace todo lo posible por alejar a Lila de su lado y pasar el mayor tiempo posible con Kelly con la esperanza de casarse con ella, aunque hay tres cosas que se interponen en su camino: el hecho de que ya está casado con Lila; saber si Kelly siente lo mismo por él o si esta relación es para ella solo una aventura de vacaciones; y el Sr. Corcoran (Eddie Albert), que odia a Lenny y todo lo que tiene que ver con él.


Había una vez un escritor norteamericano de origen judío llamado Bruce Jay Friedman, que compartía generación (los llamados postmodernos), con otros literatos de la altura de Joseph Heller, Thomas Pynchon, Kurt Vonnegut o Stanley Elkin. Friedman es el menos conocido, pero también el más divertido de toda esa generación surgida a partir de los años 50. Nominado al Oscar por su guión de “1,2,3... Splah”, se casó joven, a finales de los 50, y se marchó con su mujer a Florida. El primer día que llegaron, el escritor, agobiado, bajó solo a la piscina del hotel. Allí había una joven nadando que, al poco rato, le salpicó y se disculpó riéndose. Friedman volvió a subir pensando si no se habría precipitado a la hora de casarse. Esa misma noche empezó a escribir un cuento, “Un cambio de planes”, la historia de un hombre que, en su luna de miel, se enamora de otra mujer. Esa historia es la que adapta el guión de “The heartbreak kid”, que en España se tituló "El rompecorazones". 
Bruce Jay Friedman nos dejó el 3 de junio de este mismo año cuando tenía 90 años.


Lenny y Lila se han casado hace tres días, están en su luna de miel, él la ha invitado a una cena romántica en la que han servido langosta y ella está esperando a que le sirvan la tarta de nuez con nata de la que él le lleva hablando desde hace tiempo como un bocado suculento. Lila confiesa que está viviendo los momentos más felices de su vida, cuando Lenny le suelta que deben separarse, que ella no es la mujer que esperaba (dicho finamente: que le ha decepcionado) y que ha conocido a otra con la que quiere casarse. ¿Puede haber algo más cruel?
Pues de esos momentos tiene más la película, un film que más que humor negro, destila eso, humor cruel. 
El personaje de Cybill Shepherd es una belleza, una Nancy rubia, coqueta, manipuladora y egocéntrica, incluso fría, pero eso forma parte de su encanto. El personaje de Berlin es cálido, sencillo, expresivo y, en muchos aspectos, vulgar, lo que también tiene su encanto, pero cada uno tiene sus ideales en la vida y lo que para unos es su ideal de hombre o mujer, para otros, sencillamente, no lo es.
Después de esos primeros días de vida en común, más bien horas, Lenny ve a Lila como una mujer ordinaria. Supongo que se la imagina ajada y gorda dentro de unos años, tras contemplar cómo se le quedan restos de comida en la barbilla o cuando ella se levanta de la cama y dice que va a hacer pipí y oye los ruidos del cuarto de baño; cuando ella no hace más que preguntarle si le ha gustado tras hacer el amor; etc., etc. Ella le quiere, está feliz, pero él no.
Kelly es una intrigante, una figura etérea y de fantasía, de la que seguro que jamás vas a aspirar ninguno de sus olores corporales y con una melena perfecta, lisa y bien peinada, frente al pelo fosco de Lila.
Comedia de humor retorcido e hiriente, que no deja de arrancarte sonrisas cuando te adaptas a él, con algunos momentos realmente divertidos y otros que te empujan a la reflexión. 
En 2007 los hermanos Farrelly hicieron un remake con Ben Stiller, con un estilo mucho más explicito y algo diferente. 
Por cierto, Jeannie Berlin, es hija de la directora del film, Elaine May y, por su trabajo, que me ha parecido realmente espléndido, obtuvo sendas nominaciones al Oscar y al Globo de Oro, como mejor secundaria, pero curiosamente desapareció de la escena cinematográfica.




viernes, 13 de noviembre de 2020

¿QUÉ ME PASA DOCTOR?

 


Howard Bannister (Ryan O'Neal) es un joven musicólogo, serio, tímido y despistado. Viaja a San Francisco con su novia, Eunice Burns (Madeline Kahn) para participar en una convención y obtener una beca de investigación. Allí conoce a Judy Maxwell (Barbra Streisand), una joven vitalista con la que vivirá las situaciones más disparatadas.


