En el contexto de la Segunda Guerra anglo-boer, la batalla de Spion Kop se libró a 24 millas al suroeste de Ladysmith, en la cima de Spion Kop, entre las fuerzas de la República de Sudáfrica y el Estado Libre de Orange y las fuerzas británicas.
Aunque el resultado final de aquella guerra fue la victoria de ejército británico, algunas de las batallas libradas entre fuerzas muy desiguales tanto en número de hombres, como en la equipación de que disponían, supusieron un estruendoso fracaso para el todopoderoso ejército imperial.
Sin duda, la derrota de Spion Kop fue una de las más denigrantes por las circunstancias en las que se produjo.
El General Redvers Buller, comandante de las fuerzas británcias, encargó al general Sir Charles Warren avanzar y tomar la colina, su propósito era forzar una batalla definitiva con los boers, que pusiera fin a la interminable serie de escaramuzas que se estaban produciendo entre ambas fuerzas sin que la guerra tomara un rumbo definido. La superioridad de las fuerzas de Warren, equipadas con los modernos fusiles Mauser, era de cuatro o cinco a uno y el tipo, convencido de que aquello sería un paseo, se lo tomó con calma, en lugar de cruzar rápidamente el río Tugela como manda cualquier manual de estrategia militar ante un accidente geográfico de este tipo, se demoró allí nada menos que 26 horas, dando tiempo al enemigo a reforzarse y fijar posiciones. Cuando llegó frente a la colina, había bajado la niebla, pero no detuvo el avance, sino que sus tropas ascendieron sin saber muy bien a donde iban, pues desconocían el terreno, cuando la niebla levantó, fueron conscientes de que ocupaban una cota más baja que las tropas boers, que inmediatamente comenzaron a machacarlas con fuego de artillería desde posiciones más elevadas.
Los 2.000 hombres atrapados en la colina, disponían de 30 palas para cavar trincheras, con lo que estas fueron superficiales y el ínclito general Warren, no había dado orden de instalar el telégrafo de campaña con el que iban equipados, así que cuando sufrieron el ataque boer, su superior, no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo en Spion Kop. Todos los ocupantes ingleses de la colina, murieron o quedaron mal heridos, el resto, puso pies en polvorosa y se libraron de un desastre mayor porque la debilidad de los boers les impidió perseguir a los que huían.
Casi 27 años después, el general Warren moría en su lecho víctima de una neumonía, pero quien visite la colina de Spion Kop, puede ver una larga franja de tierra removida flanqueada por piedras pintadas de blanco, es la tumba colectiva de cientos de soldados británicos enterrados en la trinchera en que murieron.
Allí estuvo Mahatama Gandi que era camillero en el cuerpo de ambulancias de la India del ejército británico.
La batalla de Spion Kop, como ha ocurrido en otras ocasiones, fue convertida por la propaganda en un motivo de recuerdo y orgullo por el valor demostrado por los jóvenes británicos en aquella colina africana. En su honor, se erigieron estatuas y se nombraron calles, pero el homenaje más curioso, seguramente, es el de la mítica grada del fondo del estadio de los Reds (el Liverpool), opuesta a la grada llamada de Anfield Road que da nombre al estadio. Este histórico graderío ya demolido, fue uno de los templos del fútbol mundial. Sus indestructibles hooligans animaron desde allí a su equipo con fervor inigualable.
Y al final el terreno ni para unos ni para otros.
ResponderEliminarEfectivamente, las vueltas que da la vida.
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