Toby (George MacKay) y Jay (Percelle Ascott), son dos jóvenes que se dedican a entrar en casas de gente rica y poderosa y a dejar, en una de las paredes interiores, un graffiti con su sello de identidad: "I came by". Los problemas comienzan cuando Jay quiere retirarse, pero Toby sigue adelante con el último golpe y acaba entrando en la casa de un juez retirado, Sir Hector Blake (Hugh Bonneville). Lo que Toby presencia en una habitáculo oculto en el sótano de esa casa es completamente inesperado y aterrador.
La película, bajo la apariencia de un relato de terror y misterio, contiene un alegato contra las personas que se prevalen de su poder, para someter a quienes caen bajo su influencia con absoluta impunidad, lo que puede ocasionar situaciones auténticamente dramáticas.
El film echa mano de muchos de los patrones del género, nos da la impresión de que no nos aporta nada que no hayamos visto en películas anteriores. Tiene algún giro inesperado, pero en general se atiene a la pauta, aunque debo señalar que, al menos, no se regodea en un final de esos interminables en los que el villano parece que tiene siete vidas y no hay manera de acabar con él.
Es un film modesto, aunque bien ambientado y con interpretaciones correctas, nada en él destaca, pero sí mantiene el ritmo, el interés por la narración y cierto suspense por ver cómo se resuelve todo aquello.
Sin ser una gran película, es entretenida y se deja ver.
Un típico producto Netflix, vaya.
ResponderEliminarSigue el patrón, sí.
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