viernes, 31 de agosto de 2018

LA PATRULLA PERDIDA

Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un grupo de soldados británicos se encuentra perdido en medio del desierto de Mesopotamia.
El joven teniente que los manda, es alcanzado por un disparo de un árabe oculto tras las dunas y muere sin haber confiado el destino de la misión a su sargento.
Cuando la patrulla encuentra un oasis, acampa en él, pero los árabes penetran en el campamento, matan a un centinela, dejando malherido a otro y roban los caballos. Más adelante, uno de los soldados es abatido cuando el sargento le permite encaramarse a una palmera expuesta al fuego enemigo. Y así, uno tras otros, los soldados van cayendo atrapados en las dunas del desierto, algunas veces corriendo presas del pánico, bajo los disparos de un enemigo a quien no consiguen divisar.
Para colmo de desdichas, cuando quedan pocos con vida, un avión británico sobrevuela a los esperanzados soldados. Sin embargo, para su desesperación, el piloto aterriza en un lugar próximo y camina despreocupado hacia ellos, por lo que es también abatido por el enemigo.
El guión se basa en la novela "Patrol" de Philip MacDonald, que ya había sido llevada al cine por un hermano de Victor McLaglen (protagonista de este film), Cyril.
La música de Max Steiner estuvo nominada al Oscar a la mejor banda sonora y la reutilizó en Casablanca aunque con otro tempo e instrumentación diferentes.


Ford nunca captura completamente la tensión tan ardiente como las arenas del desierto, que se respira entre los personajes que MacDonald describió en su novela, lo que convierte la película en un film que se hace un tanto tedioso y lento en muchos momentos. De hecho, de las mejores cosas de la película es su corta duración (no llega a los 70 minutos).
Quizá lo más interesante es que nos acerca a uno de esos episodios olvidados de la historia reciente, como es la campaña de Mesopotamia durante la I Gran Guerra, una acción exclusiva del ejército británico que buscaba principalmente proteger sus intereses petrolíferos en la región.
¿Les apetece una anécdota? Ahí va una que me parece característica de algunas cosas que ocurrían entre bambalinas en las películas de Ford:
El rodaje se llevó a cabo en el desierto de Yuma, bajo un calor infernal y no estuvo exento de dificultades. Los ánimos echaban chispas, produciéndose a menudo violentas peleas. En una escena en la que McLaglen ametrallaba a un árabe, el actor estaba completamente borracho y Frank Baker, que interpretaba al árabe, era plenamente consciente de ello. De ahí su consternación cuando las balas (Ford siempre utilizaba munición real) pasaron rozándole los pies. Cargó con furia contra un McLaglen que gimoteaba y lo hubiera matado si, de repente, no se hubiera dado cuenta de la existencia de una segunda ametralladora manejada por experto tirador, que Ford había colocado detrás de McLaglen (cuyo arma no tenía munición), sin que Baker lo supiera.




jueves, 30 de agosto de 2018

EL HOMBRE SIN SOMBRA

Sebastian Caine (Kevin Bacon), es un biólogo molecular brillante, pero megalómano, y está trabajando en un suero de invisibilidad para el ejército de los EE. UU., así como en un suero que devolverá al sujeto a la visibilidad. Sebastian ha estado intentando perfeccionar la fórmula durante los últimos cuatro años, y lleva a cabo sus experimentos con animales mantenidos dentro de un laboratorio militar de alto secreto, accesible solo para él y su personal. Su proyecto actual está invirtiendo el efecto de invisibilidad en su sujeto de prueba, una gorila llamada Isabelle. Trabajando hasta tarde una noche en la reconfiguración del modelo molecular de la proteína irradiada que restaurará a Isabelle a la visibilidad, resuelve el problema e inmediatamente informa de su éxito a los mejores miembros de su personal.
Aunque el trabajo en el suero ocupa casi todas sus horas de vigilia, Sebastian se obsesiona con su ex novia la Dra. Linda McKay (Elisabeth Shue), una científica que está en su equipo. Sin él saberlo, ella ha iniciado una relación con el Dr. Matt Kensington (Josh Brolin), otro miembro de su grupo de investigación.
En lugar de reportar su éxito al ejército, Sebastian miente inexplicablemente ante el comité de supervisión, incluido su antiguo profesor, el Dr. Howard Kramer (William Devane), y convence a Linda y Matt para que le encubran.
Sebastian realiza algunas pruebas clínicas sobre sí mismo, pero cuando llega el momento de volver a la visibilidad después de tres días, la reversión falla y casi lo mata.


Para poder usar el título que lleva la versión original, los productores compraron los derechos de la novela "Hollow Man" de Dan Simmons. La novela no tiene nada que ver con hombres invisibles.
En realidad el guión se basa libremente en la novela de H. G. Wells "El hombre invisible", tratando de acercar la historia a finales del siglo XX.


En general, casi todo el mundo, incluso aquellos que dan por buena la película, están de acuerdo en que el guión es flojo y es que hay momentos en que el film se vuelve un tanto vulgar. Con un inicio que consigue mantener cierta intriga, después el protagonista deviene en una especie de obseso sexual, un pervertido que parece que su principal obsesión para sacar partido de su nueva situación es violar mujeres.
Lo mejor de la película son los espectaculares efectos especiales que consiguen dejarle a uno con la boca abierta.
Su realizador, Paul Verhoeven, nunca estuvo contento con el film que, según el, podría haber dirigido cualquier realizador con un mínimo de experiencia. Es cierto que obtuvo buenos resultados de taquilla, pero Verhoeven, en alguna entrevista, señaló que, tras fracasar algunos de sus últimos proyectos, aceptó el trabajo como un negocio.
La película es entretenida, pero un poco burda en algunos momentos, sobre todo en el tramo final.




miércoles, 29 de agosto de 2018

DOCTOR BULL

El doctor Bull (Will Rogers) trae al mundo a sus paisanos y pospone la partida de estos en la medida de lo posible. Receta la medicina del sentido común y acepta agradecido sus pequeñas recompensas. Sus pacientes lo llaman "Doc".
Pese a su prestigio profesional, el doctor George Bull comienza a ser puesto en entredicho por alguno de sus vecinos del pueblo por sus frecuentes visitas a la viuda Janet Cardmaker (Vera Allen), cuando en realidad, en casa de ella, Bull, conversa con la viuda, junto al fuego de la chimenea, se relaja, la escucha leer en voz alta Alicia en el país de las maravillas y sueña con dormir un mes entero.
Pese a las advertencias del médico, la contaminación causada por un campamento de constructores instalado en terrenos de los Bannig, dueños de la rentable central eléctrica, provoca una epidemia tifoidea. Pero los poderosos Bannig, inmediatamente dan la vuelta a la situación en la que encuentran un arma que esgrimir contra Bull, su incómodo adversario. La familia manipula entonces la reunión municipal para cargar las responsabilidades sobre la máxima autoridad sanitaria, precisamente el doctor Bull. La señora Bannig (Louise Dresser), con exquisita cortesía, se levanta para pedir el voto; Bull consigue sólo el respaldo de cinco de los votantes y se le expulsa como médico del pueblo.
El guión adapta la novela "El último Adán", de James Gould Cozzens. En el libro, hay discusiones sobre el aborto entre doctor Bull y Virginia Banning (Rochelle Hudson). Estos se eliminaron del guión después de una queja de la Oficina Hays. En la película, solo hay una vaga noción de que está embarazada. Además, el personaje de Larry Ward (Andy Devine) tenía una enfermedad venérea en el libro, pero en la película es solo un hipocondríaco.


