lunes, 4 de agosto de 2014

R.A.F. FACCIÓN DEL EJÉRCITO ROJO

A finales de los 60 de pasado siglo, los paises occidentales han superado las secuelas de la II Guerra Mundial y comienzan a instalarse en lo que más tarde se conocerá como el estado del bienestar. Es lógico que las personas maduras, los que dirigen los destinos de los estados, pero también padres y madres de familia, obreros, profesores universitarios, dirigentes empresariales, etc., que hubieron de soportar los amargos años del ascenso de Hitler al poder y las consecuencias que aquello acarreó, se encuentren más o menos felices con la situación social en la que viven, para ellos es la superación de una pesadilla y el acomodo en un entorno de tranquilidad, seguridad y buenas perspectivas de futuro.
Sin embargo, la generación emergente, comienza a dudar de esa sociedad acomodaticia. Los disturbios y las protestas proliferan en el mundo: Mayo del 68, la Primavera de Praga, la Matanza de la Plaza de las Tres Culturas en México, las manifestaciones pacifistas contra la Guerra de Vietnam en EE.UU. y en otros países occidentales...
Alemania vive sus particulares controversias, por un lado la fractura que supone el Muro berlinés y la separación artificial de la nación en dos. A ello, en la parte occidental, se une la toma de conciencia sobre otras dicotomías que afectan a occidente en general. Es un ambiente que sirve como caldo de cultivo al nacimiento de grupos de oposición extraparlamentaria, sobre todo marxistas y anarquistas que alientan las protestas que tienen como denominador común el anticapitalismo y el pacifismo. Algunos de estos movimientos, desarrollados en los ambientes estudiantiles, se acaban radicalizando y pasan a la clandestinidad y a la lucha armada.

 
El guión, de Bernd Eichinger (El Hundimiento), adapta el libro Der Baader Meinhof Komplex, de Stefan Aust, que también da título a la versión original del film.

 
En lugar de seguir el enfoque tradicional de narración lineal, el film se decanta por una dramaturgia inconexa a base de piezas que el espectador debe ir uniendo. Los personajes aparecen, para permanecer a menudo sin nombre, y, cuando no tienen más papel que desempeñar en la historia, vuelven a desaparecer. Debo señalar que aunque esto de la impresión de film enrevesado, no lo es para nada, la trama se sigue perfectamente y nos queda claro todo lo que la película nos cuenta, otra cosa es que uno esté más o menos de acuerdo con el enfoque que se da a los hechos.

 
En ese enfoque es donde radica la dificultad principal. El film opta por narrar tratando de no tomar partido, presenta los hechos y deja que sea el espectador quien se posicione (si es que lo hace), procurando mantener cierta lejanía con los protagonistas a fin de que no se abrigue preferencia por ninguno de ellos.
Creo que no siempre lo consigue y se percibe una especie de fascinación hacia el personaje de Ulrike Meinhof (Martina Gedeck), todo lo contrario sucede en el caso de Andreas Baader (Moritz Bleibtreu), un tipo tremendamente controvertido, cuando no directamente repulsivo por su forma de ser y actuar, algo que cuadra bastante con la impresión que sacó Jean Paul Sartre tras entrevistarse con él en prisión: un "estúpido increíble" y un "tarado".

 
La película supone un documento magnífico sobre lo que supuso el llamado grupo Baader-Meinhof, cuyas secuelas se prolongaron hasta bien entrados los 90, pero va más allá y el retrato se extiende al movimiento estudiantil y pacifista en general, sus contradicciones y su deriva que, por fin ha encontrado un cauce dentro de los grupo verdes, de gran empuje en Alemania.

 
Con unas buenas interpretaciones y un excelente montaje que sabe mezclar a la perfección las imágenes de archivo con las propias del film, me ha parecido una película valiente y arriesgada, muy bien filmada, sobre todo en las escenas en las que se recrean atentados y persecuciones policiales, que trae a la actualidad unos acontecimientos que estuvieron en la primera página de los noticiarios de todo el mundo, unos hechos controvertidos sobre los que planean un buen número de dudas alrededor del suicidio de los protagonistas y que visto lo visto, harían pensar a quienes fueron actores en primera línea de los mismos que los antisistema actuales, son verdaderas hermanitas de la caridad.

 
 
 

2 comentarios:

  1. Qué mal le fue al comunismo cuando no se mezcló con el nacionalismo.

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    1. Aquí lo que hubo fue un extraño batiburrillo no muy fácil de entender si no se conoce la historia reciente de Alemania.

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