Decimoprimera entrega de la saga "Sajones, Vikingos y Normandos", en la que Bernard Cornwell nos deja nuevamente en compañía de Uhtred de Bebbanburg, esta vez, víctima de un engaño que le hace ir en socorro de asediada población de Ceaster, cuando en realidad los asediados no corrían apenas peligro, una añagaza ideada por Sköll, un caudillo norteño que, tras abandonar Irlanda, pretende hacerse con algunos de los territorios de lo que será la futura Inglaterra. Sköll ha dado muerte a Stiorra, la hija de Lord Uhtred, por lo que éste, jura vengarse del vikingo cueste lo que cueste y le perseguirá hasta su refugio en Northumbria.
Con un esquema parecido al de las anteriores novelas de la serie, Cornwell consigue sumergirnos en una historia que no da tregua y, a pesar de que intuímos claramente cuál será el final, logra ir dejando las suficientes incógnitas para que nos intriguemos por el cómo conseguirá salir de nuevo airoso de las más desesperadas situaciones.
Con el sentido del humor que le es característico, el autor británico sigue con sus dardos hacia la Iglesia y los poderosos y su pesimista visión sobre una futura paz: "Mientras un hombre desee a la mujer de otro y los curas y hechiceros sigan predicando que su dios es el único, siempre habrá una guerra", dice Uhtred en uno de los párrafos de este libro que, como el resto de los del autor, se lee con gusto y se agradece sobremanera la realista recreación de la época y el modo de vida de quienes la vivieron, en aquellos lejanos primeros años de la década del 920 en que está ambientada la novela.
Mil cien años después el mundo tampoco ha cambiado tanto...
ResponderEliminar