Barton Fink (John Turturro) es un problemático dramaturgo neoyorquino obsesionado con llevar su nueva idea del "Teatro del hombre común" a los productores.
Después de su primer gran éxito en Broadway, su agente le convence para viajar a Los Ángeles con el fin de escribir un guión cinematográfico para la productora Capital Pictures. Cuando llega a la ciudad, se hospeda en el decadente Hotel Earle y se reúne con el presidente de Capital Pictures, Jack Lipnick (Michael Lerner), quien le cuenta sobre la película que quiere que escriba: una película sobre lucha libre de serie B para Wallace Beery. Fink regresa a su habitación de hotel para comenzar, pero cuando llega, escribe un párrafo y luego, con horror, cae en la cuenta de que está afectado del bloqueo del escritor, una especie de bloqueo mental conocido como síndrome de la página en blanco que impide que su cerebro desarrolle ideas para continuar escribiendo.
Intenta obtener ayuda de su vecino de la habitación de al lado, un "hombre común" llamado Charlie Meadows (John Goodman), un jovial vendedor de seguros; acude también al famoso escritor W.P. Mayhew (John Mahoney); a la secretaria personal y amante de Mayhew, Audrey Taylor (Judy Davis); y al productor Ben Geisler (Tony Shalhoub).
Pero una serie de circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de afrontar su trabajo y, a medida que se aleja más de su guión, una serie de extraños sucesos comienzan a sucederse y, finalmente, dos detectives le esperan en el hall del hotel.
La película se llevó los tres premio principales del Festival de Cannes: La Palma de Oro (por unanimidad del jurado), Mejor director y Mejor actor.
Las películas de su primera época, son para algunos, las mejores de los hermanos Coen. Joel y Ethan Coen firman el guión de este film y aunque solo el primero aparece en los créditos como realizador, supongo que algo tendría que ver también Ethan en la dirección.
Una película sobre la peripecia de un escritor, en este caso un autor teatral al que la industria de Hollywood trata de atraer para que escriba guiones. La presión del encargo cae sobre él con todo su peso y asistimos a una de las primeras muestras de humor negro con que nos obsequia la película, pues no deja de tener su gracia que a un tipo que acaba de obtener un gran éxito teatral en Nueva York, le encarguen el guión para una película de lucha libre.
Además de la pericia técnica, con tomas que ya nos resultan habituales en el cine de los Coen (picados, encuadres muy bien planificados...) y de unos diálogos ingeniosos, la película opta por un entorno, por un lado decadente (el hotel), por otro luminoso (los espacios abiertos de California), pero siempre agobiante, en el que el protagonista no acaba de sentirse a gusto y se ve cada vez más metido en el pozo sin fondo de su incapacidad para seguir adelante con su trabajo. Solo un giro inesperado, del que no hablaremos para no destripar el momento álgido del film, logra sacarle del atolladero y hacer que se ponga a escribir frenéticamente, aunque el resultado, está por ver que sea el que le demandan sus patrones.
Una película que tiene algo de barroca y mucho de surrealista que esconde (bueno, en realidad no está nada escondida), una cierta crítica a los magnates de la industria a los que ridiculiza en la figura del dueño de la productora y una especie de reconocimiento a la labor, muchas veces oscura y poco valorada de quienes ponen la parte menos visible, en esta ocasión del guionista que se enfrenta a un trabajo no siempre gratificante.
Con un lenguaje metafórico que se puede hacer difícil, si no directamente incomprensible, habrá espectadores, quizá muchos, que la encuentren incongruente, con aires de intelectualidad y con poco sentido. La verdad es que no es un film para que lo disfrute cualquiera.
Magnífica la interpretación de John Turturro, muy bien secundado por el resto de actores.