La película comienza y acaba en el mismo lugar, la estación ferroviaria de New Wington, el pueblo en el que vive el protagonista y en el que se desarrolla toda la acción, un lugar encerrado en sí mismo en el que todos saben de todos, todo el mundo se conoce y los chismorreos están a la orden del día.
En este microcosmos, Ford recrea unos cuantos estereotipos que van dando vida a los personajes de la película.
Bull es un buen hombre, chapado a la antigua, pero que se preocupa por el bienestar de sus convecinos y que lo mismo cura a una vaca moribunda que extrae las amígdalas de un jovenzuelo.


Fue el primero de los tres films que Ford rodó con Will Rogers como protagonista, está plagado de escenas de humor, con las que el realizador quita hierro al clima deprimente que se vive en el pueblo, con un personaje central que tiene una personalidad apática, pero que se gana, desde su aparición, la simpatía del espectador.
Una afortunada casualidad, en parte producto de la entrega del médico por sus pacientes, devolverá a Bull, no sólo el prestigio perdido, sino una aureola de fama, con un final feliz que redondea el clima afable de la película.




martes, 28 de agosto de 2018

LOS CONDES-DUQUES DE BENAVENTE EN EL SIGLO XVII. PATRONOS Y COLECCIONISTAS EN SU VILLA SOLARIEGA

El libro que nos ocupa forma parte de esa serie de estudios que se centran en las historias que podríamos llamar locales, no por ello menos interesantes que la Historia general y que, en mayor o menor medida, a fin de cuentas, forman parte de la misma.
El carácter local del trabajo que aporta Mercedes Simal, permite los detalles pormenorizados que, en un estudio más generalista no encuentran acomodo.
La familia Pimentel, de origen lusitano, tuvo sus más y sus menos con los monarcas portugueses en el siglo XIV que a la postre y ante la pérdida del favor real, determinaron que en 1396, Joao Alfonso Pimentel, en medio de las disputas que se estaban produciendo entre las coronas de Portugal y Castilla, tomara partido por Enrique III de Castilla. En reconocimiento a sus servicios, Enrique III le concedió la ciudad de Benavente, de la que fue nombrado conde, iniciando el linaje de este nombre, que se extendería hasta 1771, cuando María Josefa Pimentel, heredera del título, casó con su primo Pedro Alcántara Téllez Girón y, por muerte de su hermano, IX titular del ducado de Osuna, integrándose así el título de conde-duque de Benavente en la larga lista de dignidades que componían el ducado de Osuna.
Simal se centra en el siglo XVII, seguramente el que más huella ha dejado en lo que a esta casa nobiliaria se refiere, alcanzando su momento culminante con Juan Alfonso Pimentel Enríquez, VIII conde y V duque de Benavente (1576-1621), conde de Mayorga y Villalón, Señor de Pedraza, Puebla de Sanabria, Arenas, Cigales, Torre de Mormojón, etcétera. Este hombre, gracias a sus dotes y linaje, prestó continuos servicios a la corona, entre otros, el envío de 1.000 hombres a la "Jornada de Inglaterra" (la Armada Invencible), siendo nombrado en 1598, virrey y capitán general del Reino de Valencia, para pasar, en 1602, a ocupar el puesto de virrey de Nápoles, uno de los más codiciados y rentables de la época, haciendo su entrada oficial en la ciudad italiana el 6 de abril de 1603.
Este hecho, el virreinato de Nápoles, tendría consecuencias posteriores en uno de los aspectos que recoge el libro, pues aunque los condes-duques, como tantos otros miembros de la nobleza eran aficionados al coleccionismo de obras de arte, armas y otros enseres, cuya posesión venía a ser símbolo externos de su estatus, la estancia de don Juan Alfonso en tierras italianas, le permitió adquirir algunas de las obras que ornaron algunas de sus posesiones, bien la fortaleza de Benavente, su palacio de Valladolid o su residencia madrileña, y que serían heredados por sus sucesores, componiendo una colección de esculturas, pinturas y otros adornos elogiados por propios y extraños.
Algunas de estas obras formaron parte de la decoración de "El Jardín", una finca de recreo y solaz situada a corta distancia del palacio-fortaleza, con un edificio principal, rodeado de jardines, con gran diversidad de flores, plantas aromáticas, arbustos y un laberinto. Allí, como digo, estuvo instalada en el siglo XVII, la colección de esculturas de los condes-duques, la inmensa mayoría de carácter profano, con proliferación de personajes mitológicos, dioses, emperadores, filósofos..., que se completaban con algunas de temática religiosa, expuestas directamente al aire libre o en hornacinas e interiores.
A esta curiosa colección, deben unirse las obras diseminadas por las distintas fundaciones religiosas y de caridad de que eran patronos.
Simal hace, como he señalado un recorrido detenido y riguroso por lo que debió ser el esplendor de esta familia y la huella que dejaron, sobre todo en su villa solariega, de la que en la actualidad, aunque quedan vestigios, algunos de cierta importancia, apenas nos indican lo que debió ser en la época de mayor auge.
He de señalar lo que yo pienso que es un error de bulto, seguramente fruto de un malentendido o un simple error de imprenta (nota 525, en la página 136), cuando al hacer mención a la actual plaza del Grano de Benavente, dice que también se la conoce como plaza de los carros. Mercedes, la plaza del Grano de Benavente, fue conocida toda la vida como Plaza de los Bueyes, nunca de los carros. Espero que en otros datos que se exponen en el libro y de los que yo carezco de suficientes conocimientos para evaluarlos, no haya más errores de este tipo
Por lo demás, el trabajo está exhaustivamente documentado y se ve que, salvo algún caso puntual, la autora contó con las simpatía y la colaboración de quienes podían prestarle ayuda en la recopilación de datos, consulta de fuentes y visión directa de vestigios.



