jueves, 17 de enero de 2013

ATENAS Vs. SIRACUSA

Durante los largos años en los que se desarrolló la llamada Guerra del Peloponeso, que enfrentó a las dos ciudades más emblemáticas de Grecia, Atenas y Esparta, hubo anécdotas de todo tipo y situaciones para todos los gustos, que han sido ampliamente tratadas por expertos y curiosos. En el año 416 a.C., cuando aún duraba la llamada Paz de Nicias, un tratado entre ambos contendientes que nadie cumplia a rajatabla, pero que establecía un precario statu quo, los atenienses empezaron a barajar la idea de atacar a la lejana ciudad de Siracusa, en la isla de Sicilia, una expedición que a muchos parecía descabellada, precisamente por la lejanía. Siracusa era aliada tradicional de Esparta y se trataba de cortar los suministros a los espartanos, así que Alcibiades logró convencer a la Asamblea ateniense para preparar una expedición, con la disculpa de que las ciudades aliadas de Egesta y Leontinos, rivales a su vez de otra ciudad siciliana, Selinunte, protegida de Siracusa, habían solicitado ayuda de Atenas.
Sin embargo, mira tú lo que son las cosas y cómo el destino anda enredando los asuntos de los humanos. Alcibiades pidió ser sometido a juicio para defenderse de unas acusaciones vertidas contra él, de manera que no podía tomar el mando de la expedición, para lo que fue designado otro prestigioso general: Nicias. Pero Nicias era un tipo excesivamente prudente, hasta el punto de que se daba la paradoja de que él se había opuesto a esta expedición en contra del encendido discurso de Alcibiades, pero la Asamblea ateniense estaba tan entusiasmada que no había marcha atrás. Nicias se plantó con la flota en el puerto siracusano, pero pecó de prudente y en vez de aprovechar la superioridad que tenía y la ventaja de la iniciativa, dio tiempo a que los cercados recibieran ayuda. Total que tras muchas alternativas, idas, venidas, etc., etc., cuando ya la cosa pintaba mal para los atenienses y se veía que no iban a poder tomar Siracusa, aquellos decidieron darse la vuelta hacia su patria, pero a estas alturas se produjo un hecho que colmó el vaso de las casualidades y que enlaza la mistica, con la mala suerte y la superstición: En los ajetreos de la preparación del embarque, el 27 de agosto del año 413 a.C aconteció un eclipse lunar. Los atenienses consideraron el fenómeno de mal augurio y pese a la necesidad de embarcar cuanto antes, concluyeron quedarse, pues los astrólogos lo consideraron un mal presagio, y dijeron que debían esperarse "tres veces nueve días" para proceder a la evacuación.
Cuando Gilipo, el general al que Esparta había enviado en ayuda de sus aliados, tuvo noticia de tan suicida decisión, apenas dio crédito al heraldo. En toda la campaña, jamás había tenido ocasión tan propicia para dominar la situación y claro está, no pensaba desaprovecharla. Aunque sólo poseía 66 naves frente a las 86 del adversario, eso no fue óbice para volver a embestir al enemigo por tierra y por mar, masacrando al grueso de las tropas atenienses. Los últimos 7.000 supervivientes de un ejército de 50.000 hombres fueron llevados a Siracusa para terminar sus días en las canteras (una de las peores maneras de ser condenado a muerte en vida, en el mundo antiguo). El valiente pero demasiado crédulo Nicias, por su parte, así como el bravo y prudente Demóstenes, que le había sustituído cuando estuvo enfermo y, podemos suponer, la cohorte de adivinos y astrólogos de Nicias también, terminaron todos ellos en el patíbulo.



4 comentarios:

  1. Otra buena lección de historia. Un placer leerte.

    Saludos.

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  2. Es una parte de la historia qué no conozco. Pero la cuentas de forma, clara, amena y entretenida.

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    1. Nos queda un poco lejos, Paloma. Está más cerca "Police".
      Un saludo.

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