Peter Bogdanovich, el realizador del film, no es un simple director de cine, aparte de historiador, actor, productor y crítico, es un empedernido cinéfilo. De él se cuenta que en su juventud, llegó a ver 400 películas al año. Y cuando uno acaba de ver un film como este, lo primero que se le viene a la cabeza es que, en efecto, mucho cine ha debido ver este hombre. Desde la reconocible influencia de "La fiera de mi niña", hasta el no menos reconocible homenaje a los animated cartoons televisivos, pasando por un montón de referencias a los grandes del cine mudo de humor, a los Hermanos Marx, o a las comedias de los años 30 y 40. 
 La película echa mano de todos los estereotipos del género: Equívocos, guerra de sexos, puertas que se cierran y se abren, lanzamiento de tartas lugares atiborrados de personajes interactuando, persecuciones disparatadas... Y las referencias a los clásicos son constantes: La escena de la habitación de hotel que acaba en incendio, es un claro trasunto del camarote de los Marx; el tipo que coloca la pancarta subido a lo alto de la escalera, nos recuerda a Harold Lloyd y, sobre todo, ese constante recuerdo a Bugs Bunny. De hecho el título de la película (What's Up Doc?), es el famoso latiguillo del no menos famoso conejo que, en España, no llegó a entenderse, ya que se tradujo literalmente y aquí, en los episodios de dibujos animados, Bugs decía ¿Qué hay de nuevo, viejo?, pero aparte de la frase, hay muchas otras referencias: Las zanahorias que coge Judy de la bandeja del camarero en el vestíbulo del hotel o el mismo personaje de ella, que no deja de hacer payasadas que suponen graves consecuencias para los demás, mientras ella sale indemne, exactamente la misma forma de actuar que tenía Bugs Bunny. Y por si fuera poco, para que quede más claro, el film se despide con Porky diciendo su famosa frase con la que despedía los episodios de los Looney Toones: Esto fue..., esto fue..., esto fue todo, amigos. Algunos llaman a estas cosas homenajes, otros plagio, pero que me traigan muchos plagios como este, porque si nos ponemos duros, todo estaba ya inventado en el teatro griego, lo que vino después fueron variaciones, pequeñas genialidades, pero los trazos gruesos, los planteamientos, ya están en los clásicos.


Comedia disparatada, quizá muy previsible, pero con algunos momentos realmente brillantes, un ritmo endiablado que, salvo al comienzo, no deja respiro al espectador y ciertamente divertida. No creo que sea complicada de seguir contra lo que algunos le reprochan del lío de los maletines que, sin serlo exactamente, es una especie de macguffin: Lo importante no son los maletines, ni su contenido, son una mera disculpa, un medio para llegar a esos disparates que constituyen la esencia del film, que también tiene sus momentos románticos bien intercalados en el conjunto de la película. Tiene secuencias que incluso han pasado a la historia del cine, como la persecución en automóvil por las calles de San Francisco y, sobre todo, la escena de la pancarta y el inmenso vidrio. No es una obra maestra, quizá para algunos, ni siquiera brillante, pero es muy divertida.




jueves, 12 de noviembre de 2020

EL DESVÍO (DETOUR)

 


Al Roberts (Tom Neal), un pianista sin recursos, hace autoestop para viajar hasta Los Ángeles, a fin de reunirse con su novia Sue Harvey (Claudia Drake), que dejó Nueva York para ir a Hollywood  con la esperanza de avanzar en su carrera sin demasiada fortuna. En la carretera le recoge Charles Haskell Jr. (Edmund MacDonald), que muere repentinamente por causas naturales. Sin embargo Al decide asumir la identidad del fallecido, convencido de que la policía jamás creería la verdad sobre su muerte. 
Su mayor error será recoger a otra autoestopista, Vera (Ann Savage), una mujer que previamente había conocido al verdadero Haskell cuando también la llevó en su coche. La mujer chantajeará a Al y lo arrastrará con ella a un plan descabellado que tendrá trágicas consecuencias.


Cualquier aficionado, por mediocre que sea (yo mismamente), tienen una idea aproximada de a qué nos referimos cuando hablamos de una película norteamericana de Serie B, eso sí, de antes de los 50 (después el término adquirió otras connotaciones) y cualquier aficionado un tanto despierto (tú que me lees, por ejemplo), sabe de sobra que hay películas de Serie B que le dan sopas con honda a muchas otras que contaron con grandes presupuestos. Estamos ante un ejemplo claro de uno de esos casos. 
La película debió contar con un presupuesto irrisorio para lo que se manejaba en la industria (en algún lugar he visto que fueron 20.000 $), hasta el punto de que el auto que conduce el protagonista, un Lincoln Continental V-12 convertible de 1941, era el de Edgar G. Ulmer, el director del film o que la chaqueta de punto que lleva Ann Savage en las primeras escenas en que aparece, pertenecía a Shirley, la esposa de Ulmer. Pero ahí es donde entra la pericia, la inventiva y la destreza del realizador y su equipo que convierten un film pobre de medios en una verdadera obra de arte, con recursos como describir el viaje del protagonista intercalando tomas de un mapa en que vemos la ruta que sigue, con fotogramas de él haciendo autoestop. 
Fue la primera película de Serie B elegida por la Biblioteca del Congreso para su Registro Nacional de Cine, en 1992.