lunes, 27 de agosto de 2018

PEREGRINOS

Hannah Jessup (Henrietta Crosman), es una viuda que posee una granja en la localidad de Three Cedars en Arkansas, a la que dedica toda su vida, junto a su hijo Jim (Norman Foster), en una relación de amor y al mismo tiempo de dominio de la madre hacia el hijo, pues no acaba de aceptar la idea de que su modo de entender la vida ha cambiado, que Jim se ha hecho mayor y necesita explorar nuevos caminos libre del ala protectora de su madre.
Jim mantiene un romance con la joven Mary Saunders (Marian Nixon), situación que provoca los celos de Hannah que confunde intolerancia con amor. Recordando la sugerencia que su propio hijo hizo de alistarse como voluntario para participar en la guerra de Europa, ella misma firma su alistamiento :"¡Prefiero verlo muerto que casado con esa chica!", llega a afirmar explícitamente.
En la contienda bélica el muchacho morirá en combate, provocando la desolación de su madre que, sin embargo, no reconoce su decisiva intervención en el trágico desenlace y se niega a reconocer a su nieto, el hijo de Mary a quien Jim dejó embarazada antes de partir. Hanna seguirá empecinada en su actitud, mientras su nieto se pasea por las calles, sin que ella albergue ningún tipo de arrepentimiento sobre la decisión de ignorarlo.
Pese a sus iniciales reticiencias, Hanna decide acompañar a un grupo de madres de voluntarios que perdieron su vida en la I Guerra Mundial, para lo cual se desplaza a Francia, con el fin de contemplar sus tumbas y homenajear a los caídos.
Estas circunstancias serán decisivas para que finalmente se opere un cambio en la personalidad de la anciana que la acabará distanciando del resentimiento que dominaba su vida.


Durante muchos años, especialistas en la obra de Ford, han destacado este melodrama inusual como una de sus obras maestras injustamente olvidadas, a pesar de que fue un gran éxito comercial en 1933.
Yo no tengo tan clara esta afirmación, a mí me parece que, en ocasiones, el tiempo pone las cosas en su sitio y si hoy esta película está casi olvidada y, desde luego, no se considera como una de las obras más importantes de Ford, es por algo y ese algo, opino que es la endeblez de la historia que narra.



La parábola sobre la conversión de la madre, un ser absolutamente antipático, por el que nunca llegamos a sentir empatía, a diferencia de lo que ocurre algunas veces con los "malvados", que nos llegan a caer simpáticos o, al menos, entendemos su comportamiento, en este caso, de principio a fin, incluso después de su cambio de actitud, nos resulta repulsivo e incomprensible.
Pero es que en muchos momentos la historia de esta mujer (por cierto, gran interpretación de la actriz de teatro Henrietta Crosman), resulta cursi, en el sentido de excesiva y poco creíble o, en todo caso, dando un perfil poco trabajado de su personalidad y todo el relato de su "conversión", con la aparición del muchacho en el que ve a su propio hijo, me da la impresión de artificial.


Rodada casi íntegramente en decorados, el film esconde una crítica hacia la propaganda bélica y las razones interesadas de los gobiernos que manipulan a sus ciudadanos, enviando a unas madres a visitar las tumbas de sus hijos, tras haberlos empujado a luchar y morir en una guerra, sacando, al cabo de los diez transcurridos, réditos políticos del viaje de las madres.
Como curiosidad, decir que las Madres de la Estrella Dorada, el grupo con el viaja la Sra. Jessup, fue un Club creado al poco de finalizar la Primera Guerra Mundial. Su nombre procede la costumbre de las familias de los combatientes de colgar un estandarte en una ventana de sus casas. El estandarte lucía una estrella por cada miembro de la familia que estaba en el ejército. Los que estaban vivos, representados por una estrella azul, mientras los muertos, estaban representados por una estrella dorada.




viernes, 24 de agosto de 2018

MAR DE FONDO

El 18 de agosto de 1918 (en plena I Guerra Mundial), parte del puerto de Yorktown, con destino desconocido y una misión que se mantiene en secreto para la tripulación, un navío camuflado al mando del capitán Robert 'Bob' Kingsley (George O'Brian), es una goleta de tres mástiles que actúa como señuelo para los navíos alemanes, cuando en realidad oculta en su interior un cañón capaz de hundir una nave y está tripulado por artilleros del barco de la marina "Missouri" y marineros perteneciente a la unidad naval de reserva. A su zaga lleva un submarino de la marina estadounidense. Su objetivo es atacar y tratar de neutralizar a un submarino alemán temido por su capacidad para hundir navíos de la flota aliada.
El barco tiene que hacer escala en un puerto neutral con el fin de abastecerse y cargar combustible.
En este lugar, O'Brien conocerá a una hermosa joven, Anna Marie Von Steuben (Marion Lessing), en apariencia una turista, a la que corteja y de la que se enamora, desconociendo que ella también oculta un secreto, en realidad es una espía, hermana del comandante del U-Boat alemán, que también ha recalado en ese mismo puerto.
Anna será rescatada por Bob tras el hundimiento del pesquero en que viajaba y trasladada al barco americano, pero no tiene tiempo de alertar al U-172, que resulta hundido. Ella, su hermano y su prometido, resultan detenidos e ingresan en prisión, ante la esperanza de Bob de que volverá a reunirse con ella cuando llegue el final de la guerra.


El guión se basa en un relato de James Parker Jr., un militar norteamericano retirado.
En teoría, la acción se desarrolla en las Islas Canarias, lugar al que arriba el barco de la armada estadounidense, aunque en realidad, los exteriores se rodaron en la isla de Santa Catalina, una de las islas del Archipiélago del Norte o Islas del Canal, cercanas a la costa californiana.


Haremos una escapada por la tangente para no hacer comentarios sobre la ambientación cañí de la taberna y el puerto supuestamente canarios, con vestidos de faralaes, sombreros cordobeses, guitarras, fajas a la cintura y otros aditamentos que adornan la agitanada ambientación del puerto español.
Supongo que Ford, enamorado del mar y de la navegación, se lo pasaría bien haciendo esta película en la que no tiene empacho alguno en ofrecernos largas escenas de vistas marinas, como en la que presenciamos el hundimiento del submarino alemán con sus oficiales gallardamente en el puente mientras la nave desaparece bajo sus pies engullida por las aguas, o la batalla, rodada prácticamente en tiempo real, con una manifiesta carencia de acción, pero en la que el realizador se va acercando a la tensión que se vive en el submarino, los rostros de los tripulantes o el capitán mirando por el periscopio.
Tiene también algunas secuencias novedosas, en las que el realizador norteamericano sitúa la cámara a nivel de la cubierta del submarino, para que el espectador tenga la sensación de apreciar en detalle cuando la nave emerge a la superficie, o cuando realiza la maniobra contraria. Otra curiosidad es que en la versión original, se hablan tres idiomas: Inglés, alemán y español (de este último, unas pocas frases).


