Jack Baker (Jeff Bridges) y su hermano Frank (Beau Bridges) trabajan desde hace muchos años como pianistas en salas de fiestas. Como todos los músicos han pasado por buenos y malos momentos, pero una noche, su actuación resulta un fracaso tan estrepitoso que acaban siendo despedidos. Es entonces cuando se les ocurre la idea de contratar a una cantante para relanzar su espectáculo. Aunque la presencia de Susie Diamond (Michelle Pfeiffer) sobre el escenario supondrá un éxito para un espectáculo cuyo repertorio comenzaba a quedar obsoleto, también amenaza con introducir un elemento perturbador en la relación entre los dos hermanos.
Con unos personajes con los que rápidamente empatizas, pues cada uno a su manera tiene sus buenas razones para actuar como actúa, el film se mueve entre las relaciones que se desarrollan entre ellos y una cierta tristeza.
Se podría haber inclinado hacia la relación romántica entre Jack y Susie o la que mantienen, en difícil equilibrio, el propio Jack y su hermano, pero la película va más allá y, además de amores, disputas y el día a día entre ellos que navega por un camino agridulce, hace un retrato bastante acertado de lo que es la vida de esta gente de la farándula que nunca llegará a destacar, pero que consigue, bien que a veces a duras penas, vivir de sus habilidades artísticas. Contemplamos los momentos dulces en que el asunto económico les sonríe, pero también las penurias que deben afrontar en otros momentos, soportando empresarios (aquí en nuestro país sería extensible a los políticos y responsables de las áreas culturales de las distintas administraciones que manejan buena parte de este cotarro) que, unas veces pasan de ellos, otras les ven con cierto desprecio y, en otras, directamente, les humillan, pero que son los que les dan de comer y frente a los cuales, muchas veces, tienen que hacer de tripas corazón y reírles gracias que no la tienen, actuar con cierto servilismo y esperar momentos mejores que les permitan mantener su dignidad.
El film tiene momentos muy logrados, bien rodados y algunos diálogos ciertamente acertados, con interpretaciones más que correctas y una Michelle Pfeiffer que interpreta todas sus canciones y que se llevó todos los premios habidos y por haber excepto el Oscar al que estuvo nominada.
Película que nos ofrece un interesante estudio humano sobre la vida diaria de estas personas que se dedican al show business, más allá del vacío de contenido que suelen ofrecernos otros films sobre temas parecidos.
Los problemas de carácter y divergencias en las ambiciones profesionales de los dos hermanos protagonistas carecen del suficiente interés para justificar la función. Para mí, la salvación llega con la aparición de la Pfeiffer que además en esta ocasión canta (impagable su número "Makin' Whoopee", metida en un sexy vestido rojo y evolucionando encima del piano).
ResponderEliminarUn saludo.
Esa es la escena icónica de la película.
EliminarTítulo mítico de finales de los ochenta que siempre será recordado por la sensual efigie de Michelle Pfeiffer recostada sobre un piano.
ResponderEliminarEspléndida Pfeiffer.
EliminarRecuerdo haber visto esta película.
ResponderEliminarCon conflictos, como que Susie les empieza a quedar grande, que ella se vuelve los opaca. O los distintos interes de los hermanos, para uno es una fuente de ingresos, para alimentar a su familia. Mientras que para Jack, la música es lo importante.
Magistral Michelle Pfeiffer, es para enamorarse de ella.
Saludos.
La recuerdas bien.
EliminarSobresaliente película más o menos de culto, gracias sobre todo al aire melancólico de Bridges y al carisma brutal de Michelle Pfeiffer.
ResponderEliminarCon el tiempo es verdad que ha pasado a ser un film casi de culto.
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