GIRL

 

Lara (Victor Polster), de 15 años, está decidida a convertirse en bailarina profesional. Con el apoyo de su padre, se lanza hacia la consecución de su sueño, inscribiéndose en una escuela de ballet. Las frustraciones y la impaciencia adolescente de Lara aumentan cuando se da cuenta de que su cuerpo, a pesar de la estricta disciplina a que lo somete, no es tan flexible como el de las otras niñas, por el hecho de que ella es una mujer atrapada en un cuerpo de varón.

Primer largometraje del belga Lukas Dhont (Close-2022), en el que nos acerca a la vida de Lara, una joven transgénero que, además de lo complicado de su situación personal, debe lidiar con la consecución de un sueño para el que su propio cuerpo, nacido varón, no está preparado y con su condición de adolescente, con todas las inseguridades que el desarrollo de la personalidad y el despertar al mundo adulto presentan.

La historia se desarrolla de forma contenida, pues el drama que vive Lara viene de su propia situación de vivir en un cuerpo que no siente como suyo y del periodo de la vida que atraviesa en que la personalidad aún no está bien definida, cuando más en su caso, pero está rodeada de un entorno de compresión, tanto su padre y su hermano, como los profesionales sanitarios que la atienden o los que se encargan de su educación, se muestran solidarios con ella y dispuestos a poner lo que pueden de su parte. Aunque el film muestra todo lo que la sociedad ha avanzado en estas situaciones, no deja de plantear también, lo mucho que queda por hacer, algo que vemos en algunas escenas concretas en las que Lara pasa por trances un tanto amargos. 

Con un final que levantó controversia y que, como han señalado colectivos transgénero, afortunadamente no responde a la realidad de la gran mayoría de los casos, en los que las personas que los sufren acaban su transición de manera ordenada y cumpliendo las recomendaciones de los especialistas y los plazos que estos marcan, sin necesidad de acudir a situaciones traumáticas como la planteada en el film que puede suponer un ejemplo negativo y desolador si lo contemplan niñas que estén en situación similar a la de Lara. 

De cualquier modo, es una película que nos acerca a un mundo no bien conocido y que puede ayudar al gran público a entender la casuística que viven estas personas, realizado de manera elegante, la narración transcurre de forma sutil, con un gran trabajo del protagonista y unos espléndidos movimientos de cámara. Todo ello ayuda a que el espectador se sienta partícipe de una historia que trata de normalizar una situación no siempre bien comprendida, por la que sufren quienes se ven envueltos en ella y que merece todo nuestro apoyo y cariño.

LA MATERNAL

 

Carla (Carla Quílez) tiene 14 años y es una joven desafiante y rebelde. Vive en un viejo restaurante de carretera en las afueras de un pueblo con su joven madre soltera. Mientras falta a clase pasa las horas con su amigo Efraín (Jordan Cornejo). Cuando la trabajadora social se da cuenta de que está embarazada de cinco meses, Carla ingresa en 'La Maternal', un centro para madres menores de edad donde comparte su día a día con otras jóvenes como ella.

De nuevo Pilar Palomero, como hiciera en su anterior film (Las niñas), se adentra en el mundo de la adolescencia, en esta ocasión para acercarnos a una situación más frecuente de lo que pudiera parecer en esta sociedad de la información, tan desinformada, como es el de los embarazos adolescentes. 

Si algo demostró Palomero en aquel film, es que domina la técnica y tiene mano para la dirección de actores y aquí, el trabajo de la actriz protagonista, ha sido alabado de forma unánime por la crítica.

El asunto que aborda es muy interesante y para tratarlo, la realizadora aragonesa ha elegido como personaje central a una niña conflictiva, rebelde y algo desnortada en su manera de relacionarse, sin duda víctima de una situación familiar que deja qué desear. Por supuesto se ve sometida a las situaciones típicas que afectan a estas pequeñas mujeres cuando se ven en su tesitura, con una criatura en camino, cuando ellas mismas están aún en la frontera de la infancia. 

