Chris Miller (Marisol), una joven que vive con su madrastra en una antigua mansión, después de que el padre y marido de ambas las abandonase, se siente traumatizada, tras haber sufrido una violación. La madrastra, despechada, intenta vengarse volviéndola loca. Más tarde entrará en juego un siniestro y ambiguo personaje.
Que uno tenga renombre en su campo, en este caso en el cine, no quita para que, de cuando en cuando, haga un bodrio que no hay por donde coger.
Es el caso de Bardem y esta película, bastante mediocre, con una trama que no hay por donde mirar y unas actuaciones que son para olvidar.
Como presuntamente es una peli de terror, de esas que toda la vida hemos llamado "de miedo", pues ¡hala!, hay que meter sustos. Pero qué va, ni sustos, "ni na de na", que se ve venir todo, acudiendo malamente a todos los recursos trillados del género que hemos visto mil y una veces.
Para acabar de arreglarlo, está lo del morbo: Marisol en topless (de espaldas, claro), una sugerida relación lésbica entre madrastra e hijastra, una triángulo con el guaperas que llega a la mansión... Eso sí, todo más sugerido que visto, faltaba más, estamos en 1973 y aquí en España, todavía no hubiera pasado el filtro de la censura mostrar más chicha de la cuenta.
Con influencias de Psicosis y del giallo italiano, a los que Bardem pretende dar una vuelta que traiga cierta originalidad, pero se pierde en el intento.
Se salva, en cierto modo, la puesta en escena, las tomas y un poco la habilidad narrativa de Bardem que, sin embargo, en otros momentos queda en evidencia cuando la película avanza casi de manera caprichosa, con una investigación policial que aparece y desaparece a conveniencia y una fijación de la mamá por volver majareta a Marisol, que no acabamos de entender de dónde viene y, sobre todo, a dónde va.
Si en lugar de Marisol y Bardem hubiesen intervenido una actriz y un director desconocidos, hoy tal vez la consideraríamos una película de culto: como bien apuntas, a veces el renombre de los participantes puede resultar contraproducente.
ResponderEliminarDe cualquier modo, ver a Marisol y a Seberg, siempre resulta gratificante.
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