La historia en sí, y el romance de fondo entre Anna y Bob, no tienen demasiada enjundia y las interpretaciones, tampoco es que resulten nada brillantes, con unas cuantas tomas que tienen un aire de documental. Es como si Ford hubiera pretendido hacer un film en el que predomine un tono de realismo, pero no acaba de funcionar en casi ningún aspecto, salvo quizá en la fotografía.




jueves, 23 de agosto de 2018

EL BOSQUE

Covington es una aldea de Pensilvania del siglo XIX que está aislada del resto del mundo. Los bosques que rodean el pueblo están prohibidos para los aldeanos debido a unas criaturas misteriosas que los habitan. Muchos años antes, los ancianos de la ciudad y las criaturas llegaron a un acuerdo por el que los aldeanos no irían al bosque, y las criaturas no entrarían en el valle que ocupa el pueblo. Se estableció un límite alrededor de la aldea, señalado con banderolas de colores, que los habitantes del pueblo no debían traspasar.
Después de que uno de los ancianos llamado August Nicholson (Brendan Gleeson) pierda a su hijo por una enfermedad que no han sido capaces de tratar, uno de los jóvenes del pueblo llamado Lucius Hunt (Joaquin Phoenix) se dirige al consejo de ancianos y solicita abandonar la aldea y viajar a "la ciudad" con la esperanza de encontrar medicinas y otros remedios que pueden prevenir pérdidas como la ocurrida, o posiblemente curar las dolencias mentales de uno de los otros jóvenes de la ciudad, llamado Noah Percy (Adrien Brody). Su solicitud es rápidamente denegada por los ancianos.
Lucius mismo es considerado un joven bastante extraño por el resto. Se mantiene solitario y rara vez habla con la mayoría de las personas. Cuando Kitty Walker (Judy Greer) visita a Lucius con la esperanza de que él se case con ella, él rechaza su pretensión. Lucius ha sido amigo de la infancia de la hermana menor de Kitty, Ivy (Bryce Dallas Howard), ciega desde que era muy joven, Ivy afirma que Lucius tiene un color, una especie de aura a su alrededor, que ella puede ver. Un día, mientras estaba en un determinado lugar, cerca de los límites con el bosque, Noah le presenta a Ivy algunas bayas rojas. No crecen en la aldea y Lucius cree que Noah se ha internado en el bosque y no ha sido dañado por las criaturas. Esto hace que Lucius se vuelva más decidido y nuevamente solicita a los ancianos que le permitan viajar a "la ciudad". Lucius cree que si las criaturas permitieron a Noah entrar en el bosque sin causarle daño, ocurrirá lo mismo con él.


La película originalmente se llamaría "The Woods" (como se tituló aquí en España) pero otra película de MGM, estrenada en España como El bosque maldito (2006), ya estaba programada para usar ese nombre, por lo que el título tuvo que cambiarse a "The Village".


Desde su estreno, la película ha dividido a crítica y público entre los que ven en ella casi una obra maestra y otros a los que, sencillamente, no ha gustado, en ocasiones incluso la consideran muy pobre. El caso es que de esos films en que las opiniones no tienen término medio.
Está muy bien rodado, perfectamente planificado para lo que pienso que quería el realizador, con una buena banda sonora de James Newton Howard, que estuvo nominada al Oscar y un vestuario que lleva la firma de la reconocida Ann Roth.


Creo que en buena parte, la decepción de algunos es porque la película se promocionó como un film de terror y no es así, ni mucho menos. El film no da miedo, es una reflexión sobre el miedo, sobre el pánico que sentimos los humanos ante lo desconocido, aquello que no sabemos explicar de dónde viene y cuya amenaza nos tiene maniatados, muchas veces a merced de gobiernos o instituciones poderosas que se valen de ello para llevarnos por donde les conviene y amenazar con grandes desastres de los que culpan a quienes se salen de la fila y provocan a esos agentes del mal, convenciéndonos de que hay que soportar algunos sacrificios y someterse a unas reglas incómodas, incluso injustas, para evitar un mal mayor. Para ello, no hay reparo, en llegar incluso a recortar nuestros derechos como personas.
Otro de los motivos de controversia es la comparación que se hace con otra gran película de M. Night Shyamalan: El sexto sentido: Que si esta es mejor, que si es peor, en fin, ese tipo de controversias, cuando no tienen nada que ver una con otra, más allá de que encierran una sorpresa en su argumento, pero ni siquiera esa sorpresa es equiparable, ni en el planteamiento, ni en la importancia que tiene en el argumento, ni en en el efecto que produce en el espectador.
Película interesante que invita a la reflexión.




miércoles, 22 de agosto de 2018

EL INTRÉPIDO

Nueva York 1917: Para hacerse publicidad y lograr la reelección en el puesto, un juez de distrito envía al ejército a tres ladrones, uno de ellos muy conocido, a combatir en la guerra europea, en lugar de mandarlos "río arriba", como se dice en el argot cuando te mandan a la cárcel.
Al regresar de Francia, uno de los tres, Louis Beretti (Edmund Lowe), ha aprendido la lección y ve las cosas de otra manera, sobre todo tras haber perdido en la contienda a sus dos compañeros de castigo.
Beretti va a visitar a Joan Sheldon (Catherine Dale Owen), la chica de la que está enamorado, para pedirle que se case con él y todo queda en el intento, pues cuando está a punto de declararse, aparece en la casa un oficial al que Joan presenta como su futuro esposo.
En 1920, Beretti consigue prosperar gracias a un club en el que, bajo mano, se sirve alcohol (estamos en plena Ley Seca) y proporciona una coartada a Big Shot (Warren Hymer), después de que este haya acabado con la vida de un tipo que, al parecer, era soplón de la policía.
Dos años después, en 1922, es precisamente Big Shot quien rapta a la hija de Joan, que hace valer la promesa de ayuda que un día le hiciera Louis y le pide socorro para encontrar a su hijita. Louis tratará de rescatarla y se enfrenta al raptor, dispuesto a llegar hasta las últimas consecuencias para liberar a la muchacha.
El guión se basa en una novela de Donald Henderson Clarke, publicada en 1929 (un año antes del estreno de la película) y que en España se editó con el título de "Un hombre llamado Louis Beretti". Lo cierto es que la película cambia muchas cosas de la novela.
Vemos algunos rasgos característicos del posterior cine de Ford, que están ya presentes en este film, su particular sentido del humor, sobre todo en algunas escenas del ejército (cuando están repartiendo destinos entre los reclutas, el sargento pregunta a uno de ellos, ¿Vd. a qué se dedica?, el otro dice: Soy irlandés. A este hombre que le den un arma, sentencia el sargento), o en el club del protagonista, con la recurrente frase del periodista: Dame un trago... de la botella de Louis.
También hay una sutil crítica, más que a la guerra, a esos patriotas de retaguardia que empujan a otros a combatir y después se atribuyen méritos que no tienen. Queda patente en la escena en que Beretti visita al juez que les condenó tras regresar del frente y éste le dice que estuvo con ellos en espíritu en los campos de Flandes. Beretti le replica que uno de sus dos compañeros muertos le hizo un encargo antes de morir: Dale esto a juez, y le arroja la medalla que el muerto había ganado en combate.
El protagonista, es ese tipo de apariencia dura y fondo romántico tan característico de algunas películas de Ford. A pesar de su pasado turbio, mantiene unos valores que le llevan a poner en peligro su vida por lo que cree justo, sin por ello desprenderse del todo de sus modales de pícaro y, al final, será él quien ayude a la chica guapa y glamourosa, a pesar de que esta ha elegido a otro para compartir su vida.
Un film entretenido, en el que parece que las historias paralelas van siendo dejadas de lado sin demasiadas explicaciones para, al final, encajarlas todas.
Muy interesante la escena final en la que BerettiBig Shot se enfrentan a muerte en un duelo que, a pesar de estar ambientado en los años veinte, tiene todos los aditamentos de los western clásicos: Ambos acodados en la barra del bar, tras las puertas abatibles, los camareros desapareciendo de escena y con un diálogo en el que recuerdan las viejas historia que vivieron juntos, mientras aumenta la tensión del momento hasta que se produce el intercambio de disparos.