Para mi gusto, la película, a medida que avanza, va perdiendo algo de interés porque repite situaciones, quiero suponer que con estas reiteraciones, la guionista y realizadora, busca transmitirnos la angustia que producen esas situaciones tan típicas de los bebés y por las que todos los padres hemos pasado (llantos, cambios de pañal, pequeñas dolencias...), que tan difíciles de gestionar son siempre, cuanto más si eres una niña aún. Sin embargo, el valor principal lo encuentro en algo en lo que tampoco es que haga especial hincapié, aunque sí se refleja en la narración: el trabajo de los educadores y asistentes en los centros de acogida para madres adolescentes. Es claro que también aborda la problemática de estas chicas, muchas veces provenientes de familias destrozadas, pobres y de bajo nivel cultural; víctmas, además, en muchos casos, de malos tratos y con una vida que es un rosario de desdichas a pesar de sus pocos años. Si están en un centro de acogida, es porque no tienen medios económicos, porque la familia las rechaza, o por ambas cosas, de lo contrario, no estarían allí. 

Pero ya digo que a mí, aunque esto parece ser la parte central de la historia, me pareció interesante el asunto de los llamados cuidadores (los trabajadores sociales y asistentes), que armados de santa paciencia, reciben este "lote" de dos personas, de las que que quien menos problemas les va a dar es precísamente el bebé y que deben hacer frente a situaciones tan complicadas, con estas personas que en ocasiones, por la vida que han llevado, resultan conflictivas y que aún son inmaduras, con algunas reacciones típicas de lo que son: Niñas.

Aunque ya he señalado que opino que la película va perdiendo fuelle a medida que avanza, contiene algunas escenas muy logradas, de esas que logran transmitir sentimientos al espectador y, de cualquier modo, creo que merece la pena. Me ha parecido también que supone un paso adelante de Pilar en su camino como cineasta.

 

GALVESTON

 

Tras escapar de una emboscada, un sicario enfermo se refugia en un motel en la ciudad de Galveston donde planea su venganza. Roy Cady (Ben Foster) es un asesino a sueldo en New Orleans al que le ha sido diagnosticada una enfermedad de pulmón a los 40 años, que él cree que es un cáncer terminal, aunque sale corriendo (literalmente) de la consulta del doctor cuando éste pretende explicarle qué es lo que tiene. Ante la sospecha de que su jefe quiere eliminarle, Roy trata de huir llevándose consigo registros comerciales que podrían incriminar a su jefe. En su camino, se encontrará con Rocky (Elle Fanning), una joven desamparada que le proporciona la oportunidad de darle un nuevo sentido a su vida.

Basada en la novela homónima del escritor, guionista y productor estadounidense Nic Pizzolatto, creador y guionista de la exitosa serie televisiva True Detective.

Pizzolatto adaptó su propia novela, aunque utilizó el seudónimo de Jim Hammett para figurar en los créditos después de ver el film, en el que se habían hecho tantos cambios que no acababa de sentirlo como propio. 

He aquí de nuevo la vieja polémica que mantienen cinéfilos y aficionados sobre el cine y la literatura: ¿Deben ser las adaptaciones fieles al texto original? ¿En el momento en que se traslada al cine, una novela pasa a ser un producto independiente y, por tanto distinto? Estas cosas se reavivan cuando las adaptaciones no mejoran precisamente el texto literario, o cuando lo desvirtúan tanto que apenas guardan relación, aunque el film sea bueno. Este es uno de los casos y más cuando el propio novelista es autor del guión, aunque aquí entramos en el terreno de esos misterios que no se acaban de aclarar: ¿Le salió rana la adaptación de su novela a Pizzolatto, o es que alguien metió la mano y cambió cosas del guión he hizo una escabechina? 

El caso es que una buena novela, que le valió a su autor el reconocimiento como un nuevo talento de la novela negra americana, queda simplificada de manera poco lograda en el guión; su protagonista pierde gran parte de su atractivo como personaje, desapareciendo sus agudas reflexiones que dotaban de gran altura al relato; se recortan o desaparecen escenas fundamentales del texto y, entre otras cosas, se opta por un final que parece querer explicar los hechos y edulcora la conclusión, quedando todo realmente desvirtuado. Para quien no haya leído el libro, seguramente la película puede resultar interesante esta historia de dos desgraciados, personajes perdidos con una vida difícil a sus espaldas que acaban refugiándose uno en el otro y que acaba siendo principalmente un drama sentimental. Tal vez sea que la directora, la también actriz y escritora francesa Mélanie Laurent, no entendió bien la historia o no supo darle la forma adecuada, pero resulta toda una declaración de intenciones el hecho de que Pizzolatto escondiera su nombre tras un seudónimo, como queriendo decir: Mi libro no está en esta película.

