jueves, 22 de julio de 2010

REBECA

"Last night I dreamt I went to Manderley again..." ("Anoche soñé que volvía a Manderley...")
Para los amantes del cine de Hitchcock, repetir esta frase es como recitar un texto sagrado para un creyente.
Con la voz en off de Joan Fontaine, así comienza el debut de Hitchcock en la Meca del cine, con la única película oscarizada del director británico (mejor película y mejor fotografía) y nada menos que once nominaciones, aunque lo de los Oscars y Hitchcock hay que relativizarlo.
Adaptación de la novela del mismo título de Daphne du Maurier, antes de nada, quiero señalar, para quien no haya leído el texto original, que hay cambios que yo considero sustanciales, pues a los cambios normales en cualquier adaptación al cine de una obra literaria, Hitchcock añade un par de cambios tan trascendentes que le dan a la peli una carga de corrección moral que no tiene la novela, supongo que la bienpensante oligarquía hollywoodiense quedó más a gusto con el mensaje que transmite la peli que con el que tenía la obra de la autora inglesa.


Para mucha gente, esta es la mejor película de Sir Alfred, en cualquier caso lo que sí está claro es que es una gran película y que algunos de sus personajes (no todos de carne y hueso), se han convertido en figuras míticas de la cinematografía.
No sé lo que supondría para un tipo que manejaba tan bien el "fuera de plano", realizar esta obra en la que el personaje principal, no aparece en toda la película, ni si siquiera en fotografía, es como la sublimación de esa figura cinematográfica.



El trabajo de los actores es, en general, notable, a pesar de que al principio, el papel de Joan Fontaine, parece un tanto bobalicón, pero está calculado, en un determinado momento toma un giro en el que va a más.
Sin embargo, mis preferidos son, por un lado George Sanders, en su papel de pariente buscavidas y vividor y, por otro, como no podía ser menos, Judith Anderson, el ama de llaves, un papel en el que se vio encasillada de por vida tras este film. Su rol trasciende a lo que es nominalmente y se convierte en una suerte de sacerdotisa de la memoria de su dueña. Eso por no mencionar los subliminales (y a veces, casi expresos) mensajes de los que se puede hacer una lectura de lesbianismo. Hay una escena en la que muestra a Joan Fontaine la ropa interior de la difunta Rebeca que es todo un paradigma de fetichismo.



De los aspectos técnicos, prefiero no meterme en terrenos de los que soy un absoluto desconocedor, sin embargo, desde mi punto de vista de mero espectador, debo señalar que me han impresionado algunas imágenes en las que el tratamiento del claroscuro, las nubes, el tenebrismo de la iluminación, subrayan ciertos pasajes dramáticos del film. Lo mismo sucede con la música, que apoya muy acertadamente algunas de las escenas. Y qué decir de los decorados, Manderley se convierte en un personaje más de la peli, por eso señalaba al principio que no todos los personajes son de carne y hueso. La mansión tiene su propio papel en esta película, con sus espléndidos salones; los cortinajes; los muebles; la fantástica vista exterior de la casa; los empleados (casi es como si formaran parte del decorado de la casa, incluso el mismo perrito); el ala este, que no debe ser profanada; la habitación de Rebeca, donde aún está presente...



Decir que hay cosas de esta película que no te gustan, puede sonar poco menos que blasfemo para los incondicionales de Hitchcock, que lo ven todo perfecto. A mí hay cosas que no me gustaron. La película comienza como un cuento de hadas, chica guapa y de modesta posición, conoce a hombre maduro pero atractivo y con una cartera llena de billetes, nada menos que en Montecarlo. Boda, idílica luna de miel y llegada a Manderley, impresionante "casita" con una legión de criados. Y ahí cambia todo, pero la historia es un tanto artificial. ¿Por qué nadie le habla a la nueva dueña del verdadero carácter de la anterior? ¿A qué esa santificación de las relaciones sociales en el peor sentido de la palabra, con un retrato repulsivo de la alta sociedad británica? Bueno quizá esto fuera una forma de criticarla. En fin, cosas, algunas, un tanto artificiales, algo que chirría un poco, pero eso puede ser algo subjetivo por mi parte.
En cualquier caso, un clásico del cine de todos los tiempos y que no defrauda. Apuesta segura.


2 comentarios:

  1. Rebeca crea una tendencia y moda desde 194O. Luego llegan Perversidad, Secreto tras la puerta, House by the River del grande Fritz Lang. Quiero decir que es un film que abre brecha. En cuanto a la puesta en escena, espectacular la foto de George Barnes. A los espectadores jovenes les chirria esas tomas con automovil, tan de mentira que hacia Hitch. Pero eso no es nada. Yo soy mas de Vértigo. Un saludo

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  2. A uno le pueden gustar o no películas como Rebeca, lo que está claro es que tienen un lugar en el Olimpo del cine y son de esos títulos que algunos llaman imprescindibles.

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