martes, 21 de agosto de 2018

EL FUERTE

El 17 de junio de 1779 el general de brigada británico Francis McLean desembarcó y ocupó la península de Majabigwaduce (hoy Castine) al mando de unos 700 efectivos y, tras varios días observando la zona, una vez decidido el emplazamiento que le pareció más conveniente, comenzó la construcción del Fuerte George en el centro de la pequeña península como plaza fuerte para proteger toda la zona. Ante los rumores de la llegada de la expedición rebelde, se preparó para el asedio y dispuso de manera eficaz sus baterías en tierra y las tres únicas balandras de guerra con las que contaba amarradas en un pequeño puerto, de manera que las posiciones se protegían entre sí.
La expedición rebelde, sufragada con fondos aportados por el estado de Massachusetts (el estado de Maine al que pertenece la zona, en aquella época no exitía como tal y formaba parte de Massachusetts), llegó a finales de julio, intentando infructuosamente asediar el inacabado fuerte en una serie de acciones que fracasaron debido principalmente a la desastrosa coordinación de sus fuerzas. Los generales Solomon Lowell y su segundo, Peleg Wadsworth, lideraban las fuerzas terrestres, mientras que el jefe de la fuerza naval era el comodoro Dudley Saltonstall.
El general escocés McLean consiguió mantener a raya a los rebeldes gracias a una fuerza más profesional, mejor adiestrada y, sobre todo, mejor dirigida en sus acciones por un mando competente y una coordinación eficaz de las fuerzas terrestres y navales, comandadas estas últimas por el capitán Henry Mowat. Mientras tanto en el otro bando, increíblemente, las acciones militares se debatían en incontables y tediosos consejos convocados por Lowell y se tomaban decisiones por votación.
El 13 de agosto de 1779 llegó una flotilla británica de relevo desde Nueva York, compuesta por diez buques de guerra al mando del comodoro George Collier quien inmediatamente atacó a la flota rebelde. Durante los dos días siguientes la flota norteamericana huyó desordenadamente corriente arriba del río Penobscot hostigada por Collier. Finalmente se produjo el desastre, algunos barcos fueron capturados o hundidos por los británicos y el resto quemados por sus propias tripulaciones, que desembarcaron y se dispersaron por la ribera del río en caótica retirada viéndose obligados a huir a pie e intentar llegar a Boston, a 300 kilómetros de distancia, prácticamente sin municiones ni comida.
Estos son los hechos, hechos históricos, por otra parte, de lo que fue en boca de algunos, el mayor desastre naval de los EE.UU. hasta Pearl Harbor. Bernard Cornwell los toma como base para novelar la historia, respetando casi todo lo que hubo y añadiendo algunas escenas de su propio imaginario, en lo que viene a ser una brillante novela que hará las delicias de muchos aficionados al género histórico y a algunos de los que gustan de la novela en general.
Cornwell nos sumerge en el paisaje neblinoso de la bahía del río Penobscot y va intercalando lo que se vive en uno y otro bando, para que el lector tenga clara conciencia del discurrir de los acontecimientos y el cómo y el porqué de lo que allí sucedió. El funcionamiento de la bien engrasada maquinaria del ejército británico, su experiencia y la coordinación que mantuvo en todo momento con las balandras de guerra capitaneadas por Mowat, o la habilidad y la veteranía de Francis McLean, a quien no le importa ir cediendo algunas de las posiciones, retirando tropas hacia el fuerte, con el fin, sobre todo, de ganar tiempo, que el enemigo consideraba como grandes victorias, cuando el escocés tenía previsto todo lo que iba ocurriendo. Mientras en el bando contrario, junto a los eficientes marines de verde casaca, que demostraron arrojo, valentía y orden, peleaban hombres de la milicia, muchas veces reclutados obligatoriamente que, como se vio más adelante, más parecían el ejército de Pancho Villa que una tropa regular. Al fin y al cabo, simples granjeros, en ocasiones inflamados de ardor patriótico, pero que, a la menor adversidad, salían por piernas, deseando regresar cuanto antes junto a sus familias y posesiones.
Cornwell retrata con habilidad la incompetencia del mando rebelde, formado por militares no profesionales y por el Comodoro Saltonstall, a quien, cuando todo acabó, se hizo único responsable del fracaso de la expedición, exonerando al resto, cuando él tuvo una parte en ello, evidentemente, pero la mayor carga de responsabilidad debió recaer en las espaldas de Solomon Lowell, por dejar pasar el momento y la oportunidad de arrasar el fuerte que, cuando llegaron allí, no tenía prestas las defensas y a cuyos defensores dio tiempo para que se fortalecieran hasta la llegada de las tropas de socorro, sin haber enviado ningún ataque frontal contra Fort George. Algunos estudios recientes hablan de una conspiración de Massachusetts para conseguir hacer responsable a Lowell que comandaba tropas continentales (pertenecientes al ejército del Congreso de los balbucientes EE.UU.) y de este modo, tener un fundamento para solicitar compensaciones económicas al gobierno de la nueva nación que repararan, al menos en parte, las pérdidas sufridas por culpa del desastre. Un tema nada baladí, si tenemos en cuentas que el estado de  Massachusetts se había gastado en la expedición lo que algunos expertos cuantifican en el equivalente a 300 millones de dólares actuales. De hecho, supuso la bancarrota para Massachusetts.
Bien documentado, Cornwell hace gala de cierto dominio del lenguaje bélico, pero en este caso, especialmente de la terminología naval, haciéndonos revivir combates entre los navíos y entre estos y las fuerzas de tierra, en los que el realismo descriptivo cobra todo el colorido.
El libro narra lo que podríamos llamar grandes sucesos, pero tiene la habilidad de crear una atmósfera más cercana con la relación de los pequeños detalles, e historias paralelas, estos sí, muchas veces inventados por Cornwell, aunque sus protagonistas sean personajes reales.
En uno de los pasajes narra el encuentro entre los generales contendientes Peleg Wadsworth y Francis McLean, un hecho que no se produjo en realidad, con una curiosa conversación entre ambos en la que el americano esgrime las razones del levantamiento, la lucha por la libertad frente al despotismo del rey de Inglaterra que les avasalla con impuestos que tacha de injustos y que no reportan ningún beneficio para los súbditos de las colonias. A ello, el militar inglés le replica preguntándole si es dueño de muchos esclavos y acaba sentenciando que ya ve lo mal que les ha ido bajo la terrible opresión inglesa a los magnates terratenientes y ricos comerciantes americanos principales promotores del secesionismo.
Un libro muy entretenido, con personajes estupendamente definidos, a los que acabamos conociendo a la perfección, no sólo a los principales, sino a los muchos secundarios que pueblan sus páginas y cuyas actuaciones casi llegamos a adivinar por lo bien que el autor nos ha acercado a su manera de pensar y comportarse.