El film no está mal, bien interpretado, resulta interesante, ya digo, pero tampoco es que sea nada del otro mundo o que aporte algo diferente.

VISITATION STREET

 

Val Marino y Jude Giatto, dos chicas de 15 años, están aburridas una noche de finales de verano y salen a dar una vuelta por la bahía en una barca hinchable de color rosa. Ni la balsa, ni June, regresaron, solamente Val apareció medio muerta a la mañana siguiente. Un profesor de música del colegio al que asitían ambas chicas, Jonathan Sprouse, tras una larga noche de alcohol, la encuentra en la orilla y la lleva como puede al colmado de Fadi, donde intentan reanimarla mientras llega la ambulancia. La policía interroga a Cree, un muchacho de color, solitario y taciturno, cuyo padre, funcionario de prisiones, murió años atrás a consecuencia de una bala perdida, cuando el barrio era un lugar frecuentado por traficantes. Cree fue visto deambulando por los muelles la noche del incidente y estar en el lugar y momento equivocados, le convierte en sospechoso. 

Pero no es la investigación policial lo que centra el relato de la norteamericana Ivy Pochoda, sino el impacto del suceso sobre las personas del entorno de las chicas. Magníficamente ambientada en el barrio neoyorkino de Red Hood, en Brooklyn, un barrio de clase trabajadora dividido en dos, Visitation Street, donde viven los blancos y Las Casas, una colmena de edificios, donde habitan los negros. Un barrio decadente que desprende tristeza, en el que la mayoría de sus habitantes miran con anhelo las torres de los edificios de Manhattan. Todos parecen saber cosas de la noche de la tragedia y poco a poco, iremos conociendo cosas del barrio y de los cinco personajes centrales del relato, sus sentimientos, sus deseos, a veces frustrados, otras en que los siguen persiguiendo. Gente sencilla a las que un suceso trágico conduce a desentrañar las propias heridas que soportan en su interior. 

El libro está editado por Dennis Lehane, el autor de novelas tan reconocidas como Mystic River o Shutter Island, lo que supone casi una garantía del valor literario de la presente obra.

EL ESCRITOR

 

Un escritor acepta, a cambio de un lucrativo contrato, el encargo de terminar las memorias del ex-primer ministro británico Adam Lang (Pierce Brosnan), tras la muerte de la persona que lo estaba haciendo. Después de años influyendo en la política de su país, Lang se encuentra en EE.UU. junto a su esposa, Ruth (Olivia Williams), haciendo campaña a favor de su fundación. Para llevar a cabo su trabajo, el escritor se instala en una isla de la costa este de Estados Unidos, donde vive el ex-mandatario, en una lujosa mansión, rodeado de personal de seguridad y de secretaría . Mientras indaga en el pasado del político, el escritor va descubriendo secretos que amenazan las relaciones internacionales y se encuentra atrapado en una red de intriga política y sexual. El escándalo atrae a periodistas y manifestantes ante la mansión donde se alojan.

Adaptación de la novela The Ghost (publicada en España como El poder en la sombra), del escritor y periodista británico Robert Harris, que también participa en el guión. El libro, en buena parte, era una crítica general al ex-primer ministro británico Tony Blair y, más concretamente, a su decisión de involucrar al Reino Unido en la Guerra Irak.

Hay quien acusa a Polanski de ajustar cuentas con esta película debido a sus propios problemas personales, poniendo en la picota a británicos y norteamericanos, de cualquier manera, eso ya estaba en la novela de Harris, un hombre que había apostado por Tony Blair y que incluso llevó a cabo aportaciones económicas para su campaña electoral, pero que vio defraudadas sus expectativas y no dudó en poner por escrito su decepción. 

