Octavio (Gael García Bernal) y su amigo Jorge (Humberto Busto) llevan en su coche un perro herido y, por huir de sus perseguidores, ocasionan un terrible accidente.
Acto seguido, el relato primario se interrumpe y comienzan una serie de secuencias cuya conexión no es evidente al principio. Cada secuencia es anunciada y lleva el nombre de los personajes principales: la historia de Octavio y Susana (Vanessa Bauche), la de Daniel (Álvaro Guerrero) y Valeria (Goya Toledo) y la del Chivo (Emilio Echevarría) y Maru (Lourdes Echevarría).
Octavio está enamorado de la mujer de su hermano Ramiro (Marco Pérez), llamada Susana. Ella vive con la familia de Ramiro desde que dio a luz a su bebé. Ramiro es dueño del perro Coffee al que apenas atiende, trabaja en un supermercado de día y es un ladrón en las noches.
Susana deja escapar a Coffee, lo que le causa una discusión con Ramiro. Para protegerla, Octavio se echa la culpa por el suceso.
Valeria es una modelo muy cotizada que sostenía una relación de amante con Daniel, pero este decide irse a vivir con ella. Para sorprenderla con la buena noticia, al salir del hospital en que ha estado ingresada tras sufrir un accidente automovilístico, la lleva a su nuevo apartamento donde finalmente vivirán juntos.
Valeria no puede caminar hasta terminar el tratamiento, pero un hecho inusual la obliga a hacer un esfuerzo que tendrá consecuencias físicas. Se trata de su perro Richie, que se cae en un agujero del piso de parquet y queda atrapado durante días enteros.
Martín era un profesor universitario que abandonó a su esposa Maru y a su hija para dedicarse a la guerrilla. Desde entonces lo llamaban "El Chivo". Con los años, su antigua mujer forma una nueva familia y El Chivo nunca más vuelve a comunicarse con ellas.
Después de pasar años en prisión, El Chivo vive en una casa abandonada como un mendigo. Nadie adivina que hace trabajos para los policías, eliminando a "indeseables".
Debut cinematográfico del mexicano Alejandro González Iñárritu y lo hizo a lo grande, con una película aclamada por crítica y público y premiada o nominada a premios en casi todos los grandes eventos que reconocen las mejores producciones del año.
No es un recurso nuevo el de las historias entrelazadas, sin embargo, el realizador hispano-mexicano (desde 2018 ostenta la doble nacionalidad) consigue, junto al guionista del film, Guillermo Arriaga, construír una historia que tiene personalidad propia, incluso hilvanada de manera más original y creativa que la aclamada Babel.
El film es todo un retrato de la sociedad mexicana del momento, de sus tremendas desigualdades, muy patentes porque hay un sector que lleva una vida tremendamente holgada y otra amplísima parte de su sociedad que vive de la supervivencia diaria o directamente en la miseria.
Los perros y cierta connotación respecto a su vida (vida perra), son una constante metáfora de lo que es nuestra propia vida.
La película se apoya en una narración dinámica y en un montaje de gran calidad sabiamente construído, en su originalidad a la hora de abordar las cuestiones que trata y en un buen trabajo de actores, sobresaliendo, para mi gusto, una apabullante interpretación de Emilio Echevarría.
Una estupenda película.
En efecto, se habla mucho de Babel, pero para mí, Babel no le llega ni por las patas a VIDA DE PERROS
ResponderEliminarEstamos de acuerdo.
EliminarQue tal Trecce!
ResponderEliminarPoco que añadir a tu estupenda reseña. La he vuelto a ver no hace mucho y me sigue pareciendo tremenda, es de esas que te golpean y de que manera. Esos diálogos y la forma de hablar son tremendos.
Saludos!
Pues está todo dicho.
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