Delphine (Marie Rivière) es una joven secretaria parisina sin planes para sus vacaciones después de que su amiga las cancelara en el último minuto. Sola y triste, está decidida a viajar. Amigos y conocidos tratan de animarla, pero ella parece no superar la situación de decaimiento que la domina.
Delphine no acaba de aceptar el fin de su noviazgo, se siente sola, incluso desplazada. Aquellos que quieren ayudarla, sobre todo sus amigas, lo hacen con propuestas que a ella le parecen banales, cuando no acaban medio burlándose de su forma de ser y pensar, su vegetarianismo o esa especie de romanticismo que la lleva a buscar una especie de príncipe azul y no un simple ligue de verano.
La soledad y el amor, más bien la búsqueda del mismo, son lo asuntos que Éric Rohmer aborda en este film. Situaciones típicas del mundo occidental, en el que la relativa comodidad de nuestras vidas y las oportunidades que nos ofrece nuestra existencia, nos llevan a lo que aquellos que de verdad tienen problemas en medio de guerras o situaciones desesperadas, llamarían complicarnos la vida cuando no tenemos nada mejor que hacer.
El personaje protagonista es un verdadero hallazgo. Doy fe de que esta persona (o tipo de persona) existe en la realidad, y es como en la película, algo repelente en primera instancia, finalmente adorable.
ResponderEliminarPor cierto, he leído por ahí que Rohmer, contra su costumbre, dio cierta libertad a los actores para improvisar sus diálogos.
Al parecer hay diálogos improvisados y, de hecho, la propia protagonista, Marie Rivière, se involucró a la hora de aportar ideas para su personaje, hasta el punto de que recibe un crédito como colaboradora en el guion.
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