La película se convierte así en una crítica despiadada sobre los manejos turbios del poder con consecuencias que se escapan muchas veces a la percepción del ciudadano, pero cuyas consecuencias acaba pagando. Polanski acude a la forma clásica para desarrollar su historia, sin necesidad de acudir a artificios, no hay escenas espectaculares, ni tiroteos, ni brillantes persecuciones. Demuestra con ello que para mantener la atención del espectador no hace falta recurrir a otros medios que una buena planificación, diálogos que resulten interesantes y saber llevar la narración con el ritmo adecuado. ¡Casi nada! 

No exenta de ese fino humor que caracteriza al maestro polaco, presente de forma sutil en algunos diálogos, pienso que la película resulta amena y entretenida, con un mensaje bastante pesimista sobre el liderazgo político en nuestras democracias occidentales.

FRENÉTICO

 

La asistencia a una conferencia en París le brinda al doctor Richard Walken (Harrison Ford) y a su esposa la oportunidad de revivir su luna de miel. Pero, nada más instalarse en la habitación del hotel, su mujer desaparece misteriosamente. Completamente solo, en un país desconocido cuyo idioma ignora, Walken la buscará desesperadamente. La única pista que tiene es un número de teléfono apuntado en una caja de cerillas.

El guión redunda en giros poco creíbles que van haciendo que la película pierda fuerza a medida que avanza su desarrollo a pesar del prometedor inicio. Que el interés del espectador se mantenga, más por curiosidad que porque la historia logre atraparte, no es sinónimo de que el film resulte interesante y pienso que este es el caso.

Todo ello, sin menoscabo de la buena interpretación de Harrison Ford como el torpe doctor que parece bastante patoso, pero es que a partir de cierto momento, la intriga pierde tensión y da la impresión de que algunas de las secuencias han sido introducidas, casi de cualquier manera, para alargar la duración del film y el interés va decayendo progresivamente a pesar de que, por la naturaleza de la historia que se nos cuenta, en muchos momentos resulte entretenida.

NI UN PELO DE TONTO

 

El viejo Donald Sullivan "Sully" (Paul Newman) es un trabajador de la construcción que sigue siendo tan encantador, adulador y rebelde como cuando era joven. El mayor problema de Sully es que se niega a crecer, razón por la cual abandonó sus responsabilidades familiares. Mientras pleitea en una demanda de compensación laboral por una rodilla lesionada, trabaja sin contrato para Carl Roebuck (Bruce Willis), un constructor local y coquetea con Toby (Melanie Griffith) la joven esposa de Carl. El hijo olvidado de Sully y su familia han regresado a la ciudad, por lo que Sully se enfrenta a responsabilidades familiares desconocidas.

El film adapta la novela Nobody's Fool, del escritor y guionista estadounidense Richard Russo.

Guión sencillote para una historia que tiene encanto, retrato de seres corrientes en una ciudad que parece no tiene demasiada esperanza de futuro, como no la tienen sus habitantes que se enfrentan entre sí, pero, al tiempo, encuentran apoyo unos en otros, al fin y al cabo, lo mismo que ocurre en tantos colectivos pequeños en que envidias y chismorreos están a la orden del día, pero cuando necesitas de verdad algo o a alguien, siempre aparece el vecino solícito. 

Bien interpretada con personajes que arrastran tras de si su pequeña historia de esperanzas y frustraciones, que encuentran su momento protagonista en la narración y que acaban siéndonos entrañables, liderados por un Paul Newman que sabe dotar a su personaje del carisma necesario. Ideal para esos días en que no está uno para pensar demasiado, ni para sumergirse en cine experimental o vanguardista, sino para historias amenas, divertidas incluso y de planteamiento claro, como es el caso.

REFLEJOS EN UN OJO DORADO

 

En un fuerte situado en el sur de los EEUU, el comandante Weldon Penderton (Marlon Brando) se dedica a la enseñanza de tácticas militares, mientras que su esposa Leonora (Elizabeth Taylor) prefiere solazarse con el teniente-coronel Morris Langdon (Brian Keith), amigo de la pareja. Todo esto lo observa, detalle a detalle, el soldado Williams (Robert Forster), un joven que parece fascinado con la bella mujer, mientras Penderton comienza a interesarse por cada movimiento del joven soldado.