NOTA: Tras la evacuación de Boston en 1776, muchos lealistas a la corona británica, se trasladaron, con sus familias y todos los bienes que pudieron llevar consigo a lo que pretendía ser una extensión de la provincia británica de Nueva Escocia, en el sureste de Canadá. Esta fue una de las razones del envío de tropas británicas a la bahía del río Penobscot. Los rebeldes nunca lograron conquistar Fort George, que fue entregado por los británicos a raíz de la Paz de Versalles, tratado por el se reconoció la independencia de la las 13 colonias americanas.



lunes, 20 de agosto de 2018

SHARI, LA HECHICERA

Un oficial inglés, el capitán Donald Gordon King (Victor McLaglen), destinado en el Regimiento Scottish Black Watch, celebra junto a sus camaradas de armas (incluido su hermano menor) un banquete, previo al embarque hacia Francia, iniciada ya la Gran Guerra.
Durante la cena de despedida, el capitán King recibe la orden de emprender una misión secreta en la India, consistente en sofocar una revuelta tribal y liberar a un contingente inglés hecho prisionero (y esclavizado) por los insurgentes. La compañía, ante la repentina retirada del capitán King y la falta de explicaciones al respecto, interpreta su actitud como un acto de cobardía. Una vez en la India, el capitán logra dominar a las huestes levantiscas y seducir de paso a la líder de la revuelta, Yasmani (Myrna Loy), considerada por los nativos, en interpretación de una vieja profecía, una especie de Juana de Arco que les va a liberar de la dominación británica y a establecer un poderoso reino en el noroeste de la India, en territorios que actualmente forman parte de Pakistán.
Una parte de las escenas, sobre todo las relacionadas con el cortejo del capitán King a Yasmina, fueron rodadas con posterioridad, dirigidos por Lumsden Hare, que también actúa en la película, e incorporados posteriormente. Ford las tachó de vomitivas.
La película ha pasado a la historia del cine por ser el primer film sonoro dirigido por John Ford que, a estas alturas, llevaba a sus espaldas más de cincuenta películas, la mayoría de las cuales, lamentablemente, se han perdido.


El guión se basa en una novela de Talbot Mundy titulada King of the Khyber Rifles, publicada originalmente en la revista Everybody's en una serie de nueve entregas a partir de mayo de 1916.
En 1953, se hizo un remake de la misma, dirigida por Henry King y protagonizada por Tyrone Power, que en España se estrenó con el título de "El capitán King".


Es muy curioso ver esta película y estar atento a los detalles de lo que supuso el inicio del sonoro en el cine, cuando tanto técnicos como actores, estaban aún balbucientes e inseguros ante la nueva manera de hacer películas, de tal modo que su inseguridad se trasluce a veces en el resultado, se ve a los actores esperando a que el oponente interpretativo les de pie a su entrada en diálogo, produciéndose algunas veces intervalos de silencio demasiado largos e incómodos y, al tiempo, nos damos cuenta de que no hay momentos en los que hable más de un intérprete. Es manifiesto el caso de Myrna Loy que declama todos sus diálogos. Todo estaba empezando, resultaba novedoso y tal iba a ser su impacto, que algunos de los grandes directores y actores del cine mudo, no superaron la prueba y sus carreras quedaron truncadas. No es el caso de Ford, al que yo creo que la evolución le vino bien, no en vano, en sus películas mudas observamos la cantidad de intertítulos que emplea, al contrario que algunos otros que economizaban en este aspecto, es como si estuviera esperando la llegada del sonido al cine para dar un gran paso adelante. Ford necesitaba del sonido, y no solo por los diálogos, sino por ese otro gran elemento de sus películas que es la música. En este film, ya en la primera escena toma protagonismo con la banda de gaiteros que entra en el comedor de oficiales en la cena de despedida antes de embarcarse para la guerra, un protagonismo que surgirá en otros momentos del film y a lo largo de toda la carrera de Ford en que la música es un actor más de sus películas y todos recordamos secuencias de sus films acompañadas de melodías del viejo Oeste o de la vieja Irlanda, en que la música da vigor o remarca la ternura y la evocación dependiendo del caso. Sin embargo, también en este aspecto se nota la bisoñez en el abuso que hace de la banda de gaiteros. Al principio comencé a contar las veces que aparecían interpretando alguna melodía, pero me cansé al ver que aprovechaba cualquier circunstancias para sacar a los gaiteros, cuya presencia, sobre todo en un par de escenas de guerra que representan el frente flamenco, resulta no solo innecesaria y reiterativa, sino que raya en lo ridículo.


En casi todas las escenas contemplamos la perfecta planificación del maestro, empezando por una de las primeras, la de la despedida en el andén de ferrocarril, con el regimiento desfilando al son de Bonnie Laddie, mientras asoma el humor característico de Ford en la esposa del sargento: "Cerciórate de que no se te suba la falda escocesa. ¡No olvides que eres que eres un miembro de la iglesia y que tus vergüenzas deben estar a buen recaudo!". La gente que se despide ("¡Papi, quiero ir contigo!", exclama una niña a cuyo padre veremos morir más adelante en batalla, mientras se repite en off la despedida de la niña) y el coronel, que también ignora los motivos de King para haber solicitado destino en la India, le lanza un amargo adiós. Continúan las canciones, los sones de las gaitas, mientras en el ángulo inferior, una pareja de mediana edad, se marcha tras despedir a su hijo, reflejando el contrapunto de la amargura a la épica del momento.
De hecho, toda esta escena y la asombrosa utilización que hizo Ford del sonido, causó tal impacto en los productores, que se replantearon la película, pensada para tener solo un par de escenas sonoras y el resto mudas, como resultado tenemos una película completamente sonora.
La película no es uno de los grandes títulos del realizador, pero Ford ya está en ella.



