Última entrega, hasta la fecha, del personaje por excelencia de Camilleri, el comisario Montalbano, que se enfrenta aquí a un caso de atraco y agresión sexual que ha sufrido una joven, casada con un hombre mayor que ella, dueño de un gran supermercado y en el que hay sospechas fundadas de que nada es lo que parece, sino un montaje, pero ¿para conseguir qué?
Hay dos casos que acompañan a este que podríamos llamar central, un caso de contrabando de armas en el que los principales sospechosos son dos tunecinos que llegaron como refugiados a Lampedusa y otro que afecta a la vida personal del protagonista, sobre una red de delincuencia internacional relacionada con obras de arte, en la que se ve envuelta una atractiva mujer que acaba de abrir una galería de arte en Vigàta y que se ha enamorado de Montalbano, haciendo que los cimientos de su relación con Livia se tambaleen.
Rodeado de los personajes de siempre, el inútil y divertidísimo Catarella; Adelí, la asistenta, etc., y de los paisajes que rodean sus novelas, la Trattoría de Enzo, el puerto, los campos cercanos a Vigàta. Parece mentira que este hombre que ronda los 90 años, mantenga esta lucidez y el vigor narrativo de alguien mucho más joven y es que el espíritu de Camilleri, por lo que se ve, continúa siendo el mismo, sin que por él pasen los años.
Un relato muy bien construído, interesante, con las dosis justas de tensión, suspense, sexo y humor.
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