El guión adapta la novela del mismo título de la maestra de la literatura norteamericana Carson McCullers. Un libro que, en su momento, escandalizó a la opinión pública america abordando, en la que era su segunda novela, temas como la homosexualidad, la infidelidad o la desolación en el contexto de una institución tenida por intachable como es el ejército americano.

Señalar, como curiosidad, que John Huston quería que la autora de la novela hubiera escrito el guión, pero estaba demasiado enferma y no pudo ser (de hecho, falleció doce días antes del estreno del film). Por contra, al parecer, Francis Ford Coppola, sí participó en alguna parte de dicho guión, aunque no aparece acreditado.

Fotografiada en un tono amarillo-dorado que quiere hacer alusión al título, las pasiones y deseos reprimidos y los odios que afloran de forma recurrente, están presentes a lo largo de un relato con algunas escenas explícitas en que se nos muestran esas actitudes entre el odio, el recor y la frustración que presiden las relaciones entre los personajes. En otras ocasiones las vemos solamente sugeridas con un magistral uso de la elipsis. Todos los intérpretes hacen gala de su dominio de las tablas para representar sus papeles cargados de complejidad y llenos de matices. 

El relato se desarrolla con calma, sin subrayados, evitando situaciones truculentas y sin caer en excesos melodramáticos, pero sin renunciar a la tensión, avanzando con fluidez hasta el dramático desenlace. Todo ello muy bien complementado por la partitura musical de Toshiro Mayuzumi y la conseguida fotografía de Aldo Tonti que nos ofrece algunos planos de detalle (zapatos, ojos...) que contribuyen a la narración puramente cinematográfica y que sabe resolver muy bien la dificultad que siempre suponen las numerosas escenas nocturnas que hay en la película.

El film, de 1967, no pudo verse en España hasta finales de los setenta, cuando la censura ya había pasado a mejor vida.

 

GALVESTON

 

Roy Cody, en leguaje de la mafia, es un cobrador, lo que llamaríamos vulgarmente un matón. Ejerce su trabajo en Nueva Orleans a las órdenes de un capo local llamado Stan Ptitko.

Roy intuye que su jefe quiere quitárselo de encima cuando le ordena un trabajo rutinario al que ha de acudir junto a otro compañero, pero Ptitko les insiste en que no quiere sangre y les insta a que acudan desarmados. En efecto, cuando llegan a la casa del deudor, encuentran a éste muerto, igual que a una chica, mientras otra se encuentra maniatada y con rastros de haber sido golpeada. Unos sicarios se les hechan encima y les reducen, aunque Roy consigue hacerse con el cuchillo que lleva escondido en la pernera y se organiza un tiroteo en el que todos, excepto Cody y la chica mueren.

Roy, junto a Rocky (así se hace llamar la muchacha), emprenden una huída desesperada en la seguridad de que enseguida van a comenzar a buscarles para acabar con ellos y más, cuando Roy se ha llevado una caja con documentos que supone que el hombre al que iba a cobrar la deuda guardaba como una especie de seguro, pues en ellos aparecen anotaciones con movimientos de mercancias transportadas en contenedores, de los que se sustraía una parte y en los que aparece, de forma reiterada, el nombre de Ptitko.

Cody quiere separarse de la chica, pero, por otra parte, le da un poco de pena, pues ve en ella un personaje que ha tenido pocas oportunidades en la vida y pretende darle un pequeño empujón hasta que aclare un poco su futuro. Esto le lleva a parar en Orange, a instancias de ella, donde la chica rescata a su pequeña hermana Tiffany que vivía en condiciones poco recomendables con su padrastro, para continuar camino a Galveston donde vivirán escondidos en un pequeño motel a la espera de que las cosas se calmen.

El norteamericano Nic Pizzolatto, creador, entre otras cosas, de la serie "True detective", nos acerca esta historia de perdedores con unos protagonistas maltratados por la vida que han seguido el camino aparentemente más fácil para salir de sus desesperadas situaciones, aunque todo ello les pasará una costosa factura.

