Acabada la Guerra Civil y mientras sube la rampa que conduce al Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza, Marisa (Beatriz de Añara) recuerda los terribles días que pasó en él durante los primero meses de la contienda.
Cuando la sublevación militar fracasa en la provincia de Jaen, Marisa y su padre, el Marqués de Orduña (Rafael Bardem), que pasan las vacaciones en la casa señorial de sus antepasados en la finca del Romeral, se ven en peligro, de hecho, el Marqués es detenido y asesinado. Luis de Aracil (Alfredo Mayo), notario de la localidad y hombre de ideas republicanas, conduce a Marisa hasta el santuario, situado cerca de Andújar (Jaen), donde los partidarios del Alzamiento se han atrincherado, pensando que allí estará más segura. Cuando están a punto de llegar, una bala hiere a Luis, debiendo restablecerse entre los que teóricamente eran sus enemigos.
El contacto con el heroísmo de éstos, dirigidos por el capitán de la Guardia Civil Santiago Cortés (Tomás Blanco) le hace desistir de escapar, decidiendo quedarse con los sitiados y acatar con ellos la consigna: El santuario no se rinde. Cuando se agotan las posibilidades de resistencia, los atacantes se adueñan de la posición.
Película basada en hechos reales ocurridos durante la guerra civil española, cuando 165 Guardias Civiles y 46 paisanos defendieron, junto a sus familias (en total unas 1.200 personas) durante ocho meses (14-09-1936 a 01-05-1937) el Santuario de la Cabeza ante una fuerza republicana compuesta por 1.500 milicianos, 15 tanques, numerosa artillería y aviación.
En un lugar cercano al Santuario (el Palacio de Lugar Nuevo), también se habían atrincherado partidarios del bando sublevado, aunque como era más difícil de defender, el 12 de abril del 37, acabaron replegándose hacia el Santuario. Ambos lugares, que distaban entre si apenas 3,7 kilómetros, se hallaban completamente aislado del territorio dominado por los nacionales, y eran provistos de víveres por avión desde Córdoba y Sevilla, destacando en el abastecimiento el laureado capitán Carlos Haya (Jesús García la Imperial) que realizó alrededor de 70 misiones sobre el Santuario y Lugar Nuevo en los 8 meses de asedio.
Este es uno de esos episodios que se han ido olvidando, en cierto modo de manera interesada, pues sabemos que ahora, exaltar estas gestas no está bien visto por los políticamente correctos. Es más, podría contar anécdotas de todo tipo relativas a los intentos de cambiar las cosas, de contarlas de otra manera, tergiversarlas o directamente cubrirlas con el manto del olvido para que queden borradas las huellas de estos hechos increíbles por lo que tienen de gesta, independientemente de que se esté de acuerdo o en contra de quienes los protagonizaron. Estas anécdotas van desde borrar el nombre del Capitán Cortés de los callejeros, colegios, etc., hasta otras bastante más peregrinas. En el seno del propio instituto armado, incluso antes de la llegada de la democracia, se pasaba de puntillas por este episodio militar.
La película en sí es bastante mediocre, al parecer, su realizador, Arturo Ruiz Castillo, tuvo muchos problemas para recabar los fondos necesarios para el rodaje.
Este hombre y el productor José Mª Amado, al parecer eran de ideas republicanas y pretendieron hacer una película que no fuera demasiado partidista, en este sentido he de decir que van dando una de cal y otra de arena, de cualquier manera, como ocurre siempre en estos casos, hay que ponerse en el momento y yo me imagino que de haber tratado de ser más condescendientes con los republicanos, la censura no habría dejado estrenar el film.
A pesar de ello, van metiendo en el argumento detalles para no presentar a los leales a la República tan malvados como en otros films de la época. Hay un diálogo entre el capitán Cortés y Luis de Aracil que es bastante representativo de esto, en el que el notario le dice al guardia civil que él no puede enfrentarse a los que están abajo porque su conciencia social se lo impide y Cortés le replica que él también tiene conciencia social y que es hijo de campesinos, pero que ha de cumplir con sus ideales. Imagino que poco más podía hacer Ruiz Castillo para tratar de ser neutral, tarea imposible, así que en esos pequeños detalles queda todo el intento, porque en el resto, tiene cosas como llamar rebeldes a las fuerzas leales a la República y otras por el estilo.
La película es floja, se nota muchísimo la escasez de medios, el guión es bastante mediocre, se meten canciones de folclore rancio, sobre todo por las letras nada imaginativas y algunos personajes, como el de Ángel de Andrés, que interpreta al guardia Curro, pretenden dar una nota de campechanía, pero resultan penosos y se salvan porque estamos hablando, como es el caso, de actores con mucho oficio.
Película curiosa porque se refiere a un episodio que ahora resulta poco conocido, pero que cinematográficamente deja bastante que desear.