Walter Williams (Brian Donlevy) es un empresario de éxito que se ha hecho a sí mismo. Acaba de adquirir tres fábricas en Denver con la aprobación del consejo directivo de la empresa en la que es director de producción, por lo que ha de emprender viaje a esa ciudad. Cuando prepara el viaje con su amada esposa Irene (Helen Walker), esta le dice que no se encuentra bien tras haber visitado al dentista y sugiere que se lleve a su primo Jim Torrance (Tony Barrett). Jim es en realidad el amante de Irene e intenta asesinar a Walter golpeándole en la cabeza y arrojándole por un precipicio, pero mientras escapa conduciendo el automóvil de Walter, sufre un fatal accidente. Al quedar el cadáver irreconocible, se cree que Walter es el conductor y su esposa es enviada a la cárcel acusada de planear el asesinato. Mientras tanto, el herido Walter se queda dormido en un camión de mudanzas y finalmente termina en Larkspur, un pequeño pueblo de Idaho, en el que Marsha Peters (Ella Raines), lo contrata como mecánico en la gasolinera que regenta. Durante tres meses, Walter lee las noticias, esperando venganza contra Irene que se enfrentará a un juicio en el que más que probablemente, será declarada culpable, y él y Marsha enamorados el uno del otro. Cuando Walter le revela la verdad a Marsha, ella lo convence para que regrese a San Francisco e intente salvar a su esposa infiel, una decisión que le costará caro, pues debido a los manejos y mentiras de su esposa, ahora será él quien se vea acusado del asesinato de Torrance.
Curiosa la figura de una femme fatale algo inusual, ya que más que una mujer devorahombres, se nos presenta como un personaje egoísta y bastante calculadora, pero en un matrimonio aparentemente tranquilo y bien avenido.
La primera parte del film responde a grandes rasgos, con algunas peculiaridades, a los estándares del noir clásico, sin embargo, sobre todo al regreso del protagonista a San Francisco para revelar que sigue vivo y exculpar a su esposa, se torna en una especie de película judicial y creo que decae algo el nivel. Hasta ese momento, ha habido otro tramo en el que se desarrolla la historia romántica entre Williams y la dueña de la gasolinera que está bastante bien llevado y durante el que el antiguo hombre de empresa se debate entre el perdón y la venganza y descubre el lado amable del amor en que impera la ternura y el cariño, lejos de la pasión en que parecía vivir con su esposa infiel.
La película se ve muy bien, pues consigue mantener el interés en todo momento a pesar de que suponemos, como no podía ser menos dado el planteamiento, en qué va desembocar todo aquello. A pesar de ello, ya digo que la última parte no está a la altura y el guión se muestra poco ingenioso en lo que es la investigación policial. Lo mejor de ese tramo, son las apariciones en escena de Charles Coburn, como detective entrado en años, cínico y sarcástico, que nos cae simpático ya desde el inicio de sus intervenciones. Todo concluye en un final bastante precipitado.
El director, Arthur Lubin (1898-1995), es sobre todo recordado por su versión de "El fantasma de la Ópera" (1943).
ResponderEliminarAsí es.
EliminarHola Trecce!
ResponderEliminarEsto de arrojar al personal por un precipicio era un método bastante utilizado, al menos en las películas... No esta nada mal, me refiero al film...jeje
Saludos y feliz semana!
El precipicio de la película da un poco de risa. Ahí si se nota el bajo presupuesto del film, puro cartón piedra.
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