Una mezcla de relato amargo, suspense, acción, novela negra y, sobre todo, de búsqueda de redención, que Pizzolatto sabe ir dosificando con maestría para ofrecernos una novela tan interesante como entretenida que nos mantiene sumergidos en el devenir de este hombre que ve aflorar lo mejor de sí mismo gracias al encanto de una niña y a la amargura que le produce la situación de una joven de gran belleza, pero que no acierta a la hora de tomar decisiones y en la que ve una tentación irrenunciable para desalmados y codiciosos. Pero aunque su lado protector aparece, no puede renunciar a su pasado y la violencia seguirá muy presente en sus actuaciones, por más que, en esta ocasión, se vea impelido a emplearla para sobrevir y preservar la integridad de sus protegidas.

Historia triste, pero cargada de humanidad, con personajes desalmados, pero entre los que emergen de cuando en cuando los buenos samaritanos y que también es un retrato de la marginación y de los ambientes sórdidos y peligrosos que rodean el mundo del hampa.

BLUE COLLAR

 

Zeke Brown (Richard Pryor), Jerry Bartowski (Harvey Keitel) y Smokey James (Yaphet Kotto), son tres obreros de la industria del automóvil de Detroit, que deciden atracar la sede de su sindicato. Pero en la caja fuerte, en lugar de dinero, encuentran documentos comprometedores para la organización que ponen al descubierto préstamos ilegales y sus vínculos con el crimen organizado. El sindicato no dudará en usar todo su poder para recuperarlos y, además, acusa a los ladrones de haberse llevado mucho más dinero de la ridícula cantidad que había en la caja.

El director y co-guionista del film, Paul Schrader (autor, entre otros, del guión de Taxi Driver), decía que no había pretendido hacer una película de izquierdas, ni convertir el relato en algo con tintes políticos concretos, sino un producto de entretenimiento y que le pareció un acto maravilloso de desprecio que unos tipos roben a su sindicato, atracando a la organización que se supone debe ayudarlos.

Fuera o no esa la intención de Schrader, lo cierto es que la película tiene bastante del llamado cine social y las imágenes de inicio, son todo un documental del interior de la fábrica de automóviles y los trabajos que en ella se desarrollan, cuando los coches eran de chapa, como me dijo una buena amiga. 

Al principio la narración tiene un cierto tono humorístico, pero aunque algunos diálogos nos hagan sonreír, ya contienen verdaderas cargas de profundidad contra el sistema, algo que se va adueñando de toda la situación a medida que el aire de comedia va desapareciendo, para convertirse en toda una crítica sin paliativos al sueño americano y al sistema productivo imperante aún en los setenta, en que los sindicatos se convertían en parte del engranaje para mantener sujetos a los trabajadores, con alguna concesión, incluso llamativa, de vez en cuando, pero muchos paños calientes para que nadie se desmadrara y a los más combativos, pues patada hacia arriba y a convencerles para que ocuparan cargos en la dirección y se olvidaran de demandas incómodas.

Mensaje absolutamente pesimista y descorazonador, con un trío protagonista que lleva a cabo un gran trabajo en esta película que no descubre nada que no sepamos, pero que aporta su granito de arena mediante este drama social, una crítica a las nuevas formas de esclavitud que podría resumirse en una de las frases que oímos: Enfrentan a blancos contra negros, a jóvenes contra viejos, para que no abandonemos la cadena.

BORDER

 

Tina (Eva Melander), una mujer de singular físico que roza la deformidad, tiene la extraordinaria capacidad de detectar cuando alguien no está siendo sincero u oculta algo, ella dice que huele la vergüenza, la culpa y la rabia de otras personas. Una característica que le resulta de extrema utilidad en su trabajo como agente de aduanas. En uno de los registros encuentra escondida una tarjeta con pornografía infantil, por lo que sus superiores la agregan a la policía en la investigación dirigida a desarticular una red de pederastas. Tina vive con Roland (Jörgen Thorsson), que es más un inquilino gorrón que una pareja sentimental. Pero esta soledad desaparece el día en que pasa por la aduana Vore (Eero Milonoff), un tipo de físico tan peculiar como el de ella, hacia el que siente una insólita atracción instantánea. Vore será la clave para saber quién es ella realmente.