La narración de la película es relativamente sencilla, un viaje de ida y vuelta que el protagonista rememora mediante un largo flashback que ocupa prácticamente toda la película. Muchas de las situaciones se nos hacen llegar mediante la voz en off de Al Roberts. Se echa mano de elipsis y de desenfoques que nos hacen dudar de si lo que ocurre es real o imaginado, al fin y al cabo igual que toda la historia, que está contada bajo el punto de vista del protagonista y de tal manera que al espectador le queda esa duda de si todo ocurrió tal como lo cuenta o es una historia que se ha inventado para justificar sus acciones y que se ha llegado a creer él mismo, pues algunas veces resulta un tanto inverosímil, incluso lo remarca al dirigirse al espectador diciendo: Vds. no lo creerán, igual que no lo creería la policía.
La pobreza de medios se nota muchísimo, incluso las actuaciones no son muy allá, sin embargo, observamos algunos interesantes movimientos de cámara, juegos de luces y sombras, ambientación muy artesanal pero que consigue crear un ambiente opresivo y agobiante y algunas secuencias realmente brillantes. Recuerdo ahora las sombras de los músicos tocando y alguna otra muy llamativas.
Edgar G. Ulmer, había nacido en lo que ahora es Chequia, entonces Imperio Austrohúngaro. A los veinte años viajó a Berlín, donde trabajó con Murnau y Reinhardt, entre otros, para emigrar definitivamente a los EE.UU. en 1923. 
No sabemos qué habría sido de la carrera de este judío centroeuropeo de no haber sido por un hecho que marcó su carrera: Se enamoró de Shirley, de quien ya hemos hablado al referir la anécdota de la chaqueta de Ann Savage. Esta mujer era entonces, la esposa del productor Max Alexander, que además era sobrino de Carl Laemmle, el fundador de los estudios Universal. Con aquel affaire, Ulmer se jugó su futuro pues, desde entonces, su nombre quedó señalado y vetado para acceder a las grandes producciones. 
Shirley acabó separándose de Max Alexander, y se casó con Ulmer en 1936, con el que tuvo una hija.




miércoles, 11 de noviembre de 2020

CORAZÓN VERDE


Henry (Walter Matthau) es un solterón cuya única preocupación ha sido el dinero, pero no por sí mismo, sino por los placeres que le proporciona. Tras derrochar la gran fortuna heredada de su padre, le pide, desesperado, un préstamo a su tío, quien se lo concede con una sola condición: que le sea devuelto en un plazo de seis semanas. De no ser así le deberá diez veces la suma prestada. Henry, junto a su imaginativo mayordomo, idea un plan para salir del atolladero, que es encontrar una mujer rica para casarse con ella. Desesperado por encontrar a la candidata que reúna los requisitos que busca, conoce a Henrietta (Elaine May), una profesora de botánica tímida y torpe, aunque independiente y rica.


Una de las leyendas de la comedia improvisada más grandes de Estados Unidos, Elaine May, debutó como guionista y directora con este film, A New Leaf , en el que también desempeña el papel de protagonista femenina. Difícil de encontrar en el mercado durante muchos años, desde el principio estuvo considerada como una comedia de culto.
El guión adapta un relato del escritor estadounidense Jack Ritchie (seudónimo de John George Reitci). Elaine May no alcanza el nivel que tenía en sus espectáculos teatrales junto a su pareja artística Mike Nichols, muy famosos en EE.UU. por sus apariciones en radio y televisión y actuando en salas donde agotaban las localidades, con sus sketches de comedia en los que se burlaban del nuevo orden intelectual, cultural y social que estaba emergiendo en ese momento.  


De cualquier manera, no sabemos cómo habría sido esta película si la Paramount no hubiera metido la tijera de manera drástica en el film antes de su estreno. La compañía decidió que había que recortar las tres horas de película y suprimió de un plumazo toda una subtrama en la que Henry descubre, a partir de los relatos familiares, que Henrietta está siendo chantajeada por motivos dudosos por el abogado McPherson (Jack Weston) y un tercero y Henry los envenena a ambos. Entre otras cosas, esto deja alguna escena que resulta casi ridícula o cómo mínimo deja perplejo al espectador, pues en el film, tal como está ahora, vemos a los criados de Henrietta, que han sido despedidos por Henry, reunidos en el despacho del abogado, pareciendo que allí nos van a descubrir algún secreto que no conocemos y se nos deja con la miel en los labios, terminando la escena de forma abrupta y sin sentido. Con ello, de paso, se priva a la narración del toque negro tan típico en muchos de los relatos de Jack Ritchie, que queda reducido a algunas secuencias oníricas en que Henry imagina la muerte "accidental" de su esposa.  Además, el final del film, se torna edulcorado con una especie de redención de Henry, que decide renunciar a sus planes para vivir una vida convencional junto a su nueva esposa. Lamentablemente, ni la versión de la directora, ni el guión de rodaje original se han hecho públicos. 
Todas estas circunstancias me llevan a pensar que seguramente la película habría sido muy otra, seguramente una comedia negra que, en la línea con lo que hacía su autora en teatro, radio y televisión, buscaría nuevos caminos dentro de la comedia americana de los 70.
A pesar de todos los pesares, he de decir que, dentro de su relativa irregularidad, me ha parecido divertida en general, con algunos momentos muy logrados e ingeniosos y con un Walter Matthau en su línea, con ese aire socarrón y un tanto pasota que imprime a sus personajes, alrededor del cual gira todo el film y que llena la pantalla con su sola presencia.