Cuando Joseph Bouvier (Michel Galabru), un sargento del ejército francés, es rechazado por la joven a la que ama, dispara contra ella y después se pega un tiro en la cabeza. Milagrosamente ambos sobreviven, y él es internado en el centro psiquiátrico de Dole, un lugar de inmundicia física y mental. Con las facultades mentales aún perturbadas, sale del hospital y lleva una vida errante por las carreteras durante cinco años, violando y matando a una docena de adolescentes de ambos sexos, en las granjas que va encontrando a su paso. Cuando, por fin, lo detienen, se declara un "anarquista de Dios". El ambicioso juez Emile Rousseau (Philippe Noiret) se hará cargo del caso, cree que le podría ayudar en su carrera política y emite órdenes de arresto para encontrar a cualquier vagabundo que se ajuste a la descripción. Pero si Bouvier es declarado loco, el plan del juez puede convertirse en una trampa.
El guion se basa en un personaje real, Joseph Vacher, un tipo de carácter desequilibrado que asesinó a varias personas a finales del siglo XIX, con las que cometía las más variadas atrocidades. Tras varios ingresos en centros psiquiátricos, los médicos acababan declarándole sano, hasta que al final fue sentenciado a muerte y guillotinado el 31 de diciembre de 1898.
El film puede ser contemplado desde distintos aspectos, en él se mezclan la crónica policial, la reflexión sobre las leyes y su aplicación y el drama costumbrista, pues la película está magníficamente ambientada y observamos algunos aspectos de la vida de la Francia de provincias a finales del XIX.
La narración transcurre por un camino que puede conducir a un sentimiento equívoco, confuso, pues hay un mensaje subyacente de posicionamiento político y social que, al final del film se torna explícito y en el que Tabernier toma partido. La hipocresía de la sociedad, que quiere acabar con este personaje que comete crímenes horrendos pero al que, claramente le falta un tornillo, el afán por librarse de él en lugar de declararle mentalmente insano e internarlo en un centro para dementes cuando en el mismo periodo de tiempo, miles de niños franceses murieron trabajando en las fábricas al amparo de una legislación laboral inexistente o en mantillas; las primeras protestas obreras reprimidas por el ejército sin contemplaciones; los salarios míseros y las jornadas laborales interminables... todo eso queda reflejado en el film como si se nos quisiera hacer ver que el culpable no lo es tanto y que hay cosas iguales o peores ante las que el poder vuelve la cabeza. Y, hombre, es cierto que ocurrían cosas que vistas con los ojos de hoy no eran precisamente para estar orgullosos, o que el juez Rousseau no obraba exactamente llevado por el cumplimiento del deber, sino en busca de reconocimiento social y de que le concedieran la Legión de Honor y además resulta un representante claro de esa hipocresía de las clases dominantes, soltero y viviendo con su madre, pero manteniendo a una amante; pero la verdad es que el Bouvier este hacía cosas horripilantes, diles tú a las familias de los niños y niñas violadas, mutiladas y degolladas que es un demente y que no se le puede condenar.
Bien interpretada, con un descollante Michel Galabru, acompañado por Noiret y una jovencita Isabelle Huppert que ya apuntaba lo que iba a significar en el cine francés, tiene algunos diálogos brillantes, aunque es cierto que en ciertos momentos parece que le cuesta avanzar, pero en general, resulta un interesante relato, una crónica social presidida, como queda señalado, por cierta ambigüedad.
Muchas gracia por la reseña,, no la conocía y me apetece, de vez en cuando, algo de crónica social.
ResponderEliminarFeliz tarde.
Un film muy curioso.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarOtra que desconocía. Curioso el diseño del poster.
Saludos!
Cuantas veces son verdaderas obras de arte y cómo logran reflejar en una sola imagen el espíritu de algunos films.
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