El guión adapta un relato titulado Gräns del escritor sueco John Ajvide Lindqvist, publicado dentro de la colección de cuentos Låt de gamla drömmarna dö (Deja que mueran los viejos sueños), la mayor parte de ellos publicados ya anteriormente en Suecia en 2006 con el título Pappersväggar (Paredes de papel).

El relato paralelo de la trama de pederastia, es un añadido que no figuraba en el original literario, que es en realidad, como el propio film, una historia sobre alguien que se sabe diferente, incluso repulsivo para su entorno y que solo pretende encontrar solaz en la compresión y el amor sincero de alguien. Y, por primera vez, ese alguien la reconforta. 

La película mezcla con habilidad realidad y ficción, inspirándose en personajes de leyendas nórdicas y con un toque de realismo mágico, de alguno de cuyos autores más renombrados, se declara admirador Lindqvist. Por otro lado es también un canto a la naturaleza, a los entornos no contaminados y a la relación de respeto que deberíamos tener con ella y los seres que la habitan en libertad, en este aspecto, tiene algunas bellas tomas del entorno boscoso en que se encuentra la casa de la protagonista, por el que esta deambula fascinada.

Una original reflexión sobre la identidad, el miedo a la diferencia y los peligros del resentimiento.

CLOSE

 

Léo (Eden Dambrine) y Rémi (Gustav De Waele), dos adolescentes de 13 años, son amigos de toda la vida. Hasta que un comentario de una compañera de colegio, hace que Léo se aparte de Rémi, algo que tendrá consecuencias para éste y, fruto de ello, también para Léo.

La adolescencia, la amistad y la culpa, son los ejes sobre los que pivota la historia del realizador y guionista belga Lukas Dhont. 

Una época de nuestra vida en la que el poder del grupo es inmenso y el que nos parezca que tienen buena o mala opinión de nosotros, puede llevarnos en ocasiones a tomar decisiones que pueden lastimar a alguien, comenzando por nosotros mismos. Todos conocemos jovencitos y jovencitas cuya mayor preocupación es eso que se llama ahora ser popular y por conseguirlo venderían su alma al diablo, aunque después se arrepientan al ser conscientes de que no merece la pena agradar a ciertas personas y alejarse de quienes de verdad nos son afines o, al menos, cercanos y leales. Si nuestros actos tienen remedio sin mayores consecuenias que pedir disculpas o, sencillamente, volver a acercarnos al amigo o a los padres o a quien quiera que hayamos dejado de lado, pues tampoco pasa demasiado, es una lección de vida.

Más grave resulta cuando no hay vuelta atrás en algo que nos puede perseguir el resto de nuestra existencia y esta situación llevada al extremo es la que plantea Dhont en su film, con un estilo depurado y unas más que correctas interpretaciones de los dos jovencitos protagonistas, para una historia que tiene mucho de descorazonador y unas consecuencias irreparables para quienes se ven afectados por ellas.

UN DIOS SALVAJE

 

En el parque del Puente de Brooklyn de Nueva York, Zachary (Elvis Polanski), de 11 años, golpea a su compañero de clase Ethan (Eliot Berger), de su misma edad. Los padres de los niños se enteran de la pelea y se reúnen para tratar sobre el asunto. Aunque la reunión comienza de manera civilizada, se complica rápidamente. Su reunión ahora no trata solo de la lucha de sus hijos, sino también del estado de las parejas.

El film adapta a la pantalla la pieza teatral Le dieu du carnage, de la francesa Yasmina Reza, que también participa en el guión junto al propio realizador Roman Polanski.

La obra de teatro fue estrenada en París el 25 de enero de 2008, con Isabelle Huppert en el reparto; en la versión inglesa intervenía Ralph Fiennes y en la que se estrenó en el Teatro Alcázar de Madrid el 2 de octubre del mismo año, el reparto estaba integrado por Aitana Sánchez-Gijón, Pere Ponce, Maribel Verdú y Antonio Molero.

