La película explora la vida en el ghetto de Watts, un barrio a las afueras de Los Ángeles, en la década de 1970, a través de los ojos de Stan (Henry G. Sanders), un hombre soñador y sensible, cada vez más consciente del dolor psicológico relacionado con su trabajo en un matadero que ha influído de tal manera en su vida y en su forma de ser, que le ha acabado convirtiendo en un ser distante e indiferente.
Frustrado por las dificultades económicas, Stan se consuela con pequeños momentos de belleza: el calor de una taza de té contra su mejilla, bailar lentamente pegado a su esposa o el placer y la ternura que le proporciona tomar a su hija en brazos.
La película estuvo fuera de las salas de exhibición y no fue editada en vídeo comercial hasta su restauración treinta años más tarde.
No se debió a ningún tipo de prejuicios raciales, al contrario de lo que exponen algunas críticas, la explicación es mucho más prosaica. Su realizador y guionista, Charles Burnett, que también se encargó de la fotografía, la rodó a base de empeño personal cuando aún asistía a la universidad, concretamente a la UCLA californiana, con un presupuesto tan paupérrimo, que carecía de los permisos pertinentes, sobre todo en lo que respecta a los derechos de las varias canciones, clásicos del soul y del blues, que acompañan de manera excelente a las imágenes, por el gasto que hubiera supuesto y que no podían afrontar.
UCLA Film & Television Archive restauró de forma brillante el film, como hemos dicho, eso fue treinta años después, se aseguraron los derechos musicales y ello permitió que fuera exhibida en festivales de cine, salas comerciales y que esté disponible en DVD.
El film es el retrato de una época y de una colectividad, la de los negros norteamericanos a principios de la década de los setenta. El entorno en que viven, un barrio marginal de una gran ciudad (Los Ángeles en este caso) antes de que en una de cada cuatro de sus esquinas hubiera un camello vendiendo droga. El retrato es sin duda una revelación dolorosa y realista para el resto de la sociedad americana, la integración aún no se ha conseguido y el porvenir de las personas que no quieren nada con asuntos turbios, es realmente más negro que el color de su piel, viviendo con lo justo y trabajando en aquello que los blancos rechazan. El paralelismo que se traza entre esta gente y las ovejas que van a parar al matadero en que trabaja Stan es evidente. El resto son escenas de sus vidas cotidianas, los juegos de los niños, las esperanzas de las mujeres, el día a día viviendo con lo justo... A veces tiene un aire de puro documental, como si no existiera guión o el ensamblaje de los diferentes episodios que componen el film no estuviera del todo conseguido.
Un film que muestra, desde la sencillez de su planteamiento, con actores no profesionales que transmiten gran verismo a lo que vemos, la marginación en la que vivía el colectivo afroamericano en la época, sin que el espectador tenga que reflexionar demasiado, porque todo está más que claro.
Como dijo el escritor, helenista y filólogo español Pedro Mariano Estala: "Los que nacen en un país de esclavitud no tienen patria sino en el sentido en que la tienen los rebaños destinados para nuestro consumo".