Un joven teniente, cuyo regimiento está de guarnición en Burdeos, acaba de perder todo su dinero en el juego. Cuando se dirige de vuelta a casa, se ve sorprendido por un inusual suceso, una joven cae a sus pies en medio de la calle, violentamente arrojada desde un portal vecino. Ella está casi desnuda, apenas la cubre una camisa y parece que sus agresores no se van a conformar con haberla echado a la calle, pero ante la presencia del oficial, parecen pensárselo y se marchan.
Liéven, que así se llama el joven, la socorre y la lleva a su casa, donde ella le relata una truculenta historia. Leonor (así se llama la muchacha), es una bella española, que no ha cumplido los veinte años, huyó a Francia con su marido, mucho mayor que ella, que la sacó de la pobreza y le dio una vida digna y regalada, pero de manera ingrata, como ella misma reconoce, se enamoró perdidamente de un caballista de circo que, sin embargo, resulto ser un personaje cruel y despiadado, que la maltrata y ha llegado a robarle el dinero que ella, a su vez, sustrajo a su marido la noche en que decidió escapar del hogar conyugal para irse con Mayral, el caballista, que la ha dejado abandonada y sin medios económicos.
Leonor confiesa a Liéven que a pesar de todos los pesares, ella no podrá amar nunca a otra persona que no sea Mayral.
Una vez más, Stendhal muestra su pasión por los escenarios latinos (Leonor y Mayral son españoles) que fascinaban al autor francés por su romanticismo turbulento, porque en ellos se desata la tragedia y se mezclan la sangre, la voluptuosidad y la muerte, y le brindan la oportunidad de ofrecer desenlaces despiadados.
Un argumento con mucha carga sensual parece. De Stendhal tengo su "Napoleón" esperando en la pila de pendientes.
ResponderEliminarStendhal se manejaba bien en esos terrenos.
EliminarStendhal era todo un maestro escribiendo estos cuentos románticos, tan voluptuosos como turbulentos.,
ResponderEliminarEn efecto, José Luis.
EliminarEl tema de perder la pasta en el juego dio mucho de sí en la literatura del siglo XIX, aquello debía ser una gigantesca timba. Se ve que estaban esperando que se inventara eso de la ingeniería financiera.
ResponderEliminarY como siempre, gana la banca.
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