El 1 de abril de 1939, la Guerra Civil española, acaba de forma oficial. Madrid es ocupada por las tropas franquistas y, como en tantos otros lugares, comenzará una larga y oscura posguerra, para muchos hambre y lucha para sobrevivir, para otros, menos afortunados, los perdedores, un tiempo de miedo, odios desatados, envidias, peligros, detenciones y muerte.
Aunque los vencedores habían asegurado que sólamente pagarían con su vida quienes tuvieran las manos manchadas de sangre, las circustancias se imponen y, en ocasiones, la venganza toma la delantera a la razón.
A pesar de que la resistencia republicana se encontraba prácticamente aniquilada, algunos grupos que no habían podido, o no había querido exiliarse, organizaron su última lucha en Madrid. Los vencedores, por su parte, iniciaron el asentamiento final mediante una selectiva serie de asesinatos y torturas. Entre las detenidas en aquellos días, un grupo de mujeres, militantes de la JSU (Juventudes Socialistas Unificadas), la organización juvenil del PCE, son detenidas, llevadas a comisaria donde algunas sufren tortura y, posteriormente, ingresadas en la cárcel de Ventas, donde se hacinan 4.000 mujeres.
El guión reconstruye la peripecia de estas mujeres, conocidas como las 13 rosas, todas ellas, a excepción de Blanca Brisac (Pilar López de Ayala), militantes comunistas.
La película adapta de manera un tanto peculiar los hechos históricos, si bien respeta los rasgos generales de los acontecimientos, hay cosas que quedan diluídas o explicadas de tal manera que quien no conozca la historia, se quedará sin saberla o sacando conclusiones equivocadas, como mínimo inexactas.
Emilio Martínez-Lázaro opta por un camino que suaviza un tanto algunos aspectos de lo ocurrido con estas mujeres y, por otro lado, quita valor a su condición de militantes de un determinado partido, a mí me ha parecido un tanto decepcionante por momentos, pero no sé cómo habrá sido tomada por quien se tope con el relato sin saber nada de lo que la Historia nos narra, confieso que yo estaba mediatizado por esta circunstancia.
Bien fotografiada por el maestro José Luis Alcaine y acompañada de un evocadora banda sonora con música de Roque Baños, que incluye algunas canciones de movimientos políticos de la época, lo mejor del film es la conseguida ambientación del Madrid de la posguerra y algunas de la interpretaciones a pesar de que, en algún caso, se ven lastradas por el recurso a los tópicos, algo que puede resultar ineludible, pero que también hay que saber manejar.
En cualquier caso, estamos ante uno de esos films en los que la potencia de la historia narrada, puede con todo, es tal la fuerza dramática del calvario y la injusticia que vivieron estas mujeres (como otros tantos) que supera cualquier defecto de los que pudiéramos señalar, porque el relato emociona, aunque no lo haga el film, ni la manera de contarlo.
Por encima de todas las demás consideraciones, está la intención de la película, mantener vivo el testimonio de estas jóvenes, algunas de ellas prácticamente unas niñas que murieron víctimas de la situación de odio, venganza y miedo que las rodeaba, más que por sus ideas políticas que, en todo caso, les habrían supuesto una condena de prisión.
Aquellas chicas fueron víctimas de una venganza, inocentes del delito por el que fueron fusiladas y el juicio que sufrieron, una farsa, con la sentencia dictada de antemano.
Que el último deseo de Julia Conesa (Verónica Sánchez) se cumpla: “Que mi nombre no se borre en la historia”. Si la película contribuye a que la memoria de Carmen Barrero Aguado, Martina Barroso García, Blanca Brisac Vázquez, Pilar Bueno Ibáñez, Julia Conesa Conesa, Adelina García Casillas, Elena Gil Olaya, Virtudes González García, Ana López Gallego, Joaquina López Laffite, Dionisia Manzanero Salas, Victoria Muñoz García y Luisa Rodríguez de la Fuente, siga viva y en su nombre el de tantas otras víctimas de odio, sea bienvenida su intención.
Creo que muy buena me gustó. Y ojalá ya se no tengan que hacer nunca más películas de este corte sobre aquella oscura etapa de nuestra historia.
ResponderEliminarSaludos Trecce.
Esperemos que nunca tengamos que volver a lamentar atrocidades como esta.
EliminarLas guerras es lo que tienen. Y mucho más cuando son civiles. Queda muy guapo en películas, pero la ficción no refleja en absoluto las miserias reales que tiene que vivir la gente. Y eso aunque estés entre los del grupo vencedor, porque siempre estás expuesto a que por envidia alguien te acuse falsamente de algo que no cometiste. Que nadie vuelva a perder la cordura.
ResponderEliminarHistoria tan triste y vergonzosa, como edificante.
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