Eduardo Bernal (Jaime de Mora y Aragón), es un compositor de éxito, con premios en certámenes internacionales en los que ha representado a España. Está casado con Fernanda (Carmen Sevilla), que le reprocha el poco caso que le hace.
Cada vez que Eduardo sale de viaje, Fernanda hace venir a su amante, un escritor llamado Federico Latorre (Andrés Pajares), que se instala en casa de Eduardo y Fernanda como si él fuera el señor.
Federico desconoce quién es el verdadero marido de su amada, pues en la casa le han hecho creer que está casada con un tal Joaquín Renovales (Manuel Aleixandre), una persona a la que no conocen, que se dedica a dar conferencias y de quien han obtenido un retrato ampliando una foto del periódico, con la que decoran una mesita del salón.
Eduardo ha de partir hacia Dinamarca, donde participará en otro festival, pero se olvida en casa el maletín de viaje, en el que guarda el billete de avión, por lo que regresa a casa mientras su esposa y su secretaria han salido para llevarle el maletín al aeropuerto, por lo que se encuentra con Federico y tras charlar un rato, ambos se dan cuenta de que han sido engañados, el esposo con un amante y este haciéndole creer que el marido es otro, sin saber que en realidad es el compositor al que admira.
Cuando todos se han reunido en casa de Eduardo y Fernanda, deciden poner el asunto en manos del profesor Leopoldo Cumberri (Fernando Fernán Gómez), un excéntrico científico que defiende que el adulterio es una enfermedad producida por una bacteria y que tiene curación.
Basada en una obra del mismo título de Enrique Jardiel Poncela.
El espectador puede seguir perfectamente el sentido de la obra original, ya que la adaptación se atiene en líneas generales al original, aunque esos típicos añadidos o cambios que se producen en el paso del teatro al cine, para aprovechar las oportunidades que este ofrece en cuanto a exteriores, etc., no aportan ninguna originalidad al film, pues los más importantes son una morcilla que mete a media película con unas escenas de Carmen Sevilla y Andrés Pajares en un barco, que sólo sirven para que Carmen luzca palmito y cante, que es lo que se le da bien. Otra cosa que cambia es el final, y opino que es para peor.
Quizá uno de los déficits de la película sea el reparto, con Carmen Sevilla que todos sabemos hasta donde puede llegar interpretando (igual que Andrés Pajares) y un Jaime de Mora que no lo hace del todo mal, pero con unos secundarios que están bastante desaprovechados.
El que sí saca partido a su papel es Fernán Gómez que, sin hacer nada del otro mundo, entre las tablas que tiene y la pobreza de los otros, destaca sobre ellos.
Una pobre adaptación, en un momento en que comenzaba a haber un cierto aperturismo en el cine español en cuestión de utilizar frases picantes y enseñar muslamen, algo a lo que Rafael Gil no puede escapar.
A pesar de ello, tiene momentos muy divertidos, sobre todo gracias a los diálogos tomados del original de Jardiel.
Creo que se le podía haber sacado más partido, porque buenos actores cómicos de reparto hay.
ResponderEliminarAbrazo Trecce
Tiene un conjunto de secundarios de cierto renombre en la escena española.
EliminarNuestros actores están acostumbrados a las famosas subvenciones que les llegan merezcan la pena o no sus obras. Así que no necesitan rascarse el coco para vivir de su trabajo haciendo obras obras que merezca la pena y que llenen las salas de cine.
ResponderEliminarNada nuevo bajo el sol.
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