EMILY LA ESTAFADORA (EMILY THE CRIMINAL)

 

Emily (Aubrey Plaza) está aprisionada por una deuda de 70.000 dólares de un préstamo estudiantil, cuyos intereses no dejan de crecer. Trabaja como repartidora de comida, pues en su pasado, cometió un "error" que figura en su historial y que hace imposible que consiga un trabajo que le permita obtener un contrato en condiciones. Cuando le llega la oportunidad de ganar 200 dólares en una hora, Emily descubre el mundo del fraude. La misión es aparentemente sencilla: Emily debe usar una tarjeta de crédito clonada para comprar artículos caros que serán revendidos en el mercado negro. La banda encargada de conseguir las tarjetas y las claves, está dirigida por Khali (Jonathan Avigdori) y Youcef (Theo Rossi), inmigrantes libaneses que contratan gente para la primera parte del fraude, pues en la sociedad estadounidense nadie pestañea viendo a una mujer blanca comprando un televisor gigante a plena luz del día. Lo que pudo ser una simple aventura, seduce a Emily, quien empieza a escalar en sus fechorías y con la ayuda de Youcef, comenzar a crear sus propias tarjetas. Pero el éxito, sobre todo en el mundo criminal, puede llevar a situaciones cada vez más peligrosas, en las que un simple aerosol de pimienta no es suficiente para sacarte del apuro.

¿Que hacer con tu vida cuando el sistema te deja al margen? 

Emily, como digo, tiene una deuda cuantiosa de un préstamo de estudios, ella quiere trabajar, pero cada vez que acude a alguna entrevista en empresas relacionadas con lo suyo (el diseño), salen a relucir sus antecedentes penales. Al parecer tuvo una denuncia por agresión y, aunque trata de ocultarlo, esos datos son públicos y no pasa los filtros, por lo que se conforma con repartir comida, trabajando como autónoma, sin derechos laborales y mal pagada. Así que cuando le ofrecen la ocasión de ganar esos 200 dólares en una hora y, después, en un encargo mucho más arriesgado, la cantidad sube a 2.000, no es que no se lo piense, que lo hace y a punto está de no continuar, es que poco menos que se ve lanzada en brazos de la ilegalidad.

La película consigue mantener la tensión y el buen ritmo narrativo y, al tiempo que se desarrolla la trama delictiva, presenta situaciones de clara crítica social relacionadas con el trabajo precario y los abusos de las empresas, algunas, como la última en que Emily intenta entrar, de apariencia glamourosa, pero que pretenden que trabajes gratis durante meses a cambio de una supuesta formación que, en ocasiones todos sabemos en qué consiste, en que te vayan a formar de cocinero o camarero y te pongan a pelar gambas, con horarios interminables y, encima, haciéndote sentir culpable con la demagogia de que ellos empezaron desde abajo y que ahora la gente quiere entrar cobrando un buen sueldo y preguntando por las vacaciones. 

Un buen guión del propio realizador, John Patton Ford, que trata de explicar el origen de ciertas situaciones que se desarrollan al margen de la ley, sin entrar en valoraciones, ni caer en la complacencia, aunque la peripecia vital de Emily que la ha llevado hasta allí, nos haga empatizar con ella y su modo de actuar por más que sean situaciones delictivas que tampoco trata de esconder. 

Magnífico trabajo de la protagonista dando vida a una mujer fuerte y valiente que afronta las adversidades con decisión por el único camino que le ofrece una salida, sin duda, la interpretación de Aubrey Plaza es uno de los puntos fuertes de la película, consiguiendo que nos creamos al personaje que va evolucionando durante el film y consiguiendo una actuación muy sólida.