IDENTIDAD

 

Atrapados en una terrible tormenta, diez viajeros se ven obligados a refugiarse en un extraño motel situado en pleno desierto, quedando aislados del resto del mundo. Pronto se dan cuenta de que han encontrado cualquier cosa menos refugio, pues entre ellos hay un asesino.

Aunque el guión de Michael Cooney, desarrolla una historia escrita por él mismo, las referencias y similitudes con la famosa novela de Agatha Christie "Diez negritos", son evidentes. De hecho, aunque sin mencionar el título, una de las chicas hace referencia explícita al argumento de la novela de la autora británica.

El film no se reduce a la típica película basada en relatos del tipo de ¿quién es el asesino?, aunque también es eso y, de hecho, esa intriga contribuye definitivamente a que el espectador se interese por saber quién está matando a los demás y mantenga su atención. Pero hay algo más que es lo que diferencia a la película de otras similares y es que mezcla este asunto con una especie de thriller psicológico, un asunto del que ya se nos habla en la introducción, sobre un asesino que sufre desdoblamiento de personalidad, de personalidades, diría yo, ya que en su interior habitan diferentes personas y es esa lucha entre personajes que pugnan por ser los dominantes del cuerpo cuya mente habitan, lo que la hace diferente y la dota del atractivo que algunos puedan encontrar. 

Hay momentos en que el argumento parece algo tramposo, unas veces sigue pareciéndonos tal cuando acaba el film, pero otras, cuando la trama va llegando a su desenlace, quedan explicadas por la peculiar personalidad del enfermo. Gracias al ritmo que le impone James Mangold, la película resulta entretenida y a quien le de la impresión de que aquello resulta algo confuso, que se lo tome con calma, hay que esperar un poco para ir casando las piezas.

De cualquier manera, yo me he decido a verla como una especie de pequeño homenaje al gran Ray Liotta, tristemente fallecido el pasado 26 de mayo.