Trevor Reznik (Christian Bale) es maquinista en una fábrica. Un caso extremo de insomnio le aqueja desde hace un año y le lleva a sufrir graves alucinaciones mientras su cuerpo se marchita hasta casi consumirse. Tiene una obsesión compulsiva por hacer un seguimiento de su peso cada vez menor y escribir notas recordatorias garabateadas en post-it amarillos en su apartamento. La única persona a la que deja entrar en su vida en un sentido emocional es Stevie (Jennifer Jason Leigh), una prostituta, aunque está enamorado de María (Aitana Sánchez-Gijón), una camarera divorciada que tiene un hijo y que trabaja en un restaurante del aeropuerto. Sus compañeros de trabajo le rehuyen y desconfían de él repelidos por su aspecto, pues su estado le ha llevado no sólo al deterioro físico, sino también al mental. Un accidente en el lugar de trabajo, en el que Trevor se ve involucrado y que lleva a uno de sus compañeros a perder un brazo, le aleja aún más de ellos y, junto con algunos trozos de papel desconocidos que encuentra en su casa, le hacen sospechar que alguien o algunas personas, probablemente uno o algunos de sus compañeros de trabajo, están tratando de atraparlo. Le intriga también que Iván (John Sharian), el compañero que le distrajo y provocó el accidente de la máquina fresadora, le anunció momentos antes del accidente, que algo iba a ocurrir. Mientras, Trevor busca pruebas sobre los esquemas que aparecen en las notas misteriosas e indaga sobre el paradero de Ivan. Si encuentra las soluciones a las preguntas, quizá pueda llegar a una verdadera comprensión de lo que ha causado su insomnio.
A Trevor no le cuadran las cosas, parece que todos se han confabulado contra él en una especie de complot universal para hacerle perder la cabeza y acabar con la tranquilidad emocional de su vida. A veces ve cosas que los demás no perciben, como a su compañero Iván, con el que habla y que le dice cosas, pero cuya existencia los demás niegan, como si fuera una especie de fantasma.
Al parecer, Scott Kosar, guionista del film y, supongo que el realizador, Brad Anderson, estuvieron mendigando durante años ante las productoras hollywoodienses para poder llevar su proyecto a la pantalla, pero les debió resultar demasiado oscuro y poco comercial, el caso es que, después de mucho tiempo de búsqueda infructuosa, los hermanos Carlos y Julio Fernández, productores españoles, deciden llevar adelante el proyecto.
Pretendieron que los secundarios o, al menos, una buena parte de ellos, fueran españoles, algo a lo que se negó Anderson que quería dar mayor verismo empleando actores norteamericanos, pues no se fiaba del resultado del doblaje. El caso es que solo colaron a Aitana Sánchez-Gijón. Eso sí, la película se rodó en la provincia de Barcelona, la música es de Roque Baños y el apartado técnico está plagado de nombres nacionales y como decía Berlanga, los técnicos son los que mueven más dinero en esta industria.
Anderson nos trae una reflexión sobre la enfermedad mental. Trevor padece algún tipo de panoia o esquizofrenia (no me pidan detalles, ya que mis conocimientos no dan para ello). Se sabe que algún hecho traumático (una guerra, una catástrofe, un accidente...), pueden llevar a las personas a sufrir estos trastornos. Es probable que el germen ya estuviera ahí, es decir, que estén predispuestas, pero, en ocasiones, es un hecho o una situación puntual de desgracia o de shock lo que les lleva a que se manifieste en ellos. Y ya tenemos ante nosotros al pirado de turno, al que nadie comprende, porque es cierto que sus reacciones son imprevisibles y hasta peligrosas, pero se piensa, como pasa con Trevor, que se estará drogando o vete a saber qué.
Anderson nos va dando pistas que encajan al final, cuando Trevor descubre por fin la causa de su insomnio y cosas que nos parecían intrascendentes cuando se nos mostraban, cobran todo el sentido.
Una parte de la crítica y un sector del público, se mostró decepcionado con el final que, sin embargo, no lo encuentro decepcionante para nada, se trata, simplemente de un final sencillo, sin alhalaracas ni golpes de efecto. Trevor encuentra su salida, comprende quién es y, por fin, puede dormir y al espectador le queda todo claro y se siente aliviado después de la tensión vivida.
Un film bien hecho, en el que, es cierto, parece que la historia o segmentos de la misma nos recuerdan películas anteriores, pero que está bien llevado y logra atrapar al espectador en una trama en la que la línea entre realidad e imaginación se difumina del todo hasta no llegar a saber si estamos viendo algo que sucede de verdad o únicamente en la imaginación del protagonista, encarnado por un Christian Bale que consigue una interpretación brutal.
debería verla por las críticas siempre buenas que leo sobre ella a pesar del tiempo pasado... saludos...
ResponderEliminarNo está mal. Lo mejor la interpretación de Bale.
EliminarQue tal Trecce!
ResponderEliminarNo puedo estar mas de acuerdo, lo de Bale es impresionante. Recuerdo que sali del cine con una extraña sensación.
Saludos!
El tío se implicó mucho más de lo exigible. Hasta Brad Anderson quedó impresionado.
EliminarPues leí por ahí que el dormir poco lleva a la obesidad. Sabía de la existencia de la película pero ahora has despertado mi interés por verla. Gracias.
ResponderEliminarEste de la película, aparte de no dormir, tampoco se ve que coma mucho.
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