viernes, 17 de agosto de 2018

POLICÍAS SIN ESPOSAS

David Collins (David Rollins), un joven trabajador de panadería, se compromete con Mary Coronelli (Nancy Drexel), que proviene de una familia adinerada. Su presuntuosa tía, se lleva a Mary a Europa, con la esperanza de separar a la pareja, pero Joe usa sus ahorros para seguirla hasta allí. Las cosas se complican cuando el muchacho es acusado falsamente de malversar dinero de la panadería para el viaje, y el oficial Riley (J. Farrell MacDonald), un policía local muy querido, recibe el encargo de viajar a Alemania y, tras ejecutar la orden de extadicción que lleva consigo, hacerse cargo de Joe y traerlo de regreso a EE.UU, donde será juzgado. Una vez en Europa, Riley sucumbe a la vida más desinhibida del viejo continente, y todo su afán es demorar el viaje de regreso, más aún, tras haber conocido a Lena (Louise Fazenda) una joven alemana que trabaja en una cervecería, de la que se enamora.
El realizador norteamericano demuestra su habilidad en una de las pocas ocasiones en que se adentra de lleno en la comedia genuina y no mezclada con otros géneros, cual hace en muchas otras de sus películas. Aquí toda la historia es puro divertimento, por más que se le puedan sacar segundas lecturas.
Un secundario habitual en las películas de Ford, J. Farrell MacDonald (aparece en nada menos que 24 de sus películas), tiene un bonito papel protagonista, sobre un viejo policía amable y divertido al que todos quieren en el barrio, con una primera parte que es una crónica de un barrio tipo en una gran urbe americana, en la que vemos a un policía que se lleva bien con los golfillos, con los alcohólicos o con los vendedores ambulantes. Cierto que no parece demasiado y que Ford pinta un mundo que tiene algo de idílico dentro de una vida diaria en la que se ve a gente que no está demasiado sobrada de recursos, pero que vive feliz. Y una segunda mitad, que transcurre en Europa, en la que visita cervecerías alemanas y cabarets parisinos.


Hay algunos momentos que muestran el original estilo de Ford, algunos de ellos visualmente inventivos en los que la cámara enfoca la cara de algunos de los personajes tras un escaparate, mientras vemos las acciones de otros reflejadas en el cristal.
Probablemente no es ningún menosprecio considerarla una obra menor de Ford, pero tal vez ha sido inmerecidamente olvidada, pues sigue siendo una comedia ligera gratamente entretenida.
Para acabar, una frase extraída de la filosofía del policía Riley que aparece en el intertítulo inicial de la película: "Puedes hablar de un buen poli por los arrestos que no hace".




jueves, 16 de agosto de 2018

EL LEGADO TRÁGICO

Denis Hogan (Victor McLaglen), es un patriota irlandés que se ve obligado a exiliarse precisamente por sus actividades en pro de la independencia de su país, para lo que se enrola en la Legión Extranjera francesa, sirviendo como oficial en Argel, donde llega a ser muy respetado por sus compañeros de armas.
El juez James O'Brien (Hobart Bosworth), un tipo aficionado a los ahorcamientos, recibe con pesar el diagnóstico de los médicos: Le queda poco tiempo de vida y, en su afán por asegurar el futuro de su hija Connaught (June Collyer), la hace prometer que renunciará a su amor por el virtuoso pero pobre Dermot McDermot (Larry Kent), para casarse con el despreciable y falto de escrúpulos, pero aparentemente opulento, John D'Arcy (Earle Foxe), un cazadotes que se convirtió en informador de los británicos.
Tras recibir un telegrama, Denis Hogan solicita permiso para regresar a Irlanda, poniendo en peligro su vida, pues se ha puesto precio a su cabeza, a fin de solucionar un asunto que atañe al honor de su familia, ya que D'Arcy se casó en París con su hermana, a la que abandonó, muriendo esta poco después.
D'Arcy hace gala de su condición de bribón al matar al caballo de Connaught y robarle literalmente su fortuna, que se ha jugado apostando y perdiendo, pero al final se las tendrá que ver cara a cara con Hogan que ha regresado para saldar su deuda.
El guión se basa en una novela del irlandés Brian Oswald Donn-Byrne.


Protagonizada por Victor McLaglen, habitual en las películas de John Ford, en algunos pasajes, el film sigue viviendo de la influencia de Murnau, aunque Ford va dejando a un lado todo eso, para resultar más reconocible.
Otra de esas películas en las que muestra su amor por el país de sus antepasados, con algunas escenas realmente brillantes, como todas las relacionadas con la carrera de caballos y sus prolegómenos en los que vemos a la gente llegando en carros en un desfile de tipos variopintos, con algún guiño a ese humor tan característico que, imagino, provocaba la carcajada en la sala, como las escenas en las que el asno sube y baja, quedando colgado de las varas del carro que tira, por el excesivo pero de la gente que está subida en el, como si lo estuvieran columpiando.
Final feliz y el héroe que regresa al desierto rodeado de un halo romántico, quedando en las gentes su recuerdo y la esperanza de que algún día no lejano, retorne para guiarles en la lucha contra los británicos.
Como curiosidad, señalar que John Wayne debuta en el papel de un espectador que, llevado por su entusiasmo, destroza la valla que separa al público de donde corren los caballos. La silueta del ahorcado que aparece en las sombras de la chimenea del juez, es también la suya (Por cierto, esta escena es también muy curiosa y con esos rastros de Murnau que señalábamos al principio).




miércoles, 15 de agosto de 2018

CUATRO HIJOS

En Burgendorf, un pequeño y tranquilo pueblo de Baviera, viven la señora Bernle (Margaret Mann) y sus cuatro hijos. Franz (Francis X. Bushman Jr.) está en el ejército, Johann (Charles Morton) trabaja en la forja, Andreas (George Meeker) cuida las ovejas. Joseph (James Hall) viaja en un carro de heno con una chica guapa cuando parte del heno cae, aterrizando sobre el temible comandante Von Stomm (Earle Foxe) y Joseph recibe una bofetada del oficial.
El jovial cartero (Albert Gran) ha traído una carta de Estados Unidos que anuncia a Joseph una oferta de trabajo en aquel país, pero no es fácil llegar hasta allí, el viaje resulta muy caro. Es el cumpleaños de la madre Bernle y la mayor parte de la ciudad se reúne para bailar. La madre le da a Joseph el dinero que ha estado ahorrando durante toda su vida para que pueda hacer el viaje hasta el otro lado del mar. Es "Der Tag", el día en que se declara la guerra. Franz y Johann están entusiasmados con sus nuevos uniformes. Pero Estados Unidos sigue siendo neutral. Joseph ya en el país que le acoge, trabaja en el Delicatessen alemán-estadounidense con su esposa Annabelle (June Collyer). Los informes de las primeras batallas alemanas con los rusos son buenas. Entonces, ¿por qué el cartero lleva una carta de bordes negros para Mother Bernle? Cuando Estados Unidos entra en la guerra, Joseph se alista. Los tiempos son muy malos en Burgendorf. Von Stomm acusa a la madre Bernle de ser la "madre de un traidor" ...