Con música de Alexandre Desplat y diseño de vestuario de Milena Canonero, Polanski saca partido del rutilante reparto que tiene a sus órdenes (Jodie Foster, Kate Winslet, John C. Reilly y Christoph Waltz) y de un magnífico guión,  para acercarnos esta acertada reflexión sobre la hipocresía que se percibe en algunos momentos en las relaciones sociales. 

Bajo la apariencia de comedia, el relato encierra una crítica despiadada a la clase media que trata de ser políticamente correcta, pero en cuanto rascas un poco, salen a relucir algunos de sus vicios: la pedantería, la intransigencia, el rencor, la estupidez, la agresividad, la envidia y toda una serie de comportamientos que se esfuerzan en mantener ocultos, pero que siguen latentes y afloran a la menor ocasión mostrando la cara menos amable que se esconde bajo la apariencia del saber estar y el comportamiento educado.

Un film divertido, en el que llegas a reír en algunos momentos muy logrados que, en cualquier caso, te hace pasar un rato entretenido y divertido.

EL SEÑUELO

 

El detective Spencer, es contratado por Hugh Dixon, un acaudalado empresario para vengar la muerte de su familia en un atentado terrorista en Londres que también le ha dejado a él mismo postrado en un silla de ruedas.

El antiguo policía viajará a la capital británica y también a Compenhague y Amberes, siguiendo la pista de los delincuentes, petenecientes a un grupo que aboga por el supremacismo blanco y de los que irá dando cuenta sucesivamente.

El señuelo a que hace referencia el título, es Kathie, una joven perteneciente a la banda que no participó en el atentado de Londres, pero a la que identifica Spencer y siguiéndola, no solo dará con quienes mataron a la familia de su patrón, sino que descubrirá al jefe de la organización, un tal Paul, un tipo mucho más escurridizo que sus compinches, unos meros aficionados, y al que Spencer quiere cazar, aunque no forme parte del contrato original. El señor Dixon le ayudará económicamente y poniendo en marcha sus influencias para que pueda rematar su trabajo que le lleva a Montreal en plenos juegos olímpicos, donde Paul piensa cometer un atentado.

Novela con mucha acción, entretenida, sin que falte su dosis de humor negro, en la que Spencer contará con la inestimable ayuda de  Hawk, un rompepiernas, según lo archivos policiales de Boston, con el que ya ha colaborado en otras ocasiones.

Spencer es el personaje más conocido de los creados por el novelista estadounidense Robert B. Parker, con él como protagonista escribió 35 novelas y sus aventuras dieron pie a una exitosa serie televisiva, producida por Warner Bros y protagonizada por Robert Urich, que en España se tituló "Spencer, detective privado".

LUNAS DE HIEL

 

Nigel (Hugh Grant) y su mujer Fiona (Kristin Scott-Thomas) son un matrimonio británico de crucero para celebrar su séptimo aniversario de boda. A bordo conocen a la atractiva y deshinibida Mimi (Emmanuelle Seigner) y a su marido Oscar (Peter Coyote), un norteamericano que está inválido en una silla de ruedas. Nigel empieza a sentirse atraído por Mimi, y Oscar, que se da cuenta, le propone que intente seducirla, pero antes le cuenta cómo eran las experiencias sexuales con su mujer antes de sufrir el accidente que lo dejó paralítico.

El guión adapta el libro del mismo título, del escritor y filósofo francés Pascal Bruckner, publicado en 1981.

Romanticismo diferente, dicen algunas críticas. Yo creo que, más bien, es un retrato del antiromanticismo. Una pareja que parece mantener una relación bastante estable, pero que, en realidad, está naufragando en la monotonía y otra que busca no caer en ello mediante todo tipo de alternativas, llegando a extremos incluso peligrosos. Pero en ambos casos, aquello parece que no acaba de funcionar, como si el mensaje a transmitir fuera que el amor no es para siempre y que aquello de juntos pan y cebolla es pura falacia.

Más allá del llamativo y perturbador personaje de Emmanuelle Seigner y de Hugh Grant haciendo de Hugh Grant, encontramos una conseguida interpretación de Peter Coyote en un film en el que Polanski, una vez más, nos sumerge en uno de esos ambientes tan particulares suyos, salpìcado de humor negro negrísimo.