El guión se basa en una historia de I.A.R. Wylie titulada "Grandma Bernle learns her letters" ("La abuela Bernle se aprende sus cartas de memoria"), publicada por primera vez en el Saturday Evening Post.


La película es todo un homenaje al cine de Murnau, que había estado trabajando un año para la Fox y en muchos tramos de ella, los expertos ven una descarada imitación (en el mejor sentido del término) del cine que hacía el maestro alemán. Ford experimenta con la cámara y lleva a cabo planos que no estamos acostumbrados a ver en sus films. El director se fue de viaje a Alemania, junto a su esposa, a costa de Fox, en teoría para rodar exteriores para esta película, no se ve ni uno, pero todo el film parece una imitación inadvertida del estilo de Murnau, al que Ford visitó, quedando muy impresionado por sus bocetos, diseños y métodos de producción.
En general, los actores tienen muchos tics del cine mudo, exagerando los gestos y, en ocasiones, demasiado acartonados, en busca de transmitir con su expresividad los sentimientos al público, salvo en el caso de Margaret Mann, que consigue una actuación muy espontánea, haciéndonos llegar sentimientos de amor, dolor, pena o alegría, sin necesidad de caer en amaneramientos. Es el personaje más entrañable de la película.
Gran parte de la historia transcurre en Baviera y el hilo conductor de la misma es el cartero del pueblo, un simpático Albert Gran que en las primeras escenas del film, nos va presentando a algunos de los personajes con los que se encuentra en su recorrido por las calles cuando se dirige a casa de Frau Bernle, en unas secuencias muy divertidas en las que se va saludando con inacabables y aparatosas reverencias con el alcalde, el maestro...
Del mismo modo que algunas otras películas de Ford, nos pinta un mundo rural idílico y vista hoy, contiene muchas cosas que remarcan de manera exagerada la actitud acogedora de los norteamericanos, con varios sinsentidos que no se explican, dando saltos argumentales que quedan bastante inadecuados, pero en su momento fue todo un éxito y la revista Photoplay la eligió mejor película del año.




martes, 14 de agosto de 2018

LA Xª FLOTTIGLIA MAS

El prestigio de ejército italiano se ve envuelto en chascarrillos, sobre todo aquí en España, donde se recuerda su participación bastante decepcionante en la Batalla del Jarama, olvidando sus actuaciones en las operaciones del norte. Algo parecido ocurre con sus acciones en la II Guerra Mundial, su fracaso en Grecia, que obligó a Hitler a destacar tropas al frente sur e incluso a considerar a los italianos más como un estorbo que como aliados.
Poco conocidos, sin embargo, son episodios como los protagonizados por los integrantes de la Decima Flottiglia MAS (Decima Flottiglia Mezzi d’Assalto, también conocida como La Decima o Xª MAS), un grupo de comandos buceadores de la Regia Marina italiana.
Sus orígenes han de buscarse durante la Primera Guerra Mundial, cuando el astillero veneciano SVAN (Società Veneziana Automobili Navali) entregó a la Regia Marina sus primeros medios, denominados MAS (Motobarca Armata SVAN). Las dos primeras unidades, MAS 1 y MAS 2 fueron completadas en Junio de 1915. Entre las incursiones mas sorprendentes, se recuerdan las misiones de Luigi Rizzo, que en Diciembre de 1917 hundió en Trieste el acorazado austriaco Wien y en Junio de 1918 cerca de Premuda atacó y hundió el acorazado Santo Stefano. Fueron los dos sucesos mas importantes de la Regia Marina en la Primera Guerra Mundial.
En la II Gran Guerra, estas unidades operaron en Gibraltar, atacando sobre todo barcos de suministros, pero también en otros lugares del Mediterráneo, especialmente relevante fue la operación llevada a cabo en el puerto de Alejandría, donde a bordo de tres torpedos tripulados trasladados a la zona por el submarino Scire, un comando de seis hombres al mando del teniente Luigi Durand de la Penne, franquearon la red antisubmarina que protegía el puerto y dejaron fuera de combate al HSM Valiant y al HSM Queen Elisabeth, que pudieron ser reflotados pero estuvieron muchos meses en reparación y al petrolero Sagona, que perdió la popa bajo el agua, además de dañar a otra nave, el HMS Jervis, que estaba repostando junto al petrolero.
El conjunto de las operaciones, siempre muy peligrosas, de los comandos de la Xª MAS, no significó demasiado en el marco de una guerra que abarcó tanto territorio e implicó a tantas naciones, pero es innegable el aura de heroísmo que envolvía todas sus misiones.




lunes, 13 de agosto de 2018

BASADA EN HECHOS REALES

Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner) es una escritora que ha pasado del éxito apabullante que la puso bajo todos los focos al vértigo íntimo de la página en blanco, mientras la editorial presiona para que entregue algo nuevo. Aunque vacía a nivel creativo, está con el hombre al que ama aunque su trabajo lo absorbe, tiene dos hijos con un pie en la universidad y muchas amistades, pero atrincheradas en sus rutinas… A medida que intenta escribir y no puede, esas otras carencias (pareja, hijos, amigos) en apariencia naturales e inocuas, disparan su vulnerabilidad. Y es entonces cuando se cruza en su camino Elle (Eva Green), una mujer sofisticada y seductora, que trabaja como negra literaria redactando memorias de famosos. Comparten gustos e intiman. Elle insiste a su nueva amiga en que debe abandonar el proyecto novelesco sobre la telerrealidad que tiene entre manos y volver a utilizar su propia vida como material literario.
Elle comprende a Delphine mejor que nadie, y pronto se convierte en su confidente. Delphine confía en Elle y le abre las puertas de su vida.
Y mientras Delphine recibe unas amenazantes cartas anónimas que la acusan de haberse aprovechado de las historias de su familia para triunfar como escritora, Elle, con sus crecientes intromisiones, se va adueñando de su vida hasta bordear la vampirización.
Pero ¿quién es Elle en realidad, esa joven encantadora, inteligente e intuitiva?, ¿qué pretende? ¿Ha venido para darle un nuevo impulso a la vida de Delphine o para arrebatársela?.


El guión se basa en la novela homónima de la francesa Delphine de Vigan.


Con una buena factura técnica y una banda sonora de Alexandre Desplat que subraya perfectamente lo que vemos en pantalla, no opino lo mismo del guión, para mí bastante decepcionante.
Tras un arranque que pronostica una interesante historia, la película va perdiendo pulso y el interés va decayendo, hasta llegar a un final que, a mí, me ha hecho añorar El sexto sentido, película en la que toda cuadra y se le iluminan a uno todas las luces, cuando se llega a su espléndido y explicativo final. Aquí, sin que la historia tenga exactamente mucho que ver con aquella, sí que tiene algún punto en común, pero ese final, que podría haber sido tan luminoso, en el sentido de que de repente lo entiendes todo, puede haber a quien ni siquiera le sirva para entender lo más mínimo de una historia que podría haber dado bastante más de sí.